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martes, diciembre 13, 2022

LA HISTORIA DE MARÍA Y LA PSICOLOGÍA

COSAS DE GELY

 

LA HISTORIA DE MARÍA Y LA PSICOLOGÍA

La historia de María (Nombre ficticio lugar de nacimiento desconocido edad carece de importancia) María acudió al psicólogo porque su médico de  cabecera dio por hecho que tenia depresión. No muy convencida, (pues ya había tenido una experiencia previa con este gremio que no sirvió para nada) finalmente decidió asistir a la consulta de la psicóloga. La verdad es que después del aislamiento de la pandemia "Estaba hecha un asco" como casi todo el mundo.

María cuenta que en la sesión con la psicóloga, "esta le preguntó cómo se encontraba y poco más. Dice que salió de allí “tranquila” y con otra cita cerrada, y detrás de esa hubo otra y otra más, sin que nadie le explicara que le pasaba. Y ¡oh sorpresa! en la siguiente cita  le habían cambiado la psicóloga. De nuevo vuelta a empezar. Al cabo de unas cuantas citas, María notó que el cambio de psicóloga fue para mucho peor, pues notó que estaba siendo inducida por la nueva psicóloga a visitar ciertos lugares como centros de meditación, tiendas de productos “vegetarianos“ etc… cosas que ella consideraba innecesarias porque conllevaban un gasto al que ella no podía hacer frente.

María por ciertos detalles se dio cuenta de que aquella persona (psicóloga) no le inspiraba ninguna confianza, y se dio cuenta que lo que necesitaba lo tenía en su círculo íntimo y en algunos conocidos de confianza, y decidió que, esto último era un camino mucho más efectivo que el de la psicóloga. De manera que María al día siguiente llamó para cancelar la cita con dicha señora.

Según María el enfermero que le cogió el teléfono para anular la cita, le pregunto porque dejaba la terapia, y ella le dijo que desconfiaba de la psicóloga y que salía de la consulta mucho peor que cuando entraba. Nunca más ha vuelto a un psicólogo".

Una amiga de María, llamada  Marta (nombre figurado, madrileña, años, más de 50), profesora, le contó que su psicoanalista le dijo, cuatro años después de que empezara a ir a terapia, que no volviera más, que no podía hacer nada más por ella. "Un shock", cuenta. "Fue como si me quedara huérfana". El psicoanálisis estaba en mi rutina, era una hora que esperaba durante toda la semana". Vamos, que en vez de un medio, se había convertido en un fin, algo que probablemente su terapeuta detectó. ¡Jajaja! Eso sí: financieramente hablando, Marta salió ganando, pues dejó de pagar los 75 euros a la semana, que le costaba cada consulta.

 


 

 

 



El escritor Allen Frances. En 2018 publicó su libro '¿Somos todos enfermos mentales?' (ed. Ariel) donde acuñaba y analizaba la 'medicalización de la normalidad' basada, según su opinión, en modas psiquiátricas, a las que acusaba de generar un sobrediagnóstico sistemático de enfermedades mentales. "No toda la tristeza es un trastorno depresivo mayor como quieren hacernos creer. No todas las preocupaciones son un trastorno de ansiedad generalizada", se quejaba, en una entrevista a 'CuerpoMente', donde, como en su libro, culpaba a las farmacéuticas de ser parte interesada en el ascenso vertiginoso de los diagnósticos de depresión o ansiedad.
 
Ojo, acusaba a las farmacéuticas, pero no solo a ellas. También aseguraba Frances que la redefinición, como trastorno mental, de experiencias que eran parte de la vida cotidiana "ha sido muy útil para algunas personas que se sienten consoladas al tener un diagnóstico y dejan de sentirse confundidas, solas y condenadas al sufrimiento". Y advertía de que muchas de ellas "son diagnosticadas por conflictos temporales que probablemente mejorarían por sí solos sin necesidad de fármacos".

Marian Donner nos dice en "Manifiesto en contra de la autoayuda" (Cúpula). "Los problemas se han privatizado". Y explica que "lo que la industria de la autoayuda ofrece no es más que un montón de trucos, colchones y "consejitos del día" que te enseñan a aguantar más. Todo para que participes mejor en este juego y te olvides de lo incomprensible que es el mundo en realidad. Para que aprendas a gestionar tu ira y tus miedos mientras aguantas lo inaguantable".

Cursos baratos y retiros caros para aprender felicidad

"Por solo 180 euros. Aprende las técnicas de la meditación y movimiento consciente para reducir el estrés, la ansiedad, mejorar el estado de ánimo y gestionar las emociones" (a ver, si es verdad que aprendes todas esas cosas por tan poco dinero, los psicólogos y psiquiatras deberían quedarse todos en el paro ya). Otra de las grandes tendencias en materia de remedios contra la insatisfacción es llenar el tiempo libre de cursos (presenciales u online) de programación neurolingüística, mindfulness, meditación, crecimiento personal o kundalini yoga...

¿Estamos buscando en la dirección equivocada?

Desde luego que muchos problemas psicológicos necesitan tratamiento, quién podría negar eso. Lo que sugieren los expertos consultados es, sencillamente, que no se está actuando sobre lo que se debería actuar. Donde Cano Vindel ve la necesidad imperiosa de prevención y formación emocional, Edgar Cabanas pone el foco no en lo individual, sino en lo social: "La salud mental es, principalmente, un problema social. Social en, al menos, dos sentidos: en que la salud mental de cada individuo es un problema que afecta a la sociedad en su conjunto y en que los problemas de salud mental (como la ansiedad, la depresión o el estrés) tienen una causa social más que individual. No es casualidad que el aumento de aspectos como la precariedad laboral (cuya relación está bien establecida) o la incertidumbre económica hayan venido acompañados de un incremento de síntomas depresivos y de una disminución del bienestar a nivel generalizado".

La mayor atención que en la actualidad le prestamos a la salud mental debería hacernos poner el foco en esos determinantes sociales, explica Cabanas, ya que de lo contrario, "caeremos en la trampa de patologizar, medicalizar e individualizar los problemas estructurales en pro de un reduccionismo que en la práctica estigmatiza y responsabiliza a las personas de su sufrimiento, lo cual es contraproducente". Al final, a lo mejor lo que tenemos que hacer es convenir con la rupturista Marian Donner en que lo que necesitamos no son pastillas, yoga o diarios de gratitud, sino darnos cuenta de que nosotros no somos el problema. Si sientes que no encajas en el mundo, decía Virginia Woolf, "quizá no deberías preguntarte qué problema tienes tú, sino qué problemas tiene el mundo". Pues eso, ¿qué problema tienes, hijo?

 

Fuente: elmundo.es