COSAS DE GELY
Hay quien dice que la verdadera muerte es el olvido. Si esto es así, me parece que en el mundo debe haber muchos "cadáveres", o lo que es igual, una enorme cantidad de vivos muertos. Creo que la soledad y el olvido actualmente es el gran mal de nuestra sociedad. San Agustín de Hipona, parece querer decir algo semejante en la carta que escribe a su hermano Sapidas, en la que dice lo siguiente: La muerte no es el final, Hablad de mí como siempre lo habéis hecho. El hilo no se ha cortado. Todo esto me lleva a pensar cuando en realidad termina nuestra "existencia". Pero no se si en esta ocasión, seré capaz de desarrollar como me gustaría, dicho tema en este post.
La frase "la verdadera muerte es el olvido" me lleva a reflexionar sobre la verdadera naturaleza de la existencia humana y que la muerte física es un evento inevitable, pero que en cierto modo no es el final de nuestra existencia y que lo que realmente nos define como personas es nuestra memoria, nuestros recuerdos, y nuestro legado.
En mi opinión, la idea de que la verdadera muerte es el olvido es una idea muy profunda y significativa. Nos recuerda que la vida de una persona no termina cuando muere su cuerpo, sino que continúa en la memoria de los que quedan. Por lo tanto, es importante que no olvidemos a los que han muerto. Debemos recordarlos, hablar de ellos y honrarlos. De esta manera, podemos ayudar a que en cierto modo sigan viviendo en nuestros corazones. La memoria es lo que nos conecta con nuestro pasado y nos da identidad. Sin ella, somos seres anónimos, sin raíces ni sentido.
Creo que cuando somos olvidados, es como si nunca hubiéramos existido y que el olvido es un gran mal que sufre mucha gente en la actualidad. La soledad y el aislamiento pueden llevar al olvido, y el olvido puede llevar a la muerte.
En el mundo actual, el olvido es una realidad que amenaza a muchas personas. La soledad, la exclusión social y la falta de oportunidades pueden llevar al olvido. Esto es especialmente cierto en el caso de las personas mayores, las personas con discapacidad, y las personas que viven en la pobreza.
Aunque no soy creyente, he de reconocer que San Agustín de Hipona, un importante filósofo y teólogo cristiano, parece querer decir algo similar en su carta "La muerte no es el final" en ella expresa una visión esperanzadora y consoladora de la muerte y el olvido. San Agustín usa un lenguaje sencillo y directo para transmitir un mensaje de continuidad, cercanía y amor entre los vivos y los muertos, e invita a mantener vivo el recuerdo y el nombre de los que se han ido, y a confiar en el reencuentro en un plano superior donde no habrá dolor ni sufrimiento. Pide a sus amigos y familiares que no lo olviden después de su muerte. Él desea que su nombre sea pronunciado con el mismo amor y respeto que antes. Para Agustín, la muerte no es un final, sino una continuación de la vida.