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viernes, enero 24, 2025

NOS HEMOS DESHUMANIZADO

COSAS DE GELY
 
NOS HEMOS DESHUMANIZADO 
 
Hemos llegado a un punto en el que, al mirar atrás, ya no reconocemos a nuestros ancestros o abuelos historicos. No en su forma de vivir, no en su manera de sentir la vida. Algo esencial se ha perdido, y lo sabemos. Quizá no todos lo notamos todos los días, pero en el fondo, el vacío está ahí. El progreso nos prometió muchas cosas, pero nos quitó otras tantas que no podemos devolver. Hace siglos, existían comunidades que, aunque modestas, tenían una cohesión y un sentido de pertenencia que hoy resulta casi imposible de imaginar. Eran las tribus, los pequeños grupos humanos donde cada uno tenía un lugar, un propósito, un lazo real con los demás. El concepto de solidaridad no era un slogan; era un principio que no se cuestionaba, porque se vivía.

Pero entonces apareció el dinero. Un instrumento que nació con una promesa: facilitar el intercambio, dar valor a las cosas de una manera más eficiente. Y lo hizo. Pero también nos hizo olvidar lo que realmente tiene valor. Porque, con el tiempo, nos hicimos esclavos de ese mismo dinero, y nos comenzamos a medir en función de lo que poseemos, no de lo que somos. Las relaciones humanas se transformaron en transacciones, el amor en un contrato, y los lazos que nos unían, en negocios.

Lo que antes se resolvía con la cercanía, con la mirada comprensiva de un hermano o un amigo, ahora se soluciona con un pago, con una solución que alivia, pero que no sana. Las tribus desaparecieron, sustituidas por estructuras que sólo buscan más poder, más influencia, más consumo. Y a medida que avanzamos en ese camino, la familia, esa unidad que en su raíz aún guardaba algo de ese modelo primitivo, también comenzó a desmoronarse.

Hoy, la familia ya no es lo que fue. Aquellos clanes que nos protegían, que nos enseñaban el valor del sacrificio y el apoyo mutuo, se han convertido en meros grupos de individuos que apenas se reconocen entre sí. La fuerza que unía a los padres, hijos, abuelos y primos se ha diluido en la individualidad que impera. Y la desestructuración que empezó allí, sigue corriendo como un río desbordado, arrasando todo a su paso.

Nos hemos deshumanizado. Hemos perdido esa esencia que nos hacía humanos, esa capacidad de estar juntos sin la necesidad de un intercambio. Porque, al final, lo que el progreso nos ha arrebatado es nuestra humanidad misma. Nos prometieron más, pero nos dieron menos. Nos dijeron que, al ganar más, seríamos más, pero hoy somos más vacíos, más desconectados, más solos. Y cada día, parece que esa distancia crece, mientras el sonido de los avances tecnológicos ahogan el eco de lo que alguna vez fuimos. "Personas y seres humanos"