COSAS DE GELY
LA MUERTE EN EL JUDAÍSMO
¿la muerte en el judaísmo?
Funerales judíos
El cuerpo recibe el mismo trato que el «Séfer Torá» Por lo tanto, se cubre inmediatamente con una sábana para que no quede al descubierto.
Al morir, se debe dejar descansar el cuerpo sin tocarlo por lo menos unos minutos hasta que el calor corporal se haya extinguido e inmediatamente hay que bajar el cuerpo al piso.
Funerales judíos
El cuerpo recibe el mismo trato que el «Séfer Torá» Por lo tanto, se cubre inmediatamente con una sábana para que no quede al descubierto.
Al morir, se debe dejar descansar el cuerpo sin tocarlo por lo menos unos minutos hasta que el calor corporal se haya extinguido e inmediatamente hay que bajar el cuerpo al piso.
Esto se debe a que el piso nunca puede ser impurificado por nada y el cuerpo descansa al estar en contacto con la tierra o con el suelo.
Luego de esto, se encienden dos velas, una en la parte de la cabeza y otra hacia los pies.
El significado de las velas en este momento y en todos los momentos por venir es también muy profundo y se relaciona con la idea de la trascendencia: Todos sabemos que cuando una vela se extingue no se ha extinto la luz del universo.
De la misma manera, cuando la parte física del ser se extingue eso no significa que su luz se haya apagado. Y además, cuando se enciende una vela de otra, se puede decir que la segunda es una verdadera extensión de la primera.
Los primeros 7 días de la muerte
Durante estos siete días, los deudos permanecen en su casa y se intenta organizar todos los rezos ahí mismo. Esto es para que puedan procesar su duelo sin distracciones y para que puedan recibir la visita de todos sus seres queridos y amigos quienes tienen el deber de acudir a acompañar a los deudos.
Uno de los preceptos más importantes del judaísmo es precisamente éste ya que no sólo ayuda a los deudos a pasar estos momentos en compañía de otras personas, sino que permite que los visitantes aprendan más sobre la vida de quien ha fallecido y se aumente su luz a través de sus enseñanzas de vida.
la rutina de estos siete días es prácticamente idéntica. Se llevan a cabo tres rezos diarios, uno en la mañana y otros dos al atardecer y al caer la noche. En cada día un rabino o familiar dedica unas palabras en honor de la persona fallecida.
Durante los siete días los deudos tienen prohibido quitarse la ropa rasgada, no pueden bañarse por placer (El aseo mínimo está permitido) no pueden perfumarse o untarse cremas o aceites, no deben cortarse el cabello y las uñas (Esto se extiende treinta días), no deben usar calzado de cuero y deben evitar el contacto íntimo con su pareja
En el séptimo día, después de rezo de la mañana se lleva a cabo la ceremonia de «Levantamiento», en esta ceremonia se recitan varios versículos de la Torá y los profetas donde se menciona que todo duelo debe llegar a su fin y que Dios lleva consuelo a todos los que han tenido alguna perdida. se toma de la mano a los deudos y se les levanta de los asientos que estaban en el suelo. El efecto emocional de esta ceremonia es muy poderoso ya que literalmente saca del duelo a los familiares y los lleva a la siguiente fase que será detallada más adelante.
KRIAH UN RITUAL DE LUTO
La cremación
La cremación está severamente prohibida en el judaísmo.
Primero porque es una forma de negar la resurrección de los muertos pero también porque atenta contra el proceso natural de degradación del cuerpo que de paz al alma. Obviamente, cuando alguien es cremado contra su voluntad eso no implica un pecado ni un impedimento para que, de merecerlo, su ser resucite en el mundo por venir.
El cuerpo es socio del alma en su labor en este mundo y debe ser tratado con absoluto respeto y darle un sitio para que, en las fechas específicas, el alma se reencuentre con él. Cremar el cuerpo sería negar la trascendencia de la parte física del ser humano. Sería como quemar un Rollo de la Torá sólo para demostrar que el mensaje es lo importante, pero sería negar que sin el pergamino y la tinta ese mensaje jamás podría haber sido transmitido.
Como jamás quemarían un Sefer Torá (Rollo de las escrituras) tampoco quemarían un cuerpo.
El duelo
Los primeros Siete días son los más severos en cuanto al duelo como tal, sin embargo, después de la ceremonia de «Levantamiento» aún se debe guardar treinta días por los familiares cercanos y treinta y un días en el caso de un padre o una madre. (Esto se debe a que los hijos siempre le deben más honor a sus padres que a cualquier otra persona),
En estos Treinta días los hombres se dejan crecer el cabello y la barba y las mujeres evitan maquillarse o arreglarse mucho (El maquillaje sencillo y normal para trabajar o salir de casa está permitido), todo esto ayuda a ir de fase en fase en el duelo y, al mismo tiempo que sana el dolor de la perdida, ayuda a no olvidar en la práctica a un ser querido y prepara el terreno para la siguiente fase.
Los doce meses luego del fallecimiento son de duelo solamente para los hijos del difunto, Al terminar los treinta días se hace una visita al panteón. No es bueno visitar demasiado el panteón más que en las fechas dispuestas para ello. Esto ayuda a que los deudos puedan superar su duelo y salir adelante después de la pérdida.
Lo prohibido
En el funeral Judío no se usa nunca música ni se llevan flores. Nadie debe comer, ni beber, ni fumar en el panteón o en el lugar donde se encuentra el difunto antes de ser enterrado.
RITUALES JUDÍOS Y COSTUMBRES
En el caso del judaísmo, la muerte no es el fin absoluto, sino una transición hacia otra realidad. Según la tradición judía, el ser humano está compuesto por dos partes: el cuerpo y el alma. El cuerpo es el vehículo que nos permite interactuar con el mundo material, mientras que el alma es la chispa divina que nos conecta con Dios. Cuando morimos, el cuerpo vuelve al polvo de donde provino, pero el alma continúa existiendo en otro plano.
Para entender mejor qué es la muerte para los judíos, podemos recurrir a una metáfora: la imagen de perfil. Cuando creamos una cuenta en una red social, elegimos una imagen que nos representa y que muestra a los demás cómo somos o cómo queremos ser vistos. Esa imagen no es nuestra esencia, sino una proyección de nuestra personalidad. Sin embargo, nos identificamos con ella y le damos mucha importancia.
Del mismo modo, nuestro cuerpo es como una imagen de perfil que usamos para relacionarnos con el mundo. No es lo que somos realmente, sino una manifestación de nuestro ser. Sin embargo, nos apegamos a él y le damos mucho valor. Cuando morimos, nuestra imagen de perfil desaparece, pero nuestra cuenta sigue activa. Nuestro alma sigue existiendo y puede comunicarse con otras almas, aunque no de la misma forma que lo hacía con el cuerpo.
La muerte, entonces, es como cambiar de imagen de perfil. No perdemos nuestra identidad, sino que la expresamos de otra manera. Nuestra alma sigue siendo la misma, pero se libera de las limitaciones del cuerpo y se acerca más a Dios. Por eso, los judíos no temen a la muerte, sino que la ven como una oportunidad de crecimiento espiritual y de reencuentro con su origen divino.
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