COSAS DE GELY
EL PROGRESO ¿QUE MIERDA ES ESO?El progreso, que mierda es eso, que lo material haya sustituido a lo racional y la cordura, que hayan desperecido los valores que nos diferenciaban de los animales.
Nos hemos convertido en una sociedad enferma y egoísta en la que el sentimiento de soledad aumenta día a día, tanto en personas mayores como en las generaciones más jóvenes.
La sociedad actual está deshumanizada y diría que hasta narcotizada ante el dolor y el sufrimiento de sus semejantes. Hemos llegado a tal grado de insensibilización y dureza que el suicidio se ha convertido en la única salida para muchas personas incapaces de vivir en un mundo tan asqueroso y egoísta.
Prueba del grado de deshumanización al que hemos llegado es el 024, teléfono puesto a funcionar el 10 de mayo pasado por el ministerio de sanidad para prevenir el suicidio. ¡Ojalá me equivoque! pero mucho me temo que sirva de poco.
Mucho me temo, que tanto el 024, como psiquiatras y psicólogos, ante la pregunta ¿por qué siento que no le importo a nadie? poco puedan hacer.
La soledad, la desesperanza, la desesperación y el egoísmo es lo que más abunda hoy. En esto y en destrozar el planeta es en lo que más hemos progresado.
Gely Sastre
Establecía el filósofo y ensayista español Julián Marías Aguilera (1914-2005) una distinción muy específica entre dos estados emocionales en todo ser humano: sentirse desesperanzado o estar desesperado. Decía Julián Marías: que “mientras en la desesperanza cada quien piensa que su situación podría continuar así, indefinidamente, la desesperación, en cambio, implica que uno concibe que su estado no puede seguir soportándose y que, para bien o para mal debe hacerse algo; En otras palabras, aunque es poca o ninguna la diferencia, en la desesperanza el individuo se instala y en la desesperación, la misma persona se revuelve para evadirla. Pero, no son pocas las implicaciones sociopolíticas”.
Julián Marías Aguilera
Cuando la vida se vuelve en contra, y se van acumulando las adversidades, las decepciones y la tristeza, estas, favorecen la aparición de la desesperanza. La desesperanza es el fruto del cansancio mental y la fatiga emocional. Si llegamos a sentirnos vacíos y sin esperanza, ello repercutirá en nuestro estado anímico, y en todo nuestro organismo.
La desesperanza puede llegar a ser un “gran martillo” que nos golpee tan fuerte, que es capaz de destrozarnos las ilusiones e incluso, nuestras ganas de vivir. Se alimenta de la amargura producida por los malos momentos. Si caemos en ese pozo oscuro y desolador, nos costará mucho volver a salir.
Cuando alguien sufre este tipo de emociones, sufre una pérdida del significado de su propia vida. Esto puede ocasionar algo realmente peligroso, debido a que de no encontrar otra salida, pueden optar por una acción tan terrible como es el suicidio.
Una persona sin esperanza sentirá la pérdida de significado de su propia vida y no le encontrará sentido a nada. Ello también afectará a su autoestima, y experimentará una sensación de indefensión y un gran vacío que agravará más la situación.
La desesperanza hace que sintamos una gran apatía, cansancio físico y emocional, y un desinterés total por todo aquello que nos rodea y nos afecta.
Daniel Molina, Psicólogo
No hay comentarios:
Publicar un comentario