lunes, diciembre 09, 2024

EL ECO DE NUESTROS ORIGENES

COSAS DE GELY
 
 
 EL ECO DE NUESTROS ORIGENES

Hace miles de años, en una época en la que el hombre aún no sabía cómo preguntar sobre el origen de las estrellas, una antigua civilización ya guardaba en sus templos secretos que, con el tiempo, el mundo moderno descubriría solo parcialmente. En las sombras de las grandes pirámides de piedra, se contaban historias que no solo hablaban de dioses creados en la mente de los hombres, sino de seres de otros mundos que, según algunos, habían visitado la Tierra mucho antes de que los primeros humanos tomaran conciencia de su existencia.

Los astrónomos de aquella época, como los sacerdotes de otras culturas, observaban las estrellas con una fascinación que solo podría haber sido inspirada por una fuerza superior. Ellos no solo veían luces brillantes en el cielo; ellos veían portales. Portales que conectaban diferentes mundos, tal vez incluso diferentes dimensiones del tiempo y el espacio. En sus textos, secretos entrelazados con símbolos y constelaciones, hablaban de un origen compartido, una chispa que encendió la vida, no solo en la Tierra, sino en todo el universo.

En aquellos tiempos, se susurraba que los dioses, quienes gobernaban el firmamento, no eran simples creaciones de la mente humana, sino seres de inteligencia avanzada provenientes de las estrellas. Los sabios aseguraban que estos seres llegaron de un tiempo muy anterior al nuestro, cuando el universo aún estaba en sus primeros momentos. La teoría del Big Bang, que hoy los científicos describirían como el principio de todo, era conocida por ellos, aunque en su lenguaje y simbolismo, hablaban de "la gran explosión de la creación", un evento cósmico que trajo consigo no solo la materia, sino también el misterio de la vida.

Un día, cuando el sol estaba en su punto más alto y la brisa ligera acariciaba las antiguas piedras del templo, un joven sacerdote de la civilización observó una extraña formación de estrellas que parecía moverse en patrones nunca antes vistos. Fue en ese momento cuando escuchó, por primera vez, la voz que provenía de las estrellas. No era una voz física, sino una vibración en el aire, una melodía que parecía provenir de un tiempo y un lugar más allá de su comprensión.

Los antiguos sabían que el universo no era algo muerto, sino que tenía un propósito. La vida, tal como la entendemos, no era una casualidad; era parte de un plan mayor. Ellos creían que las semillas de la vida habían sido sembradas en la Tierra por seres que vinieron de otros mundos, seres que se habían encontrado con nuestro planeta mucho antes de que la humanidad comenzara a caminar sobre la Tierra. Y cuando estos seres llegaron, trajeron consigo las primeras formas de vida, las moléculas que luego evolucionarían hasta convertirse en los primeros organismos.

El joven sacerdote comenzó a investigar, visitando otros templos y hablando con sabios de tierras lejanas. Todos coincidían en una historia común: los dioses vinieron del cielo, y a través de su conocimiento, les ofrecieron a los humanos las primeras herramientas para entender la vida. Pero lo más asombroso que descubrió fue que esos dioses no solo les trajeron conocimiento, sino que también les mostraron un "camino" que conectaba la Tierra con otros mundos. No era un camino físico, sino una comprensión profunda, una conciencia compartida entre diferentes civilizaciones dispersas por el cosmos.

Con el paso del tiempo, los dioses, o los seres de otro mundo, comenzaron a desaparecer. Tal vez porque la humanidad ya no los necesitaba, o quizás porque el tiempo había llegado a su fin en este ciclo de la creación. Sin embargo, dejaron atrás pistas de su existencia: las pirámides, los templos, las estrellas. Pero, lo más importante, dejaron una semilla: la humanidad, dotada de la capacidad de explorar más allá de los límites conocidos, de mirar al cielo y preguntarse, ¿quiénes somos realmente?

Pasaron siglos y el conocimiento sobre los dioses del cielo se desvaneció, convirtiéndose en mitos y leyendas. Las grandes civilizaciones colapsaron, y el hombre, con su pequeño conocimiento, comenzó a descubrir el mundo a su alrededor de una manera más racional. La ciencia emergió, trayendo consigo explicaciones sobre el origen del universo: el Big Bang, la expansión cósmica, las leyes de la física que explicaban el nacimiento de las estrellas y los planetas. Pero algo seguía sin resolverse: ¿cómo pudo haber surgido la vida, en un lugar tan lejano y solitario como la Tierra?

Fue en el siglo XXI cuando un grupo de científicos comenzó a explorar una teoría fascinante: la panspermia, que sugiere que la vida en la Tierra podría no haber surgido de la nada, sino que tal vez fue llevada aquí por cometas o meteoritos que viajaron desde otros planetas o incluso otros sistemas solares. Esta idea renovaba la posibilidad de que la vida, en lugar de ser un accidente cósmico, fuera un fenómeno más común en el universo, sembrado por inteligencias superiores, como los seres descritos en las antiguas leyendas.

La ciencia, sin embargo, aún no tiene todas las respuestas. Mientras tanto, aquellos que miran al cielo y se preguntan si estamos realmente solos en el universo siguen buscando señales de vida extraterrestre. Los avistamientos de objetos voladores no identificados, los misteriosos encuentros de la humanidad con lo inexplicable, parecen ser solo el eco lejano de un encuentro que ocurrió hace mucho tiempo, un encuentro entre los humanos y aquellos que un día nos mostraron el camino.

Y así, el joven sacerdote, que ya no es tan joven, sigue buscando respuestas. En sus sueños, las estrellas le hablan. La vibración que alguna vez sintió en el templo ahora es un eco que resuena en su mente, una melodía que le recuerda que el universo es mucho más grande de lo que podemos comprender, y que la historia de la creación, la vida y el destino de los seres humanos podría estar escrita no solo en la Tierra, sino en las estrellas.

Con este relato he tratado de entrelazar las ideas de ciencia, religión, mitología y extraterrestres. En esta modesta narración  he tratado de imaginar lo que pudo haber ocurrido en el pasado, lo que puede estar sucediendo en el presente y que podría suceder en el futuro.
 


 

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