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lunes, septiembre 12, 2022

LA BIBLIA EL DINERO Y LOS NEGOCIOS RELIGIOSOS

COSAS DE GELY

 

LA BIBLIA EL DINERO Y LOS NEGOCIOS RELIGIOSOS 

Antes de empezar este post, Gely quiere que les diga, que lamenta enormemente los derroteros incongruentes por los que lleva siglos caminando la Iglesia, y que agradecería humildemente a esta, empezara a poner en práctica en ella misma, todo aquello que lleva milenios predicando y pidiendo que hagamos los demás.

Hoy vamos a hablar del dinero de la Iglesia,  de sus  negocios, y de lo que dice la biblia, Jesús y Dios sobre esto.

El primer gran principio respecto al dinero y a los bienes materiales que se lee en la Biblia es que Dios es el dueño de todo, del mundo y de todo lo que hay en él, “Mía es la plata, y mío es el oro” míralo en (Hageo 2:8).
 
En Mateo 19:21, Jesús dice: Si quieres ser perfecto, vende todo lo que tienes y dalo a los pobres: así tendrás un tesoro en el cielo. Después, ven y sígueme”. Esta frase se la dice a un joven que le pregunta cómo ganarse la vida eterna y quien asegura cumplir, además, los 10 mandamientos

En la tradición cristiana, el amor al dinero es condenado como un pecado.

Dice Eclesiastés 5:10. El que ama el dinero, no se saciará de dinero; y el que ama el mucho tener, no sacará fruto. Esto también es vanidad. 

La primera de Timoteo 6:10 dice: Porque la raíz de todos los males es el amor al dinero, por el cual, codiciándolo algunos, se extraviaron de la fe y se torturaron con muchos dolores.

Dice la Biblia en Proverbios “El que toma prestado es siervo del que presta” (Proverbios 22:7). El hombre avaro corre tras la riqueza, y no sabe que la miseria vendrá sobre él. Proverbios 28:22.
 
Jesús dijo a sus discípulos: «Es más fácil que un camello pase por el ojo de una aguja, que un rico entre en el Reino de los Cielos» «Les aseguro que difícilmente un rico entraría en el Reino de los Cielos. Mateo 19,23-30. 
 
La avaricia es el afán o deseo desordenado y excesivo de poseer riquezas para atesorarlas. Desde un punto de vista religioso se trata de un pecado y de un vicio ya que trasciende lo lícito y lo moralmente aceptable.
 
¿Quienes debería dar ejemplo sobre estas cosas y no lo hacen?  

Yo creo que la Iglesia Católica.  Para el apóstol San Pablo, la caridad es la más importante de las virtudes teológicas, tal como deja ver en el siguiente versículo: "Aunque repartiera todos mis bienes para alimentar a los pobres y entregara mi cuerpo a las llamas, si no tengo amor, no me sirve para nada" (1 Corintios 13, 3). Pero la más grande de todas las virtudes es la caridad” (1 Corintios 13, 13).
Caridad es un término que sirve para definir una virtud teologal perteneciente a la religión cristiana, que consiste en amar a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a uno mismo. Se trata de un amor desinteresado que surge por el mero deseo de darse a los demás sin pretender nada a cambio.
  
Ahora les invito a que lean o escuchen lo que Vicente Clavero escribió sobre la Iglesia Católica en su artículo del diario Público el 14/06/2017. 
 
La Iglesia católica, pese a decirse al servicio de los pobres, maneja su patrimonio financiero con los mismos criterios que cualquier empresa. Compra títulos deuda pública, se beneficia de las sicav y busca ganar rentabilidad e influencia con sus multimillonarias inversiones.

Aunque su reino no sea de este mundo, la Iglesia Católica nunca ha descuidado los asuntos terrenales. Como cualquier empresa, procura administrar su copioso patrimonio con criterios de rentabilidad e influencia. Sobre todo, el patrimonio financiero: los miles y miles de millones que cada año pasan por sus manos, procedentes de las arcas públicas o de las donaciones de sus fieles.

Los negocios de Dios son tan universales como su Iglesia y tienen su epicentro en la sede apostólica de Roma, aunque se extienden por los centenares de diócesis del planeta que cuentan con recursos para hacerlos. Hay ejemplos muy reveladores de hasta dónde llega el poderío económico y cuál la forma en la que gestiona su dinero una institución que se proclama al servicio de los pobres. 

A finales de 2012, el Banco Vaticano no quiso quedarse al margen de los pingües beneficios derivados de la crisis de la deuda, que puso por las nubes la rentabilidad de los bonos del Estado. Para sumarse al festín, colocó en ese tipo de productos cerca de dos mil millones, la mayor parte en dos países sobre los que pendía la espada de Damocles de la intervención: Italia (1.179 millones) y España (589 millones).

Se trata sin duda de cifras modestas, comparadas con las que movilizaron por aquella época los grandes inversores institucionales, pero constituyen una prueba irrefutable de que el modus operandi de quienes gestionan la Iglesia no difiere del más habitual en las entidades con ánimo de lucro. A pesar de que, al menos en teoría, los fines que persiguen son radicalmente distintos.

Por supuesto, la Iglesia española no constituye ninguna excepción y, cuando opera en los mercados financieros, parece regirse por aquello de “a Dios lo que es de Dios y al César lo que es del César”. De ahí que, durante años, no haya tenido el más mínimo pudor en utilizar unos de los instrumentos favoritos de los ricos para engordar su patrimonio con el menor coste fiscal. Si quieren pueden leer el artículo completo pinchndo al final de esta lectura.

 


Gely Sastre