COSAS DE GELY
David Hume (1711-1776)
La eterna disputa del racionalismo vs. empirismo siguió viva en esta época gracias a la filosofía de David Hume, que se encargó de asestar el golpe final contra el racionalismo. Siguió las tesis de John Locke y planteó que el conocimiento -que como empirista relacionaba exclusivamente con los sentidos-, procedía de las ideas y de las impresiones. Sin embargo, como en ocasiones tenemos ideas que no encuentran el respaldo de nuestras impresiones, Hume añadió que existen dos tipos de enunciados: «demostrativos» y «probables», fácilmente confundibles. Los enunciados demostrativos proceden de la lógica, las ciencias exactas y el razonamiento deductivo, y son evidentes por sí mismos («2 +2 = 4»). Por su parte, los enunciados probables hacen referencia a cuestiones empíricas, que sólo se pueden constatar empíricamente («Paco está detrás de ese muro»). Sólo sabremos si es verdaderamente cierto yendo hasta el muro y mirando detrás: ahí estará Paco. Sin comprobarlo no podremos creerlo.
Otro elemento importante en
la filosofía de Hume, que rechaza completamente las «ideas innatas» de
las que hablaba Descartes, es el concepto de «costumbre» o «hábito», ya
que considera que muchas veces nos dejamos guiar por conocimientos
adquiridos por repetición. «El Sol sale todas las mañanas» es una
afirmación que todos apoyamos, pero lo hacemos por costumbre, por
hábito, no porque lo hayamos constatado científicamente. No podemos
asegurar que el Sol vaya a salir durante todas las mañanas que quedan en
el futuro. Todo lo que sabemos lo sabemos gracias a nuestros sentidos.
Después de Hume, el debate racionalismo vs. empirismo no volvió a ocupar
el protagonismo entre las cuestiones filosóficas, y los filósofos se
centraron en temas como la política, las leyes, el poder, la autoridad,
los derechos, la economía o la sociedad. Sigue leyendo aquí.
Fuentes: vaventura.com - buscabiografias.com