COSAS DE GELY
LAS GOTAS QUE SE DESVANECEN
Imagina que estás bajo un cielo amplio, de un azul grisáceo, que envuelve todo a su alrededor, cubriendo tanto lo visible como lo invisible. El aire está tranquilo, cargado de una calma contenida, como si algo estuviera a punto de suceder, pero aún se mantiene suspendido en el tiempo.
De repente, en el cielo aparece un brazo que sostiene un cuenco dorado lleno de agua de un azul luminoso. Por los bordes del cuenco saltan persistentemente multitud de gotas, pero sorprendentemente, ninguna de ellas se derrama al caer. En lugar de eso, cada una de ellas van desapareciendo suavemente, como si nunca hubieran existido. Cada gota al caer lleva su propio ritmo, y misteriosamente todas ellas se disuelven en el aire.
Al reflexionar sobre este sueño, llegué a la conclusión de que hay algo profundamente sereno en esa escena. Fue como si la naturaleza me estuviera diciendo: "No tengas prisa, todo tiene su momento". Las gotas no se derraman porque no es necesario. No hay un desborde, solo una calma absoluta. El fluir del agua es un símbolo de la vida misma: un ir y venir constante que no necesita urgencias ni presión para existir. Es suficiente con su propio fluir y con su quietud.
El brazo, del que brotan ramas que se curvan suavemente, pienso que también tiene un significado. Las ramas, llenas de hojas verdes, le dan al brazo una sensación de renovación y vitalidad, como si crecieran desde su propia base, en un proceso natural.
Todo esto flota en el aire. No hay peso, no hay límites. Todo se mueve de manera fluida, como si no estuviera atado a la tierra, suspendido entre lo físico y lo intangible, pero profundamente presente. La escena es tranquila y sin preocupaciones. Todo está en su lugar, como un instante congelado en el tiempo, pero lleno de significado.
Este sueño me resultó tan agradable que al igual que el anterior de la garrafa de cristal, sentí la necesidad de pintarlo en un lienzo.
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