COSAS DE GELY
Las guerras no son fenómenos complejos como dicen algunos, las guerras son una realidad, tangible palpable y trágica que afecta a millones de personas en el mundo. Los que deciden que las guerras se lleven a acabo son hombres de carne y hueso y estoy por decir que descerebrados. Porque no me negaran que no es un descerebrado aquel que toma decisiones que pueden matar y hacer sufrir a sus congéneres.
Para suavizar las causas y consecuencias que las guerras ocasionan algunos las llaman conflictos armados, pero de eso nada, de nada, una guerra es una guerra y lo demás son invenciones ridículas que algunos utilizan para tranquilizar sus conciencias, si es que la tienen.
Quiero ofrecer mi visión personal objetiva y crítica de la realidad de las guerras, sin dejar de lado el sufrimiento y las injusticias que implican.
Las causas de las guerras son múltiples y variadas, pero podemos identificar algunos factores comunes que suelen estar presentes en la mayoría de los casos. Algunos de estos factores son:
- La disputa por recursos naturales, como el petróleo, el agua o las tierras fértiles.
- La rivalidad política, ideológica o religiosa entre grupos, naciones o etnias.
- La defensa de intereses económicos, estratégicos o geopolíticos de las potencias mundiales o regionales.
- La violación de los derechos humanos, la opresión o la discriminación de minorías o colectivos vulnerables.
- La falta de diálogo, negociación o cooperación entre las partes en conflicto.
- La influencia de actores externos, como organizaciones terroristas, grupos armados o países aliados.
Las consecuencias de las guerras son devastadoras y duraderas, tanto para los países directamente involucrados como para el resto del mundo. Algunas de estas consecuencias son:
- La pérdida de vidas humanas, tanto civiles como militares, que se cuentan por millones en algunos casos.
- El desplazamiento forzado de poblaciones enteras, que se ven obligadas a abandonar sus hogares y buscar refugio en otros lugares.
- El deterioro de las infraestructuras, los servicios básicos y el medio ambiente, que dificultan la reconstrucción y el desarrollo de los países afectados.
- El aumento de la pobreza, el hambre, la enfermedad y la violencia, que generan más sufrimiento y desigualdad entre las personas.
- El surgimiento o el agravamiento de problemas sociales, como el tráfico de armas, el narcotráfico, la explotación sexual o el reclutamiento infantil.
- El debilitamiento de las instituciones democráticas, el estado de derecho y los principios universales de los derechos humanos.
Las soluciones a las guerras no son fáciles ni rápidas, pero tampoco imposibles. Se requiere la voluntad política, (pero alguien sabe que es eso) y la participación activa de todos los actores implicados, tanto a nivel nacional como internacional. Algunas de las medidas que se podrían tomar son:
- El fomento del diálogo, la mediación y la diplomacia como vías pacíficas para resolver los conflictos.
- El respeto al derecho internacional humanitario y a las normas que regulan el uso de la fuerza y las armas.
- El apoyo a las iniciativas de paz y reconciliación que promueven los actores locales, como las organizaciones sociales, o culturales.
- La cooperación al desarrollo y la ayuda humanitaria para atender las necesidades básicas de las poblaciones afectadas por las guerras.
- La prevención de los conflictos mediante la educación para la paz, la cultura del diálogo y la tolerancia, y la promoción de los valores democráticos y los derechos humanos.
Las guerras son el peor recurso y el menos humano para resolver problemas entre los seres que poblamos el planeta, pero paradójicamente el más usado. La guerra es la crueldad más grande que existe. Aquellos dirigentes que las inician deben carecer de sensibilidad. No hay guerra que justifique la muerte de un solo ser humano. Y los que tienen en sus manos poder evitarlas y no lo hacen, no deberían dirigir jamás los destinos de ningún país en este mundo. Los que de verdad padecen las guerras son aquellos que menos culpa tienen de que estas se hagan: niños, ancianos, mujeres y soldados que lo son por necesidad y no por vocación. Me horroriza la falta de humanidad con aquellos que actualmente las padecen. Hay guerras que llevan enquistadas muchos años y que no se resuelven. Pero para desgracia de los que las padecen continúan ahí y casi nos hemos olvidado de ellos. ¡Es terrible!
Una de las guerras más antiguas y complejas es la que enfrenta a Israel y Palestina desde hace más de 70 años. Se trata de un conflicto territorial, religioso, político y cultural que ha provocado miles de muertos, heridos y desplazados, y que ha generado una situación de violencia, opresión y vulneración de derechos humanos en la región. A pesar de los numerosos intentos de mediación internacional, las negociaciones de paz se han estancado y no se vislumbra una salida al problema.
Otra guerra que parece no tener fin es la que azota a Siria desde 2011, cuando estalló una revuelta popular contra el régimen dictatorial de Bashar al-Asad. El conflicto se ha convertido en una guerra civil que ha involucrado a múltiples actores regionales e internacionales, como Rusia, Irán, Turquía, Estados Unidos o grupos terroristas como el Estado Islámico. La guerra ha causado más de 500.000 muertos, 6 millones de refugiados y 13 millones de desplazados internos, además de una grave crisis humanitaria y una devastación del patrimonio cultural.
Esto son solo algunos ejemplos de las guerras enquistadas, y de los fracasos políticos que siguen marcando la actualidad mundial. Son conflictos que no solo causan sufrimiento y muerte a las poblaciones afectadas, sino que también amenazan la seguridad y la paz global. Por eso, es necesario buscar soluciones basadas en el respeto al derecho internacional, a los derechos humanos, y a la autodeterminación de los pueblos. La guerra no es nunca la respuesta, la única respuesta es el diálogo, supongo que estarán ustedes conmigo, de que todo esto hasta hoy, ha servido para poco, ¿verdad?
¿Recuerdan ustedes, aquella canción infantil, que se cantaba en las excursiones del colegio en el autobús?: “Ahora que estamos solitos vamos a contar mentiras tran-la-rá, vamos a contar mentiras. Por el mar corren las liebres, por el monte las sardinas tran-la-rá, por el monte las sardinas. Les dejo que sigan ustedes rejuveneciéndose con la cancioncita. En realidad con ello, quería referirme a la gran mentira de la Declaración Universal de Derechos Humanos. Para no aburrirles solo les dejaré el artículo 1 que dice así: “Todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos, y dotados como están de razón y conciencia, deben comportarse fraternalmente los unos con los otros”. Menuda trola.