¡Hola amigos! Sabed que nos quieren dóciles, manejables, obedientes y sumisos. ¿Quiénes? Los
adoradores de Mammón, el demonio de la avaricia y la codicia ante el que
se arrodillan los esclavos del dinero. Mammón, dios de las riquezas,
del beneficio o la utilidad en el panteón de los fenicios según
eruditos, es quien reina verdaderamente en nuestro mundo.
Ahora les dejo con Javier Ruiz, que en el siguiente podcastsp describe magistralmente lo que puede ser un adorador de Mammón. Un abrazo.
¿Quien es Mammón?
Mammón fue un querubín que siguió a Lucifer como uno de sus principales lugartenientes en la rebelión de los ángeles. Fue derrotado por San Miguel y el resto de ángeles fieles a Dios, y cayó del Cielo junto a Satán y el resto de sus seguidores, transformándose en demonio.
“Mammón sale del infierno ayudado por un lobo, para venir al mundo a
corromper el corazón del hombre con la codicia”, Santo Tomas de Aquino describía a Mammón como uno de los pecados capitales: la codicia.
La idea del dinero como un dios que gobierna el mundo es antigua. En el Nuevo Testamento tenía nombre propio y sonaba ostentoso: Mammón, es la representación de la avaricia por las cosas materiales.
Para Shakespeare el oro era tan omnipotente como un dios porque, como decía en Timón de Atenas, “vuelve bello lo feo, justo lo injusto, noble al infame y joven al viejo”.
En la Biblia, Mammón se representa como símbolo de la riqueza en los
evangelios de Lucas y Mateo, apareciendo en algunas traducciones como
“abundancia deshonesta” y en otras simplemente como Mammón: “No os
hagáis tesoros en la tierra, donde la polilla y el orín corrompen y
donde los ladrones minan y hurtan. Nadie puede servir a dos señores; porque aborrecerá al uno
y amará al otro, o estimará al uno y menospreciará al otro. No podéis
servir a Dios y a Mammón” (Mateo 6:24).
Expuesto quien es Mammón pasemos a describir a los mammonazos de hoy: A los adoradores de Mammón que gobiernan hoy en el
mundo y le queman incienso al capitalismo salvaje y a la dictadura
global de los mercados, lo único que les importa es el dinero y para conseguirlo, les da igual explotar inmoralmente a las personas de su de su misma especie, pues estas para ellos simplemente son miserables maquinas que están a su disposición para satisfacer su hambre desmedida de riqueza.
Los "Mammonistas" son especialistas en rendir culto al oro, a su ego y a su mezquindad inagotable que les
incapacita para el amor, la solidaridad humana, y el
cuidado y buen trato a la naturaleza.
Los adoradores de Mammón son capaces de comercializan los bienes de la naturaleza, como por ejemplo el agua que es un derecho humano fundamental
para la vida, pero los devotos de Mammón la quieren
privatizada, regida por las leyes de la dictadura mundial de los
mercados.
Hoy en el asqueroso mundo en que vivimos todo se puede comprar y vender.
Recientemente en España hasta los
gusanos vomitan por los abusos desmedidos y los escándalos de corrupción
en las entrañas del poder económico y político. Los seguidores de Mammón están infiltrados por todas partes porque se saben protegidos en las
sombras de instituciones internacionales donde
se diseñan programas contrarios a la soberanía de los países y desde donde solo se nos cuentan mentiras.
Los cortesanos de la élite Mammona convierten todo lo que pasa por sus manos en una
mercancía más que puede ser explotada sin moral alguna y sin la más
mínima responsabilidad social, los mammones, son seres maléficos y diabólicos que piensan que en la vida el
dinero puede hacerlo todo y es por eso que son capaces de hacer cualquier cosa por dinero.
Hay una frase de Kissinger de 1973 con ocasión de la primera crisis
del petróleo que no tiene desperdicio dice así: “Dios ha puesto el petróleo en una zona del mundo donde ni
lo necesitan ni saben utilizarlo. Nosotros sabemos usarlo y lo
necesitamos”. Juzguen ustedes mismos la frasecita.
La vida humana debiera estar muy por encima de las migajas que el
poderoso don Mammón quiere dejarle a los habitantes del planeta.
Morris
Berman cita en uno de sus libros el trabajo “Superclass (Superclase) de
David Rothkopf, en el que identifica “una élite global de alrededor de
6000 individuos que dirigen el espectáculo, a nivel mundial, y las
principales cincuenta instituciones financieras que controlan casi 50
billones de dólares en activos”. Conspiración o no, dice Berman, los
resultados son los mismos.
¿Será posible algún día impregnar nuestra humanidad de otros valores que nos
conduzcan a luchar por ser y no sólo a luchar por tener cueste lo que
cueste y pasando por encima de quien sea? Hay quienes advierten que si no
se reacciona con rapidez ante los embates globales del demonio de la
avaricia, Mammón, “se establecerá una especie de
fascismo-capitalista-religioso del que será muy difícil salir porque
lo domina todo”.