COSAS DE GELY
UN MUNDO DESOLADOR DE GUERRAS E INFAMIAS
No es una invención mía, es un hecho real e incuestionable, el mundo se ha convertido en un escenario desolador, en donde la desigualdad y la injusticia reinan con puño de hierro. La riqueza se concentra en las manos de unos pocos, mientras que la masa se ahoga en la miseria. No podrá ser justo nunca un mundo donde el dinero lo es todo, y las personas se convierten en meras herramientas para la avaricia de unos pocos.
Las calles son un reflejo de la podredumbre. Los lujosos escaparates contrastan con la mirada hambrienta de los mendigos que duermen en la calle tapándose con cartones. La opulencia obscena de los ricos que se pavonean en yates y mansiones, mientras que multitud de personas viven hacinadas en barrios marginales, luchando por un pedazo de pan.
La justicia se ha convertido en un lujo inalcanzable para muchos. Los poderosos manipulan las leyes a su favor, mientras que los más vulnerables quedan a merced de un sistema corrupto e ineficiente. Los tribunales son un campo de batalla donde solo triunfan los que pueden pagar un buen abogado.
La deshumanización es la norma. Las personas son tratadas como números, como objetos, como meras herramientas para el beneficio de unos pocos. Se les explota, se les manipula, se les desecha sin ningún miramiento. La vida humana ha perdido valor.
El medio ambiente agoniza. La codicia desenfrenada ha saqueado la Tierra, contaminando el agua, el aire y la tierra. Los bosques se talan, las especies se extinguen, el clima se vuelve cada vez más hostil. La supervivencia del planeta está en riesgo.
La esperanza se diluye en la desesperanza. La apatía y la resignación se apoderan de muchos, mientras que otros se rebelan contra la tiranía de la desigualdad. La lucha por un mundo más justo es una batalla cuesta arriba, pero es la única que puede salvarnos de la destrucción.
En este mundo cruel, donde la codicia y la indiferencia son los motores que mueven a la sociedad, solo queda una pregunta: ¿Hasta cuándo permitiremos que la injusticia reine?
La justicia se ha convertido en un lujo inalcanzable para muchos. Los poderosos manipulan las leyes a su favor, mientras que los más vulnerables quedan a merced de un sistema corrupto e ineficiente. Los tribunales son un campo de batalla donde solo triunfan los que pueden pagar un buen abogado.
La deshumanización es la norma. Las personas son tratadas como números, como objetos, como meras herramientas para el beneficio de unos pocos. Se les explota, se les manipula, se les desecha sin ningún miramiento. La vida humana ha perdido valor.
El medio ambiente agoniza. La codicia desenfrenada ha saqueado la Tierra, contaminando el agua, el aire y la tierra. Los bosques se talan, las especies se extinguen, el clima se vuelve cada vez más hostil. La supervivencia del planeta está en riesgo.
La esperanza se diluye en la desesperanza. La apatía y la resignación se apoderan de muchos, mientras que otros se rebelan contra la tiranía de la desigualdad. La lucha por un mundo más justo es una batalla cuesta arriba, pero es la única que puede salvarnos de la destrucción.
En este mundo cruel, donde la codicia y la indiferencia son los motores que mueven a la sociedad, solo queda una pregunta: ¿Hasta cuándo permitiremos que la injusticia reine?
Estamos viviendo en un mundo en llamas, en una era de infamias y caos
Y pensar de ello muchos todavía no se han dado cuenta del escenario apocalíptico en el que vivimos...
Y pensar de ello muchos todavía no se han dado cuenta del escenario apocalíptico en el que vivimos...
Vivimos en un mundo donde la violencia, la corrupción y la miseria reinan sin control.
Vivimos en un mundo donde se suceden guerras interminables que devastan países, dejando a su paso un rastro de muerte y destrucción.
Os dejo una recopilación de guerras que actualmente siguen activas:
Gaza, Ucrania, Burkina Faso, Somalia, Sudán, Myanmar, Nigeria, Siria, Yemen etc. Os dejo este anexo: Guerras y conflictos actuales.
Vivimos en un mundo donde existen gobiernos tiránicos que oprimen a sus ciudadanos, silenciando cualquier disidencia.
Vivimos en un mundo donde las catástrofes naturales son cada vez más frecuentes e intensas que siembran el terror y la desolación.
En este mundo cruel, los desaprensivos nadan en dinero mientras millones de personas agonizan en la miseria. La indiferencia y la apatía se han apoderado de muchos, mientras que otros luchan por un futuro mejor.
Es una realidad cruda y lacerante, pero no podemos negarla. Vivimos en la era de la desigualdad, una época oscura donde la humanidad se tambalea al borde del precipicio.
¿Qué podemos hacer? La respuesta no es sencilla. Se necesita un cambio radical en la forma en que concebimos el mundo. Un cambio que ponga en el centro a la persona y no al dinero. Un cambio que valore la solidaridad, la justicia y la compasión.
Solo entonces podremos construir un mundo mejor, un mundo donde la era de la desigualdad sea solo un recuerdo lejano.
Es una realidad cruda y lacerante, pero no podemos negarla. Vivimos en la era de la desigualdad, una época oscura donde la humanidad se tambalea al borde del precipicio.
¿Qué podemos hacer? La respuesta no es sencilla. Se necesita un cambio radical en la forma en que concebimos el mundo. Un cambio que ponga en el centro a la persona y no al dinero. Un cambio que valore la solidaridad, la justicia y la compasión.
Solo entonces podremos construir un mundo mejor, un mundo donde la era de la desigualdad sea solo un recuerdo lejano.
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