COSAS DE GELY
VALENCIA LA DANA Y EL DILUVIO DE LAS MENTIRAS
El Diluvio de las Mentiras: cuando el barro no fue lo peor
La DANA que azotó la Comunidad Valenciana en octubre de 2024 no fue solo una catástrofe meteorológica. Fue una tragedia humana, social y política. Las lluvias torrenciales arrasaron hogares, calles, cultivos y vidas. Pero lo más doloroso para miles de valencianos no fue el agua: fue el abandono. El abandono por parte de quienes debían protegerlos, asistirlos y decirles la verdad.
Las imágenes de casas sumergidas, familias atrapadas, campos devastados y vecinos sacando barro con sus propias manos dieron la vuelta al país. Y mientras tanto, dos figuras políticas —a quienes aquí llamaremos Pinochin y Morron— tejían una red de mentiras para salvar sus cargos, encubrir su negligencia y manipular el relato público.
Advertencias ignoradas
Las instituciones competentes —la AEMET, la Confederación Hidrográfica del Júcar, Protección Civil— alertaron con antelación del riesgo extremo. Se sabía lo que venía. Se podía haber actuado. Pero no se hizo. No se activaron los protocolos adecuados. No se movilizaron los recursos necesarios. No se protegió a la población.
Morron, responsable directo de la gestión territorial, ignoró las advertencias. Y cuando la tragedia se consumó, culpó a las mismas instituciones que habían dado la voz de alarma. Su respuesta fue errática, tardía y cobarde.
Ayuda rechazada, verdad negada
El Gobierno central ofreció ayuda física inmediata. Se aprobó un paquete de 8.000 millones de euros en ayudas, con otros 8.000 millones adicionales comprometidos para cuando se agotaran los primeros fondos. El Ministerio para la Transición Ecológica confirmó que no se rechazó ni una sola petición de ayuda y que la inversión superó los 1.200 millones de euros en reconstrucción.
Pero Pinochin y Morron negaron todo. Dijeron que “no ha llegado ni un euro”, que “nos han abandonado”, que “no tenemos medios”. Mintieron. Mintieron en ruedas de prensa, en entrevistas, en redes sociales. Cambiaron su relato una y otra vez, contradiciéndose entre sí y con los datos oficiales. La Generalitat llegó a acusar al Gobierno de “inflar cifras” mientras mantenía una deuda de 565 millones con las familias afectadas.
El sufrimiento de los damnificados
Las víctimas no solo perdieron sus casas. Perdieron su confianza en las instituciones. Fueron humilladas por la indiferencia, la manipulación y el cinismo. Organizaron más de una docena de manifestaciones exigiendo explicaciones, dimisiones y justicia. Lo que recibieron fueron evasivas, discursos vacíos y una guerra política que usó su dolor como escudo.
Muchos siguen esperando. Esperando ayudas que se prometieron y no llegaron. Esperando obras hidráulicas que podrían evitar otra tragedia. Esperando que alguien les mire a los ojos y les diga: “Fallamos. Lo sentimos. Vamos a reparar el daño.”
No merecemos esto
La ciudadanía no merece ser gobernada por personajes como Pinochin y Morron. No por sus nombres, sino por lo que representan: la mentira como estrategia, el encubrimiento como herramienta, y la falta de escrúpulos como norma. Porque cuando el barro se seca, lo que permanece es la memoria. Y en esa memoria, el pueblo valenciano recordará quién estuvo a su lado… y quién se escondió detrás de un micrófono.
Esta entrada no es solo una denuncia. Es un acto de memoria. Es un grito por justicia. Es un recordatorio de que la verdad importa, que la gestión pública tiene consecuencias, y que el dolor de las víctimas no puede ser silenciado por titulares manipulados.

