Todo lo que el Buda y los maestros posteriores enseñaron tenía el único objetivo de ayudarnos a alcanzar la felicidad genuina.
Observarnos a nosotros mismos con honestidad
Reconocemos que tenemos dificultades en nuestra vida y vemos que la fuente de esto es algo insatisfactorio dentro de nuestra mente. Si realmente nos examinamos de forma honesta, encontraremos que tenemos muchas emociones perturbadoras, del enojo a la codicia, egoísmo, celos, apego, arrogancia, ingenuidad, etc. Si profundizamos aún más, veremos que hay cierta inseguridad y confusión acerca de lo que es la vida. Con frecuencia parece que esas emociones perturbadoras dominan nuestro estado mental y provocan que actuemos, hablemos y nos relacionemos con otros de una forma que nos crea problemas a nosotros y a los demás. Incluso cuando estamos solos, a menudo nuestra mente está incómoda, en un frenesí incesante con todo tipo de pensamientos perturbadores. En términos simples, realmente no somos felices.
La meditación tiene el propósito de ayudarnos a cambiar esta situación, pero no en el sentido de simplemente tomar unas drogas de tal forma que ya no pensemos en nada. Esa no es una solución, aunque algunas personas consideran a la meditación de esa forma. Piensan que si solo se sientan, cierran los ojos y excluyen todo lo demás, de alguna manera todos los problemas desaparecerán. Eso no funciona. En lugar de ello, necesitamos atacar activamente a nuestros problemas.
Fuente: Dr. Alexander Berzin
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