viernes, septiembre 26, 2025

QUIÉN SON LOS ARCONTES

COSAS DE GELY

¿Quién son los Arcontes? Su relación con el gnosticismo y la Iglesia Católica

Una reflexión profunda sobre los arcontes desde la visión gnóstica, su conexión con el Demiurgo y cómo estas figuras posiblemente, pueden representar a la Iglesia Católica como institución de control espiritual.


¿Quién son los Arcontes? Una Reflexión desde la Mirada Gnóstica

Después de explorar con calma los textos y conceptos relacionados con los arcontes y el Demiurgo, desde la perspectiva gnóstica, he llegado a una conclusión que, aunque pueda parecer provocadora, resuena con una lógica profunda: los arcontes y el Demiurgo no son entidades abstractas o simbólicas alejadas de nuestro mundo, sino que pueden representar perfectamente a estructuras concretas, así como a posibles organizaciones religiosas de poder similares a la Católica.


Quizás a muchos esto podría parecerles una afirmación fuerte, pero vamos a desmenuzarla con calma, desde la visión gnóstica y a través de una lectura simbólica y espiritual.

El Gnosticismo y su Crítica a las Estructuras de Poder

Cuando los gnósticos hablaban del Demiurgo y de los arcontes, se referían a algo más que simples figuras mitológicas. Eran símbolos de un sistema de control, de una trampa espiritual que mantenía a las almas atadas al mundo material, a la ignorancia, al miedo, al sufrimiento y, sobre todo, alejadas de su verdadero origen divino.

El Demiurgo, según el gnosticismo, es un dios creador imperfecto. No es el Dios verdadero, puro y espiritual, sino una entidad que (por ignorancia o por arrogancia) creó el mundo material como una cárcel. Y los arcontes, sus ayudantes o agentes, están encargados de vigilar y reforzar esa prisión, asegurándose de que el alma humana no despierte y no regrese al mundo superior, al origen luminoso del que proviene.

¿Y si el Demiurgo fuera una institución?

En esta lectura simbólica, es fácil ver cómo algunos podrían identificar al Demiurgo con una institución poderosa que durante siglos ha dirigido el rumbo espiritual, moral, político y social de millones de personas: la Iglesia Católica. No como fe ni como creencia personal, sino como estructura organizada de poder que ha moldeado conciencias, prohibido pensamientos, castigado conocimientos y regulado las experiencias espirituales.

Durante siglos, la Iglesia ha sido la intérprete oficial de lo divino. Ha decidido qué es verdad y qué es herejía, quién es digno y quién está condenado, qué libros pueden leerse y cuáles deben quemarse, qué prácticas conducen a Dios y cuáles al infierno. En lugar de liberar las almas, ha sido vista por muchos como una barrera entre el ser humano y su divinidad interna. En ese sentido, cumple perfectamente el papel del Demiurgo: creador de un mundo espiritual artificial, lleno de normas, dogmas y miedos.

Los Arcontes como Símbolos del Control Religioso

En esta misma línea, los arcontes pueden verse como aquellos representantes de la jerarquía eclesiástica (, cardenales, papas, inquisidores, teólogos de escritorio) que, a lo largo de la historia, han custodiado el acceso a la “verdad oficial”, impidiendo cualquier conocimiento que no pase por sus manos.

Desde esta óptica, los arcontes son las voces que dicen “esto no se puede saber”, “esto no se puede cuestionar”, “esto no es para ti”. Son los guardianes del templo, no para proteger su santidad, sino para impedir que tú entres y descubras que lo divino no está allí, sino dentro de ti.

En lugar de fomentar la búsqueda libre del espíritu, el conocimiento íntimo de lo divino (la famosa “gnosis”), estas figuras históricamente han limitado el pensamiento, castigado la curiosidad y perseguido todo intento de romper las cadenas del dogma. Así, se convierten en los arcontes modernos: no necesitan alas, ni ojos de fuego, ni poderes mágicos. Les basta con leyes, púlpitos y miedo.

¿Liberación o sumisión?

El gnosticismo propone una liberación radical: no basta con creer, hay que saber. No basta con obedecer, hay que despertar. El conocimiento no es un lujo, es una necesidad espiritual. Y en ese camino, el gnosticismo denunció desde el principio que las estructuras religiosas tradicionales eran, en realidad, parte del problema.

Así, la Iglesia Católica, en su forma institucional (no como espiritualidad sincera de millones de personas), puede ser vista como el sistema del Demiurgo. No es una enemiga porque adore a un dios falso, sino porque actúa como obstáculo entre el alma y la divinidad real. Un velo entre el ser humano y su origen.

Una reflexión final

Esta lectura no busca atacar la fe de nadie, sino invitar a mirar más allá de las formas, las jerarquías, los títulos y los dogmas. Si de verdad existe un Dios puro, amoroso y sabio, estoy segura de que este, no necesita intermediarios que lo representen con castigos, prohibiciones, miedo y poder político. El verdadero despertar ocurre cuando dejamos atrás esas estructuras y nos encontramos directamente con lo divino, en nuestro interior.

Tal vez, como decía el gnosticismo hace siglos, los arcontes no están en el cielo ni en el inframundo. Están aquí, en las instituciones que nos dicen cómo pensar, cómo creer, cómo sentir, y sobre todo, qué no debemos saber.

Y tal vez, el mayor acto de liberación no sea enfrentarse a ellos… sino dejar de creerles. 
 

 
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