EL UNIVERSO Y NUESTRO UNIVERSO INTERIOR
Según la ciencia el espacio interior de nuestro universo es el conjunto de todos los puntos que existen dentro de las fronteras del cosmos. Es un concepto difícil de imaginar, ya que no sabemos con certeza cuál es el tamaño, la forma o el límite de nuestro universo. Algunos científicos creen que el espacio interior es infinito, mientras que otros piensan que es finito pero curvo. El espacio interior contiene toda la materia, la energía y la información que conforman la realidad observable y posiblemente otras dimensiones ocultas.
Observar la inmensidad del universo es una buena meditación para comprender la nimiedad e insustancialidad de nuestra historia personal. Contempla las estrellas, a miles de millones de kilómetros de distancia y pregúntate qué importancia real tienen tus preocupaciones diarias, comparadas con el inabarcable espacio vacío que nos rodea.
El universo es inmenso, tan grande que resulta difícil de comprender. Se estima que si miramos en cualquier dirección, las regiones visibles más lejanas se encuentran a unos 46.000 millones de años luz de distancia. Eso supone tener un diámetro de 540 sextillones de millas. Sin embargo, nadie sabe exactamente qué tan grande es realmente el universo.
En cuanto a nuestro universo interior, se dice que los seres humanos somos un microcosmos, que está formado de la misma materia con la cual está constituido el universo. Los cuatro elementos de la gran explosión (Big Bang) están presentes en nuestro universo interior y allí producen calmas o tempestades; vientos huracanados o frescas brisas de verano, incendios o sosiego, terribles terremotos o serena estabilidad. Todo depende del dominio que se tenga de ellos.
En cuanto a nuestro universo interior, se dice que los seres humanos somos un microcosmos, que está formado de la misma materia con la cual está constituido el universo. Los cuatro elementos de la gran explosión (Big Bang) están presentes en nuestro universo interior y allí producen calmas o tempestades; vientos huracanados o frescas brisas de verano, incendios o sosiego, terribles terremotos o serena estabilidad. Todo depende del dominio que se tenga de ellos.
En resumen, tanto el universo exterior como nuestro universo interior son vastos y llenos de misterios por descubrir. Cada uno a su manera nos ofrece una perspectiva única sobre nuestra existencia y lugar en el cosmos.
Somos polvo de estrellas y las estrellas también mueren.
El universo interior de los seres humanos es un concepto que el budismo utiliza para describir la naturaleza y el funcionamiento de la mente. Según el budismo, la mente es el factor principal que determina nuestra experiencia de la realidad, y por lo tanto, nuestra felicidad o sufrimiento. La mente no es algo fijo o estático, sino que es un proceso dinámico y cambiante, que se compone de diferentes estados mentales o factores mentales. Estos estados mentales pueden ser positivos, negativos o neutros, dependiendo de si nos conducen hacia el bienestar o hacia el malestar.
El budismo afirma que todos los seres humanos tenemos el potencial de desarrollar estados mentales positivos, como el amor, la compasión, la sabiduría, la alegría, etc. y de eliminar los estados mentales negativos, como el odio, la ignorancia, el apego, la ira, etc. Este potencial se llama naturaleza búdica, y es la esencia de nuestro universo interior. La naturaleza búdica es como una semilla que puede germinar y crecer si le damos las condiciones adecuadas. Estas condiciones son las prácticas espirituales que el budismo enseña, como la meditación, la ética, la generosidad, la paciencia, etc.
El objetivo del budismo es ayudarnos a despertar nuestra naturaleza búdica y a transformar nuestro universo interior en un espacio de paz, armonía y sabiduría. De esta manera, podremos vivir una vida plena y feliz, y contribuir al bienestar de todos los seres. El budismo nos invita a explorar nuestro universo interior con una actitud de curiosidad, apertura y comprensión, y a descubrir el tesoro que se esconde en nuestro corazón.
El budismo afirma que todos los seres humanos tenemos el potencial de desarrollar estados mentales positivos, como el amor, la compasión, la sabiduría, la alegría, etc. y de eliminar los estados mentales negativos, como el odio, la ignorancia, el apego, la ira, etc. Este potencial se llama naturaleza búdica, y es la esencia de nuestro universo interior. La naturaleza búdica es como una semilla que puede germinar y crecer si le damos las condiciones adecuadas. Estas condiciones son las prácticas espirituales que el budismo enseña, como la meditación, la ética, la generosidad, la paciencia, etc.
El objetivo del budismo es ayudarnos a despertar nuestra naturaleza búdica y a transformar nuestro universo interior en un espacio de paz, armonía y sabiduría. De esta manera, podremos vivir una vida plena y feliz, y contribuir al bienestar de todos los seres. El budismo nos invita a explorar nuestro universo interior con una actitud de curiosidad, apertura y comprensión, y a descubrir el tesoro que se esconde en nuestro corazón.
La meditación es una de las prácticas espirituales más importantes que el budismo ofrece para transformar nuestro universo interior. La meditación consiste en entrenar la mente para que sea más consciente, clara y ecuánime. La meditación nos ayuda a reconocer y a reducir los estados mentales negativos que nos causan sufrimiento, y a cultivar y aumentar los estados mentales positivos que nos aportan felicidad. La meditación también nos permite desarrollar una visión más profunda y realista de la naturaleza de las cosas, lo que se llama sabiduría.
Existen diferentes tipos y métodos de meditación, pero todos tienen en común el hecho de que requieren una actitud de atención plena, es decir, de estar presentes y atentos a lo que ocurre en nuestra mente y en nuestro cuerpo, sin juzgar, rechazar o aferrarnos a nada. La atención plena nos permite observar nuestra experiencia con objetividad y ecuanimidad, y así liberarnos de las ilusiones y los condicionamientos que nos impiden ver la realidad tal como es.
El budismo recomienda practicar la meditación de forma regular y constante, preferiblemente bajo la guía de un maestro cualificado. ¡Ojo! dice cualificado, porque sabe que son muchísimos los que se dedican a enseñar estas prácticas y no tiene los requisitos necesarios, incluso diría que hay muchos que bajo una falsa capa de bondad, son indecentes y malas personas. La meditación no es algo que se pueda hacer solo en un momento o en un lugar determinado, sino que se puede aplicar a cualquier situación de la vida cotidiana. La meditación nos enseña a vivir con más conciencia, compasión y sabiduría, y así transformar nuestro universo interior en un refugio de paz y felicidad.
Existen diferentes tipos y métodos de meditación, pero todos tienen en común el hecho de que requieren una actitud de atención plena, es decir, de estar presentes y atentos a lo que ocurre en nuestra mente y en nuestro cuerpo, sin juzgar, rechazar o aferrarnos a nada. La atención plena nos permite observar nuestra experiencia con objetividad y ecuanimidad, y así liberarnos de las ilusiones y los condicionamientos que nos impiden ver la realidad tal como es.
El budismo recomienda practicar la meditación de forma regular y constante, preferiblemente bajo la guía de un maestro cualificado. ¡Ojo! dice cualificado, porque sabe que son muchísimos los que se dedican a enseñar estas prácticas y no tiene los requisitos necesarios, incluso diría que hay muchos que bajo una falsa capa de bondad, son indecentes y malas personas. La meditación no es algo que se pueda hacer solo en un momento o en un lugar determinado, sino que se puede aplicar a cualquier situación de la vida cotidiana. La meditación nos enseña a vivir con más conciencia, compasión y sabiduría, y así transformar nuestro universo interior en un refugio de paz y felicidad.
Y recuerda que el hábito no hace al monje cuyo significado se refiere a que las personas no deben ser juzgadas por su apariencia, sino que es necesario distinguir su comportamiento y los valores con que se orientan. Otro modo de decirlo es que “no todo es lo que parece”.
La comercialización de la meditación está haciendo mucho daño a esta, pues algo tan hermoso no puede ensuciarse con el dinero.
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