COSAS DE GELY
Existen varios conceptos japoneses que nos pueden ayudar a conectarnos con una vida más plena y llena de sentido y significado. En esta nota, te compartimos tres de ellos que nos ayudarán para conectar con nuestro propósito y cambiar de perspectiva ante los problemas.
La psicología japonesa hunde sus raíces en un tipo de filosofía de vida muy particular. Racionalizan sus emociones y las canalizan de un modo espiritual. Asimismo, tienen una alta consideración por sus familiares, por su comunidad y por cuidar esa imagen del “yo” donde el respeto al otro es máximo, donde la confianza intergrupal es algo que atender y favorecer a diario.
KINTSUKUROI – REPARACIÓN EN ORO
El Kintsugi o Kintsukuroi es una técnica japonesa del siglo XV para reparar objetos cerámicos uniendo las partes rotas con barniz o resina espolvoreada con oro. Es el arte de reparar objetos, enalteciendo la zona dañada.
Este método plantea que cada fractura del objeto forma parte de la historia del mismo. Es por eso que la pieza resultante no solo no esconde sus fracturas/heridas, sino que las convierte en su aspecto más bello, ya que la reparación se destaca en oro o plata. En algunas zonas por ejemplo, se usa un exceso de producto para destacar la fisura. Cada golpe o cicatriz del objeto, nos cuenta sobre su la vida y gracias a su estética tan particular termina siendo su aspecto más enaltecido.
Lo importante no es solo la técnica, sino la filosofía que plantea el kintsukoroi. Nuestras dificultades, problemas y cicatrices que poseemos a partir de distintas experiencias de vida, no son un signo de debilidad y vulnerabilidad sino que indican nuestra fortaleza.
Sabemos que diversas circunstancias nos dejan marcas, pero al igual que las piezas de cerámica. Estas marcas nos hablan de quiénes somos, de nuestra historia y sobre todo de nuestra capacidad de superación.
Esta filosofía nos ayuda a poder valorar los conflictos de una forma más positiva. Las roturas no hay que ocultarlas, hay que destacarlas: son las que nos diferencian de otras personas y nos hacen ser quiénes somos. Nuestras grietas nos hablan de la capacidad que tenemos de sobreponernos a las situaciones, de nuestra resiliencia. Las adversidades son oportunidades para fortalecernos.
Lo más preciado y a la vez lo más temido de la vida es la incertidumbre. Nunca sabemos lo qué va a suceder, y mucho menos podemos controlar el paso del tiempo y el desarrollo de algunos hechos. Lo que alguna vez nos pareció seguro, en algún momento deja de serlo. El término aware mono no aware es uno de los conceptos más bellos para ilustrar este hecho, ya que tiene que ver con la conciencia de que todo lo que existe, es temporal y transitorio.
Allí reside la belleza de las cosas, en su fugacidad y finitud. Este darse cuenta de la transitoriedad de los momentos, en lugar de ser tomado de manera desesperada y nihilista; es visto como una forma de poder apreciar de manera aún mayor los sucesos de nuestro mundo y de disfrutar desde un estado presente, y más consciente de los mismos.
Este concepto japonés se refiere al agridulce sentimiento de ver las cosas cambiar, es decir de cierta melancolía y tristeza ante lo cambiante; pero teniendo en cuenta también la capacidad de sorprenderse y conmoverse ante lo nuevo. La fugacidad de las relaciones, los cambios, el paso del tiempo; no deben ser llorados sino apreciados en su propia impermanencia. En ella, radica la belleza.
Para entender este concepto, se podría hacer un paralelismo con las Flores de cerezo o Sakura. Éstas son efímeras, caen al suelo unos días después de florecer. Es precisamente la evanescencia, lo que conmueve a los japoneses, que las observan con gran sensibilidad y conmoción pero también con cierta melancolía ante lo que representan: la fugacidad del paso del tiempo.
El término ikigai Hace referencia aquello que da significado y sentido a nuestra vida y existencia; lo que nos mueve. Está íntimamente conectado con nuestro deseo más profundo y nuestra pasión. Es la realización de aquello que queremos y deseamos, en definitiva nuestro propósito.
La búsqueda del ikigai no es para nada fácil. Implica un proceso, un análisis interno profundo para cualquier persona. Esta búsqueda debe ser sumamente personal, no hay fórmulas mágicas, implica un gran autoconocimiento e introspección. El descubrimiento de nuestro ikigai consiste en un trabajo que puede durar toda la vida. Pero no encontraremos nuestra verdadera pasión desde la comodidad de nuestra cama. Hay que experimentar, ponernos a prueba, descubrir qué nos llena de placer realmente, ir probando cosas nuevas.
Los cuatro componentes del ikigai son:
1)Lo que amo.
2)Lo que el mundo necesita.
3)Aquello por lo que pueden pagarme.
4) Aquello en lo que soy bueno.
En este sentido, algunas preguntas que pueden servirnos en esta búsqueda son: “con qué actividades el tiempo se me pasa volando?”; “qué me gustaba realizar cuando era niño o niña”; “en qué ámbitos me siento cómodo”; “qué me resulta fácil de hacer?”.
Fuente: http://dotadot.com/
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Algunos psicólogos españoles, deberían aprender de estas técnicas con el fin de corregir errores como los siguientes:
1. Aconsejar al paciente o decirle qué debe hacer.
2. Cuando tratan a ancianos, contactar con sus familiares sin consultarlos.
3. Romper el secreto profesional.
4. Determinar si la historia del paciente es «verdadera» o «falsa».
5. Establecer un juicio clínico precipitado.
6. Tener prejuicios.
7. Continuar con una intervención que no funciona.
8. Minimizar el problema.
9. Propiciar la dependencia del paciente.
10. Contacto demasiado cercano o distante.
11. Ignorar los retrasos o cancelaciones inesperadas de las citas.
Gely Sastre
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