COSAS DE GELY
De la misma forma en que es posible definir etapas de crecimiento individual tales como la infancia, la pubertad, la adolescencia, la madurez orgánica del adulto y la vejez, también las sociedades y la humanidad en su conjunto cumplen procesos de desarrollo. Estos están determinados por tendencias globales que afectan, en mayor o menor grado, a todos los individuos.
Querámoslo o no, formamos parte de un macroorganismo que nos afecta y al que también afectamos.
Toda unidad orgánica, independientemente de su nivel, se rige por leyes similares y, lo que podría denominarse Conciencia Planetaria, no escapa a estas leyes de los sistemas organizados. Nuestro cuerpo orgánico individual v nuestro cerebro son un modelo excelente que manifiesta la operación de estas leyes.
Estamos constituidos por una cantidad casi astronómica de células organizadas en tejidos, órganos y sistemas. Cada célula de nuestro cuerpo es una unidad que elabora y procesa su alimento, lo desecha y cumple una función, en estas estructuras egocéntricas de comodidad, tal y como Alberto Guevara Rojas denominaba a las células de nuestro cuerpo. Pero al mismo tiempo, cada célula contiene un modelo de información acerca de la totalidad, y es influida por la unidad orgánica de la cual forma parte.
Esta situación en la que cada elemento de una totalidad posee cierto grado de independencia (pero simultáneamente de dependencia con respecto a la unidad de la cual forma parte) y, por otro lado, ejerce una función específica que contiene al mismo tiempo información del conjunto, se observa en todaorganización. En el cerebro humano, impera la misma situación. Cada neurona contiene la información de todo el cerebro y depende, parafuncionar, de la integridad cerebral, pero simultáneamente posee cierta independencia con respecto al conjunto y realiza funciones especificas. La física contemporánea en uno de sus capítulos, la óptica holográfica, ha desarrollado un modelo (el holográfico) basado en las consideraciones anteriores. Un holograma es una fotografía tridimensional en la cual cada una de sus partes contiene información acerca de la totalidad. De acuerdo con el modelo holográfico, todo el Universo es un holograma porque en el espacio también cada uno de sus puntos concentra información acerca de la totalidad.
Para que un organismo pueda ser catalogado como tal, se requiere que existan interacciones entre todos sus elementos. Sabemos, por los últimos descubrimientos psicofisiológicos, que el cerebro humano mantiene un constante intercambio energético con el resto de los cerebros a través de la creación y de la expansión de Campos Neuronales.1 Sabemos también que estos campos crean una especie de red de interacciones sostenidas por la estructura del espacio. Esta red vibrante, viva y dinámica, constituye el nivel más refinado de la Noosfera. 2 y en ella se inscribe el conjunto de la actividad cerebral de la especie humana.
Otra clase de individuos que ha trascendido el misterio de su Unidad Corporal y comienza a tener atisbos del Hipercampo y de la Conciencia
Planetaria, percibe algunos de sus flujos y sus dinámicas. De entre nosotros, sin embargo, casi nadie ha sido capaz de llegar a la Unidad Hipercámpica y, por lo tanto, a la Conciencia Planetaria. Cada paso de desarrollo expansivo, cuando es genuino, alimenta la Conciencia individual con una especie de gozo, ya que la expansión de la Conciencia, al producirse, conecta al individuo con la misma energía que ha activado la evolución de las unidades complejas a partir de los elementos simples. Poseemos un cuerpo orgánico constituido por miles de billones de elementos organizados e interactuantes. Para llegar a este milagroso portento de la Unidad Corporal, desde el principio de los tiempos tuvo que existir una tendencia hacia la unificación. De esta forma, un electrón se unió con un protón dandolugar al primer átomo: el hidrógeno. Esta unidad relativamente simple, se unificó con otras unidades de su mismo nivel para producir una totalidad más compleja: el helio. A su vez el helio sufrió un proceso similar y, poco a poco, se fueron creando unidades más complejas, de un mayor número de elementos organizados. Apareció el carbono y, después, la célula, el tejido y el órgano, producto formidable de la tendencia universal hacia la unificación, centralidad y complejidad, tal y como las denominaba Theillard de Chardin, el primer pensador que fue capaz de darse cuenta de la dirección de la energía evolutiva. Decía antes que cada paso que la Conciencia individual da en el camino de su expansión hacia la Unidad, llena de gozo. Este gozo es el acceso al misterio de la unificación. Si una célula de nuestro cuerpo fuera capaz de tener acceso a nuestra Conciencia individual, resplandecería iluminada por su unidad con la totalidad de la cual forma parte. De la misma manera, un ser humano que logra alcanzar la Unidad con el Hipercampo y con la Conciencia Planetaria se llena de gozo al lograr la unidad de su Conciencia individual con la totalidad a la que pertenece. A este acceso de un elemento hacia la totalidad del organismo del cual forma parte, lo llamamos Expansión de la Conciencia.
En otras palabras, sabiendo el estado de la Unidad Planetaria a la que pertenecemos, seremos capaces de ejercer nuestro derecho a influirla en una dirección adecuada y colaborar con su evolución. A su vez, este impulso contribuirá al desarrollo de una Unidad todavía más trascendente y expansiva.
En este sentido, cuando afirmo que la Conciencia individual forma parte de una Conciencia Planetaria y que la estructura energética de la misma es el Hipercampo y su cuerpo orgánico el Planeta Tierra, no estoy suponiendo que esta unidad sea el último nivel al que podemos tener acceso. Más allá del Hipercampo y de la Conciencia Planetaria existen otros estratos de unificación. También el instrumento adecuado para tener acceso a ellos es la Meditación.
Fuente: Jacobo Grinberg
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