COSAS DE GELY
LO QUE NO SE DICE DE LOS TESTIGOS DE JEHOVÁ
"Lo que no se dice de los Testigos de Jehová"
Hace poco me encontré con una amiga que hacía años no veía. En aquel entonces era Testigo de Jehová, y la recordaba como una persona muy entregada a su fe. Esta vez, sin embargo, su historia fue distinta. Me contó que había dejado la organización y que, por eso, su esposo y sus propios hijos (todavía miembros activos) tienen prohibido hablarle. Como si ya no existiera.
Ese encuentro me dejó una mezcla de tristeza, rabia y reflexión. Porque muchas veces desde fuera no vemos lo que realmente pasa dentro de esta religión. La imagen que dan es la de una comunidad amable, limpia, educada, muy centrada en la Biblia. Pero detrás de eso, hay un sistema rígido de control que marca cada aspecto de la vida de sus miembros, desde lo que piensan hasta con quién pueden hablar.
Ser Testigo de Jehová no es solo una creencia, es una forma de vida impuesta, con normas estrictas que no permiten cuestionamientos. Desde el momento en que alguien se bautiza, comienza a estar sujeto a un código de conducta que abarca prácticamente todo.
No pueden celebrar cumpleaños ni fiestas tradicionales como la Navidad o el Día de la Madre, porque se consideran prácticas paganas. Tampoco pueden aceptar transfusiones de sangre, ni siquiera para salvar sus vidas o las de sus hijos. Tienen prohibido participar en política, saludar a la bandera o entonar himnos nacionales, lo que muchas veces les genera conflictos en la escuela o el trabajo.
Las amistades con personas "del mundo" (es decir, que no pertenecen a la organización) están fuertemente desaconsejadas. Se espera que su círculo social esté limitado a otros Testigos. Ver ciertas películas, leer libros que no estén aprobados por la organización, estudiar en la universidad o aspirar a ciertas carreras también puede ser mal visto. Se les anima a hacer trabajos sencillos, que les permitan dedicar más tiempo a la predicación.
No se les permite pensar de forma crítica sobre lo que se les enseña. Cuestionar la doctrina o las decisiones del Cuerpo Gobernante (el grupo de hombres que dirige la organización desde Nueva York) es considerado rebelión espiritual. Y si alguien comete un error, incluso algo personal como tener una relación fuera del matrimonio, fumar, o simplemente dejar de asistir a las reuniones, puede ser juzgado por un comité de ancianos.
Las consecuencias pueden ser graves. La más temida es la expulsión. Cuando una persona es expulsada o decide irse voluntariamente (lo que llaman "desasociarse"), pasa a ser tratada como si estuviera muerta. Su familia, sus amigos de toda la vida, todos los miembros de la congregación dejan de hablarle por completo. No hay despedidas, no hay explicaciones, no hay empatía. Solo el silencio.
Esta práctica de aislamiento no es simbólica. Es real, dolorosa y profundamente destructiva. Hay padres que dejan de hablar a sus hijos, hijos que rompen todo vínculo con sus madres, matrimonios que se rompen porque uno decide dejar la organización. Todo esto es alentado desde dentro como una forma de presión emocional para que la persona regrese “arrepentida”.
Y lo peor es que muchos no se atreven a irse aunque ya no crean, por miedo a quedarse completamente solos. Porque cuando toda tu vida ha girado en torno a una comunidad que te lo da todo (amigos, rutina, sentido de pertenencia) también te lo puede quitar todo si te atreves a pensar distinto.
No escribo esto para atacar a nadie. Cada quien tiene derecho a creer en lo que quiera. Pero sí creo que es justo advertir sobre lo que hay detrás de esta religión, que muchas veces se presenta como una opción tranquila, amorosa, basada en la Biblia, pero que esconde prácticas coercitivas y destructivas.
Si tú que estás leyendo esto eres parte de los Testigos de Jehová y sientes dudas, o si te han hecho sentir que estás mal por querer vivir tu vida de forma libre, no estás solo. Hay miles de personas que han pasado por lo mismo y han logrado reconstruir sus vidas fuera. Y si estás pensando en acercarte a ellos, infórmate bien, pregunta, investiga. Porque lo que parece una comunidad amable, puede convertirse en una prisión disfrazada de espiritualidad.
Mi amiga me habló con dolor, pero también con una dignidad enorme. Y si algo me dejó claro, es que buscar la verdad, aunque duela, siempre será mejor que vivir atrapado en el miedo, o en las crueles crencias obsoletas y absurdas, de los Testigos de Jehová
Hace poco me encontré con una amiga que hacía años no veía. En aquel entonces era Testigo de Jehová, y la recordaba como una persona muy entregada a su fe. Esta vez, sin embargo, su historia fue distinta. Me contó que había dejado la organización y que, por eso, su esposo y sus propios hijos (todavía miembros activos) tienen prohibido hablarle. Como si ya no existiera.
Ese encuentro me dejó una mezcla de tristeza, rabia y reflexión. Porque muchas veces desde fuera no vemos lo que realmente pasa dentro de esta religión. La imagen que dan es la de una comunidad amable, limpia, educada, muy centrada en la Biblia. Pero detrás de eso, hay un sistema rígido de control que marca cada aspecto de la vida de sus miembros, desde lo que piensan hasta con quién pueden hablar.
Ser Testigo de Jehová no es solo una creencia, es una forma de vida impuesta, con normas estrictas que no permiten cuestionamientos. Desde el momento en que alguien se bautiza, comienza a estar sujeto a un código de conducta que abarca prácticamente todo.
No pueden celebrar cumpleaños ni fiestas tradicionales como la Navidad o el Día de la Madre, porque se consideran prácticas paganas. Tampoco pueden aceptar transfusiones de sangre, ni siquiera para salvar sus vidas o las de sus hijos. Tienen prohibido participar en política, saludar a la bandera o entonar himnos nacionales, lo que muchas veces les genera conflictos en la escuela o el trabajo.
Las amistades con personas "del mundo" (es decir, que no pertenecen a la organización) están fuertemente desaconsejadas. Se espera que su círculo social esté limitado a otros Testigos. Ver ciertas películas, leer libros que no estén aprobados por la organización, estudiar en la universidad o aspirar a ciertas carreras también puede ser mal visto. Se les anima a hacer trabajos sencillos, que les permitan dedicar más tiempo a la predicación.
No se les permite pensar de forma crítica sobre lo que se les enseña. Cuestionar la doctrina o las decisiones del Cuerpo Gobernante (el grupo de hombres que dirige la organización desde Nueva York) es considerado rebelión espiritual. Y si alguien comete un error, incluso algo personal como tener una relación fuera del matrimonio, fumar, o simplemente dejar de asistir a las reuniones, puede ser juzgado por un comité de ancianos.
Las consecuencias pueden ser graves. La más temida es la expulsión. Cuando una persona es expulsada o decide irse voluntariamente (lo que llaman "desasociarse"), pasa a ser tratada como si estuviera muerta. Su familia, sus amigos de toda la vida, todos los miembros de la congregación dejan de hablarle por completo. No hay despedidas, no hay explicaciones, no hay empatía. Solo el silencio.
Esta práctica de aislamiento no es simbólica. Es real, dolorosa y profundamente destructiva. Hay padres que dejan de hablar a sus hijos, hijos que rompen todo vínculo con sus madres, matrimonios que se rompen porque uno decide dejar la organización. Todo esto es alentado desde dentro como una forma de presión emocional para que la persona regrese “arrepentida”.
Y lo peor es que muchos no se atreven a irse aunque ya no crean, por miedo a quedarse completamente solos. Porque cuando toda tu vida ha girado en torno a una comunidad que te lo da todo (amigos, rutina, sentido de pertenencia) también te lo puede quitar todo si te atreves a pensar distinto.
No escribo esto para atacar a nadie. Cada quien tiene derecho a creer en lo que quiera. Pero sí creo que es justo advertir sobre lo que hay detrás de esta religión, que muchas veces se presenta como una opción tranquila, amorosa, basada en la Biblia, pero que esconde prácticas coercitivas y destructivas.
Si tú que estás leyendo esto eres parte de los Testigos de Jehová y sientes dudas, o si te han hecho sentir que estás mal por querer vivir tu vida de forma libre, no estás solo. Hay miles de personas que han pasado por lo mismo y han logrado reconstruir sus vidas fuera. Y si estás pensando en acercarte a ellos, infórmate bien, pregunta, investiga. Porque lo que parece una comunidad amable, puede convertirse en una prisión disfrazada de espiritualidad.
Mi amiga me habló con dolor, pero también con una dignidad enorme. Y si algo me dejó claro, es que buscar la verdad, aunque duela, siempre será mejor que vivir atrapado en el miedo, o en las crueles crencias obsoletas y absurdas, de los Testigos de Jehová
EXPULSADOS DE LOS TESTIGOS DE JEHOVÁ
EL PAÍS presento el pasado viernes 12 octubre de 2025 el documental Expulsados de los Testigos de Jehová, una película con testimonios inéditos de antiguos miembros de la comunidad y que narra el viaje de sus protagonistas desde el ostracismo a la libertad.
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