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martes, junio 27, 2023

LA CORRUPCIÓN LA POLÍTICA Y LA ÉTICA DE LOS VOTANTES

COSAS DE GELY


LA CORRUPCIÓN LA POLÍTICA Y LA ÉTICA DE LOS VOTANTES

¿Qué es la corrupción?

La corrupción es un fenómeno que afecta negativamente a la sociedad y al Estado. Se trata de la acción y el efecto de corromper, es decir, de quebrar deliberadamente el orden del sistema, tanto ética como funcionalmente, para beneficio personal. La corrupción implica el abuso de poder, el soborno, el desvío de recursos, el enriquecimiento ilícito y otras formas de violar la ley y los principios morales.

La corrupción puede darse en diferentes ámbitos, como la política, la economía, la educación, la religión, etc. La corrupción suele estar relacionada con el dinero, el poder y el sexo, que son los principales factores de intercambio que movilizan a los corruptos. La corrupción genera daños significativos e impide el crecimiento económico y el desarrollo en interés de la sociedad en general. La corrupción también afecta a los derechos humanos y a la democracia.

La lucha contra la corrupción es un deber de todos los ciudadanos y de las instituciones. Existen diferentes mecanismos para prevenir y combatir la corrupción, como la transparencia, la rendición de cuentas, la participación ciudadana, el control social, la educación ética y la sanción legal. La Convención de las Naciones Unidas contra la Corrupción es un tratado multilateral que busca promover la cooperación internacional en esta materia.

Ejemplo de corrupción política

Se puede afirmar que el PP, es el único partido político español que ha sido condenado como partícipe a título lucrativo por corrupción y que está imputado como persona jurídica en varias causas judiciales. Esto supone un grave problema para su credibilidad y su reputación ante la ciudadanía, que exige transparencia y ejemplaridad a sus representantes públicos. Si esto es así según la justicia, ¿la gente que le vota carece de ética? Esta es una pregunta que muchos ciudadanos se hacen ante los numerosos casos de corrupción que salpican al partido que gobernó España durante ocho años y que sigue siendo la principal fuerza de la oposición. La respuesta sin embargo, no es sencilla ni unánime. 

A pesar de que El PP ha sido condenado por la justicia como partícipe a título lucrativo en el caso Gürtel, una trama de financiación ilegal que se extendió durante casi dos décadas y que implicó a varios cargos del partido, empresarios y funcionarios. A pesar de que La Audiencia Nacional impuso al PP una multa de 245.000 euros por beneficiarse de los actos electorales que pagaron las empresas del cabecilla de la red, Francisco Correa. 

A pesar de todo eso y alguna cosa más, todavía hay quienes consideran que el PP es un partido democrático y legítimo, que ha sido víctima de una persecución mediática y judicial impulsada por sus adversarios políticos, y que ha sabido renovarse y regenerarse tras las sentencias condenatorias de algunos de sus dirigentes. Estas personas argumentan que votar al PP no implica apoyar la corrupción, sino defender unos principios e ideas que comparten con el partido, como la unidad de España, la libertad económica, la seguridad o la familia. "Según esta visión", los votantes del PP no carecen de ética, sino que tienen una ética diferente a la de otros sectores de la sociedad.

Por otro lado, hay quienes opinan que el PP es un partido estructuralmente corrupto, que ha hecho del saqueo de las arcas públicas su forma de financiación y de gobierno, y que ha intentado obstaculizar y deslegitimar el trabajo de los jueces y los periodistas que han investigado sus casos. Estas personas sostienen que votar al PP sí supone avalar la corrupción, ya que implica ignorar o minimizar las evidencias de sus delitos y sus responsabilidades políticas. Según esta perspectiva, los votantes del PP sí carecen de ética, o al menos de una ética cívica y democrática.

En este post vamos a analizar los argumentos de ambas posturas, así como las implicaciones que tienen para el funcionamiento de nuestro sistema político y para el futuro de nuestro país. ¿Qué criterios podemos usar para evaluar la ética de los votantes del PP? ¿Qué consecuencias tiene para la calidad de nuestra democracia que un partido condenado por corrupción siga teniendo el apoyo de millones de ciudadanos? ¿Qué medidas se podrían tomar para prevenir y combatir la corrupción política en España? Estas son algunas de las cuestiones que abordaremos en este post. 

¿Qué consecuencias tiene para la calidad de nuestra democracia que un partido condenado por corrupción como el PP siga teniendo el apoyo de millones de ciudadanos?

Este es un tema que preocupa a muchos españoles que ven con estupor cómo el PP, el partido que ha protagonizado los mayores escándalos de corrupción de la historia reciente de España, sigue siendo una fuerza política relevante y con opciones de gobernar en el futuro. ¿Qué factores explican esta paradoja? ¿Qué efectos tiene sobre el funcionamiento de nuestras instituciones y sobre la confianza de los ciudadanos en la política?

En primer lugar, hay que recordar que el PP ha sido condenado por la justicia en múltiples ocasiones por casos de corrupción que afectan a todos los niveles de su organización: municipal, autonómico y estatal. Algunos ejemplos son el caso Gürtel, el caso Bárcenas, el caso Púnica, el caso Kitchen, el caso Lezo, el caso Taula, el caso Brugal. Según algunos cálculos, el coste económico de la corrupción del PP supera los 122.000 millones de euros, una cifra que equivale al 10% del PIB español o al presupuesto anual de sanidad y educación juntos.

En segundo lugar, hay que señalar que el PP ha mostrado una actitud de negación, ocultación y desprecio hacia la acción de la justicia y hacia la opinión pública. En lugar de asumir responsabilidades políticas, pedir perdón y regenerar su partido, el PP ha optado por defender a sus dirigentes imputados o condenados, a atacar a los jueces y fiscales que les investigan, descalificar a los medios de comunicación que les critican y desviar la atención hacia otros temas. El PP ha llegado incluso a afirmar que sus casos de corrupción son "casos aislados" o "errores puntuales" que no afectan al conjunto del partido.

En tercer lugar, hay que analizar las razones que llevan a millones de ciudadanos a seguir votando al PP a pesar de su historial corrupto. Algunas posibles explicaciones son las siguientes:

- La falta de alternativas políticas que satisfagan las preferencias ideológicas o territoriales de los votantes del PP. Muchos electores del PP se sienten identificados con su discurso conservador, centralista y nacionalista español y no encuentran otras opciones que les representen mejor.

- La lealtad partidista y el voto útil. Muchos electores del PP mantienen un vínculo emocional con su partido y consideran que es el único capaz de frenar a sus adversarios políticos, especialmente al PSOE y a los partidos independentistas o nacionalistas periféricos. Y tras conseguir dicho objetivo, les da igual todas las atrocidades que el PP cometa en contra de los más humildes, como bajar las pensiones, privatizar la sanidad,  etc.

- La desinformación y la manipulación mediática. Muchos electores del PP desconocen o minimizan la gravedad y la extensión de los casos de corrupción que afectan a su partido y se dejan influir por los medios de comunicación afines al PP que les ofrecen una versión sesgada o distorsionada de la realidad.

- La resignación y el cinismo político. Muchos electores del PP asumen que la corrupción es algo inevitable e intrínseco a la política y que todos los partidos son iguales o peores. Por tanto, prefieren seguir votando al malo conocido que al bueno por conocer.

Estas razones pueden ayudar a comprender pero no a justificar el apoyo electoral al PP. La corrupción tiene consecuencias muy negativas para la calidad de nuestra democracia, como son:

- El deterioro de las instituciones públicas y del Estado de derecho. La corrupción debilita la separación de poderes, la independencia judicial, la transparencia, la rendición de cuentas y el control democrático. La corrupción también genera impunidad, arbitrariedad e ineficacia en la gestión de los recursos públicos y en la prestación de los servicios públicos.

- El empobrecimiento de la sociedad y el aumento de las desigualdades. La corrupción supone un despilfarro y un desvío de fondos públicos que podrían destinarse a fines sociales, económicos o medioambientales. La corrupción también favorece el enriquecimiento ilícito de unos pocos a costa del bienestar colectivo y la justicia social.

- El desencanto y la desafección política de los ciudadanos. La corrupción erosiona la confianza de los ciudadanos en las instituciones, en los representantes políticos y en el sistema democrático. La corrupción también fomenta el desinterés, el escepticismo, el fatalismo y el abstencionismo político.

Por todo ello, es necesario que los ciudadanos exijan a sus gobernantes y a sus partidos políticos que actúen con honestidad, integridad y responsabilidad. Es necesario que los ciudadanos castiguen en las urnas a los partidos corruptos y premien a los partidos limpios. Es necesario que los ciudadanos se informen, se movilicen y se impliquen en la defensa de la democracia y de los valores cívicos. Solo así podremos construir una sociedad más justa, más libre y más próspera.

Por salud democrática, y defensa de la democracia y la libertad, ningún partido que se considere demócrata debería pactar jamás con la extrema derecha. 

La extrema derecha es un término que se usa para describir a los grupos políticos o movimientos que tienen ideologías autoritarias, nacionalistas, xenófobas o racistas. La extrema derecha se opone a la democracia, los derechos humanos, la diversidad y la igualdad. Algunos ejemplos de partidos o líderes de extrema derecha son el Frente Nacional en Francia, y en España VOX. 

Debemos recapacitar concienzudamente, a quien damos nuestro voto.