COSAS DE GELY
PRIVATIZACIÓN DE RESIDENCIAS DE ANCIANOS
Gely me dice que les diga lo siguiente: Como es costumbre en mis post y pensando siempre en aquellas personas que les cuesta leer, les dejo este video que relatará el texto que viene a continuación.
En este artículo, me gustaría ofrecer una respuesta sincera y real sobre los siguientes puntos: cómo ha repercutido en la vida de los ancianos el haber convertido en privadas residencias que eran públicas y los efectos y causas en la vida de estos.
La privatización de las residencias de ancianos ha sido un proceso que se ha acelerado en las últimas décadas, especialmente en países como España, donde el sistema público de atención a la dependencia ha sufrido recortes y deterioro. Según datos del Instituto Nacional de Estadística, el número de plazas públicas en residencias de ancianos pasó de 121 mil en 2008 a ciento seis mil en 2019, mientras que el número de plazas privadas aumentó de 176 mil a 235 mil en el mismo periodo.
La privatización de las residencias de ancianos ha sido un proceso que se ha acelerado en las últimas décadas, especialmente en países como España, donde el sistema público de atención a la dependencia ha sufrido recortes y deterioro. Según datos del Instituto Nacional de Estadística, el número de plazas públicas en residencias de ancianos pasó de 121 mil en 2008 a ciento seis mil en 2019, mientras que el número de plazas privadas aumentó de 176 mil a 235 mil en el mismo periodo.
ALBERTO CHICOTE RESIDENCIA DE ANCIANOS
¿Qué consecuencias tiene esta tendencia para los ancianos que viven en estas residencias? Algunos estudios han señalado que la calidad de la atención y los servicios que reciben los residentes depende en gran medida del modelo de gestión y financiación de las residencias, así como de la regulación y el control que ejerce la administración pública sobre las mismas. En general, se ha observado que las residencias privadas suelen tener peores condiciones laborales para el personal, menor ratio de trabajadores por residente, menor inversión en recursos materiales y humanos, mayor presencia de prácticas abusivas o negligentes y menor satisfacción y bienestar de los residentes.
Estos factores pueden afectar negativamente a la salud física y mental de los ancianos, así como a su dignidad y derechos. Algunos ejemplos de problemas que se han denunciado en residencias privadas son: el uso excesivo o inadecuado de sujeciones físicas o químicas, la falta de atención individualizada y personalizada, la escasez o el retraso en la prestación de servicios básicos como la alimentación, la higiene o la asistencia sanitaria, la vulneración de la intimidad o la autonomía de los residentes, el aislamiento social o la falta de actividades recreativas o culturales.
Ante esta situación, es necesario plantearse qué medidas se pueden tomar para mejorar la calidad de vida de los ancianos que viven en residencias, tanto públicas como privadas. Algunas propuestas que se han hecho desde diferentes ámbitos son: aumentar el presupuesto público destinado a la atención a la dependencia, garantizar una financiación suficiente y equitativa para las residencias públicas y privadas, establecer unos estándares mínimos de calidad y seguridad para todas las residencias, reforzar la inspección y la sanción ante las irregularidades o las malas prácticas. Fomentar la participación y la voz de los residentes y sus familias en la gestión y funcionamiento de las residencias, promover modelos alternativos de atención centrados en la persona, sus necesidades y preferencias, y potenciar el envejecimiento activo y saludable mediante el acceso a recursos comunitarios y sociales.
Estos factores pueden afectar negativamente a la salud física y mental de los ancianos, así como a su dignidad y derechos. Algunos ejemplos de problemas que se han denunciado en residencias privadas son: el uso excesivo o inadecuado de sujeciones físicas o químicas, la falta de atención individualizada y personalizada, la escasez o el retraso en la prestación de servicios básicos como la alimentación, la higiene o la asistencia sanitaria, la vulneración de la intimidad o la autonomía de los residentes, el aislamiento social o la falta de actividades recreativas o culturales.
Ante esta situación, es necesario plantearse qué medidas se pueden tomar para mejorar la calidad de vida de los ancianos que viven en residencias, tanto públicas como privadas. Algunas propuestas que se han hecho desde diferentes ámbitos son: aumentar el presupuesto público destinado a la atención a la dependencia, garantizar una financiación suficiente y equitativa para las residencias públicas y privadas, establecer unos estándares mínimos de calidad y seguridad para todas las residencias, reforzar la inspección y la sanción ante las irregularidades o las malas prácticas. Fomentar la participación y la voz de los residentes y sus familias en la gestión y funcionamiento de las residencias, promover modelos alternativos de atención centrados en la persona, sus necesidades y preferencias, y potenciar el envejecimiento activo y saludable mediante el acceso a recursos comunitarios y sociales.
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Pero como siempre pasa, para estas personas ancianas, todo se queda para más tarde, cuando no, en el olvido más absoluto