miércoles, mayo 07, 2025

EL GRAN APAGÓN DE ESPAÑA

COSAS DE GELY

EL GRAN APAGÓN DE ESPAÑA

El gran apagón de España: ¿Error técnico, sabotaje o interés oculto?

El pasado lunes 28 de abril, millones de ciudadanos en España, Portugal y parte de Francia se quedaron sin electricidad durante horas. No fue un simple corte de luz, sino un apagón masivo que colapsó el sistema eléctrico de la península ibérica. ¿Cómo pudo pasar algo así en pleno 2025? ¿Fue un accidente... o hay algo más detrás?

Como ciudadana que intenta entender lo que pasa y compartirlo con otros, he investigado los hechos disponibles, los datos técnicos, las declaraciones oficiales y los silencios más sospechosos. A continuación, te explico de forma sencilla según mi apreciación, que pudo haber pasado, quiénes podrían estar detrás, y sobre todo, quién gana con todo esto.

La versión oficial: un fallo técnico masivo

La primera explicación que se dio apunta a un fallo técnico. A eso del mediodía, una parte enorme de la producción eléctrica del país (en su mayoría solar) desapareció de golpe. Se habla de unos 15.000 megavatios, una cantidad brutal.

Esto descompensó la red eléctrica. Las centrales que quedaban no fueron capaces de aguantar el tirón y empezaron a desconectarse solas por seguridad. En cuestión de minutos, el país entero se quedó a oscuras.

Las autoridades afirman que no se trató de un sabotaje y que el problema vino de una descoordinación entre las distintas fuentes de energía. En otras palabras: las renovables funcionaron, pero el sistema no supo cómo reaccionar cuando una parte dejó de hacerlo.

¿Y si no fue solo un fallo? El sospechoso silencio del lobby energético

Ahora bien… ¿y si hubo algo más? ¿Y si este apagón no fue solo un error técnico? Esta teoría no es conspirativa, es simplemente lógica:

Tras el apagón, las plantas de gas y las centrales nucleares fueron las encargadas de levantar de nuevo el sistema.

Eso implica que las empresas que controlan estas fuentes más caras y tradicionales ganaron protagonismo… y dinero.

Además, tras el suceso, varios medios y figuras comenzaron a sembrar dudas sobre la fiabilidad de las renovables.

¿Casualidad o jugada?

Puede que alguien haya aprovechado una debilidad del sistema para provocar una desconexión que desacredite el avance de las energías limpias. O puede que ciertas alarmas internas se ignoraran a propósito. Esto es difícil de probar, pero no imposible de imaginar, teniendo en cuenta lo que está en juego: el futuro del negocio energético en Europa.

Ciberataques y sabotaje extranjero: el otro frente abierto

El Gobierno también ha confirmado que se está investigando un posible ciberataque. Ya ha ocurrido en otros países: Rusia, China, Irán y Corea del Norte han sido acusados de intervenir en redes eléctricas extranjeras.

¿Podría haber sido un ataque para probar nuestras defensas?

Sí. En un mundo donde las guerras se libran también en forma de código y virus informáticos, este tipo de agresión digital es cada vez más común.

¿Hay pruebas?

No todavía. Pero el hecho de que se esté investigando seriamente esta opción indica que no se descarta ningún escenario.

Mi opinión: una mezcla de errores y manos ocultas

Después de analizar toda la información, mi opinión personal es esta:

El apagón fue una combinación de fallo técnico, mala preparación del sistema eléctrico y, posiblemente, intereses ocultos que no hicieron nada por evitarlo.

No creo que haya una mano negra única, pero sí creo que el sistema favorece a quienes quieren retrasar la transición ecológica. Y si eso incluye dejar que un fallo se agrave o no modernizar a tiempo el sistema, es una forma de sabotaje silencioso.

¿Y ahora qué?

Este apagón debería ser una llamada de atención. No para abandonar las renovables, sino para mejorar el sistema que las gestiona. Porque no es la energía limpia la que falló, sino la red antigua que aún depende de los de siempre.

Esperemos que las investigaciones sigan y que no se silencie nada por intereses políticos o empresariales.

Considero que la energía también es poder, y sabotearla o manipularla para recuperarlo (cuando se ha perdido) es uno de los actos más macabros que puede sufrir un pueblo, por parte de alguien que pretenda llegar a el.

Pero vivimos en un mundo donde hay personas y grupos tan ambiciosos, tanto en la política como en los grandes negocios, que harían cualquier cosa por dominarlo todo.

No lo permitamos. Exijamos claridad, verdad y un futuro energético justo. 




domingo, mayo 04, 2025

CAMINAR CON EL BUDISMO

COSAS DE GELY 


CAMINAR CON EL BUDISMO

A veces sentimos que la vida corre muy rápido, que se nos escapa entre las manos, o que nos falta algo, aunque tengamos todo. En esos momentos, muchos buscamos una forma distinta de vivir, una que nos ayude a estar más presentes, a comprendernos mejor, y a vivir con más calma y bondad. El budismo ofrece justamente eso: una manera simple, profunda y amorosa de relacionarnos con nosotros mismos, con los demás y con el mundo.

Este texto es una invitación suave para quien desea comenzar ese camino. No hace falta saber nada previo, ni cambiarlo todo de golpe. Solo tener el corazón abierto y el deseo sincero de vivir con más paz.

Caminar con el budismo: es una historia sencilla para empezar a vivir con más paz

Muchas personas llegan al budismo buscando algo muy humano: un poco de paz, algo de claridad, y un camino que les ayude a entender por qué a veces duele vivir. No hace falta ser religioso, ni creer en cosas extrañas, ni hacer grandes rituales. Basta con tener un corazón abierto y ganas de vivir con más conciencia.

Todo comenzó hace mucho tiempo, con un hombre llamado Siddhartha, que más tarde sería conocido como el Buda. No era un dios, ni un ser especial. Era una persona como tú o como yo, que empezó a hacerse preguntas: ¿por qué sufrimos?, ¿por qué a veces nos sentimos vacíos aunque tengamos de todo?, ¿hay una forma de vivir más libre y en paz? Y buscando esas respuestas, se dio cuenta de algo muy profundo: que mucho de nuestro sufrimiento viene de dentro, de cómo nos aferramos a las cosas, de cómo rechazamos lo que no nos gusta, y de cómo corremos tras lo que deseamos sin descanso.

Él no quiso fundar una religión. Lo que hizo fue compartir lo que descubrió, como si le contara a un amigo una receta que funciona. Y esa receta todavía sirve hoy. Es sencilla, aunque no siempre fácil. Consiste en vivir con atención, con bondad y con sabiduría. Y para eso, hay algunas cosas que puedes empezar a hacer desde hoy mismo, sin necesidad de cambiar todo de golpe.

Una de las primeras cosas es observar cómo vives. ¿Hablas con respeto? ¿Actúas con honestidad? ¿Eres amable contigo y con los demás? El budismo enseña que cada acción, cada palabra y cada pensamiento dejan una huella. Por eso, intenta vivir de forma que no dañes ni a ti ni a otros. Hay personas que se comprometen con cinco principios muy simples: no hacer daño a ningún ser vivo, no tomar lo que no es suyo, no mentir, no dañar con la sexualidad, y no perder el control con el alcohol o las drogas. No es una lista de prohibiciones, sino una ayuda para vivir más claros, más ligeros.

Otro paso importante es aprender a estar presente. En vez de vivir en el pasado o correr hacia el futuro, puedes empezar a prestar atención a lo que está ocurriendo ahora mismo. Cuando camines, nota tus pasos. Cuando comas, siente el sabor de los alimentos. Cuando hables con alguien, escúchalo de verdad. A eso se le llama vivir con atención plena, y es uno de los pilares del camino budista. No necesitas cambiar de vida; solo estar más despierto dentro de ella.

Y claro, también está la meditación. No se trata de hacer cosas raras. Solo sentarse en silencio, cerrar los ojos, y observar la respiración. Al principio, la mente se va de un lado a otro. Es normal. Lo importante es volver una y otra vez al momento presente, como quien entrena un músculo que ha estado dormido. Con el tiempo, la mente se calma, el corazón se abre, y uno empieza a ver con más claridad.

Además de eso, puede ayudarte mucho leer sobre estas enseñanzas. Hay libros muy sencillos que explican todo con palabras suaves, como si un amigo sabio te hablara desde el corazón. Autores como Thich Nhat Hanh o el Dalai Lama explican el budismo de forma cercana, comprensible, sin complicaciones.

Y si un día quieres dar un paso más, puedes acercarte a una comunidad de personas que practican el budismo. No hace falta que vivas en un templo ni que te pongas una túnica. Hay grupos de meditación, encuentros en línea, y muchas formas de compartir este camino con otros que también están aprendiendo. Estar acompañado hace más fácil seguir adelante.

Lo más importante es que no hay prisa. Nadie te va a juzgar por hacerlo a tu ritmo. Ser budista no es una etiqueta, es un camino. Y cada paso que des con atención, cada acto de bondad, cada vez que eliges responder con calma en lugar de con rabia, ya estás practicando. No necesitas ser perfecto. Solo necesitas estar dispuesto a mirar hacia dentro, a cuidarte, y a vivir con un poco más de conciencia.

El budismo, en el fondo, es eso: aprender a vivir con sencillez, con amor, y con los ojos abiertos.

Si este texto te ha tocado el corazón, si ha encendido en ti una chispa de curiosidad o esperanza, te invito a dar tu primer paso. No hace falta tener todas las respuestas, solo la disposición de empezar a mirar dentro con amor. Que este camino, si decides recorrerlo, te lleve a un lugar más sereno, más claro, más verdadero.

 

 

 

viernes, mayo 02, 2025

ENTENDER LA VACUIDAD

COSAS DE GELY

 

Escuché por primera vez la palabra "vacuidad" en una charla sobre budismo. Me pareció un término raro, como si se hablara de la nada o de que todo es vacío en un sentido negativo. Pero con el tiempo comprendí que no se trataba de eso. En el budismo, especialmente en la escuela Gelugpa del Tíbet, vacuidad significa otra cosa: que nada existe por sí mismo, de forma independiente.

No quiere decir que las cosas no existan. Las cosas sí existen, pero no de manera separada o sólida. Existen en relación con otras cosas. Todo lo que vemos o experimentamos depende de causas, de condiciones, de partes y también de cómo lo entendemos con la mente.

Por ejemplo, una flor. No aparece sola. Para que una flor exista hacen falta una semilla, tierra, agua, sol, tiempo. También tiene partes: pétalos, tallo, hojas. Y la llamamos “flor” porque le damos ese nombre. Si le quitamos esas condiciones, ya no hay flor. Así pasa con todo.
 
Imagina una ola en el mar. A simple vista, parece tener su forma propia, su principio y su fin. Pero si intentas aislarla, te das cuenta de que no puedes separarla del mar, del viento, de las condiciones que la hacen surgir. Una ola no existe de forma independiente: depende del agua, del clima, del movimiento. Es real, pero no tiene una existencia sólida en sí misma.

También con nosotros mismos. Lo que llamamos “yo” está hecho de recuerdos, emociones, pensamientos, cuerpo, nombre. No hay un “yo” fijo e independiente dentro de nosotros. Esa idea de que hay algo sólido que somos, es una costumbre mental. Y cuando creemos que ese “yo” es real y permanente, sufrimos. Nos aferramos, tememos perderlo, nos enojamos cuando lo sentimos amenazado.

Comprender esto da alivio. Nos ayuda a soltar muchas preocupaciones y a vivir con más sencillez. También despierta compasión. Si todos estamos atrapados en ideas equivocadas sobre nosotros y los demás, es natural querer ayudarnos mutuamente a ver con más claridad.

La vacuidad, entonces, no es una idea para discutir. Es una manera de mirar, de entender la realidad sin cargarla de ilusiones. Cuando uno empieza a ver así, la vida se vuelve más ligera. No porque sea perfecta, sino porque dejamos de luchar contra lo que no es real.
 
Así descubrí que la vacuidad no es la nada. Es más bien el espacio abierto y flexible que nos permite vivir con mayor claridad, humildad y amor. Comprender que nada existe de forma rígida es, paradójicamente, lo que nos permite soltar el miedo y comenzar a vivir con una mente libre y un corazón despierto.
 

 

 


viernes, abril 25, 2025

LA ESPERANZA TRANQUILA DEL CAMINO DEL MEDIO

COSAS DE GELY

La esperanza tranquila: hallando equilibrio en tiempos difíciles

En ciertos momentos de la vida, todo parece desdibujarse. Los días pesan, las respuestas no llegan, y una se pregunta si vale la pena seguir buscando un sentido. La desesperanza, esa sombra silenciosa, puede envolvernos con facilidad, sobre todo cuando las fuerzas ya no son las de antes y la vida ha ido dejando marcas en el cuerpo y en el alma.

Sin embargo, también hay un camino intermedio. Un espacio donde no se niega el dolor, pero tampoco se le entrega el timón de nuestra existencia. El budismo, con su profunda sabiduría, habla de este "camino del medio". No es una promesa de felicidad eterna, sino una invitación a vivir con atención, a dejar de pelear con lo que no podemos cambiar, y a descubrir que incluso en medio de la tristeza, puede brotar una semilla de paz.

No se trata de negar lo que sentimos. Al contrario. Se trata de mirar con ternura ese cansancio, esa tristeza, y aprender a estar con ella sin perdernos en el abismo. Como se dice en la práctica de la meditación: "Esto también pasará".

La impermanencia, tan temida y a la vez tan liberadora, nos recuerda que nada dura para siempre: ni la alegría ni el sufrimiento. Cada emoción, cada pensamiento, es como una nube en el cielo. Podemos observarla, dejarla pasar… y seguir caminando.

También hay una gran verdad en la interdependencia: no estamos solos, aunque a veces lo sintamos así. El simple hecho de compartir nuestras vivencias, como intento hacerlo con estas palabras, ya es una forma de tender puentes. Tal vez alguien, al leer esto, se sienta un poco menos solo en su dolor. Y eso ya es un pequeño acto de compasión.

Por eso escribo. Aunque a veces me cueste. Porque sigo creyendo que, en medio de todo, hay luz. Una luz serena, que no deslumbra, pero que guía. Como una vela encendida en una noche oscura.



 



martes, abril 22, 2025

LA TIERRA EL PLANETA QUE NECESITABA RESPIRAR 2ª PARTE (Voces bajo el viento)

COSAS DE GELY


LA TIERRA EL PLANETA QUE NECESITABA RESPIRAR 2

Segunda parte, Voces bajo el viento

Aunque los dos tiranos seguían sembrando miedo, había algo que no lograban controlar del todo: la voluntad de quienes no se rendían.

En aldeas olvidadas, en las ciudades sofocadas por propaganda, incluso dentro de los propios países gobernados por el Rey del Norte y el Zar de la Helada Taiga, comenzaron a aparecer señales. Eran pequeñas al principio: una canción prohibida cantada en una plaza, una pancarta escrita con manos temblorosas, una conexión clandestina a redes de comunicación libres. Grietas, apenas perceptibles, pero constantes.

La resistencia no era un ejército. Era un murmullo. Y luego fue un eco. Y luego un rugido.

En un archipiélago del sur, una presidenta joven y valiente, criada en medio de tempestades climáticas y conflictos olvidados, comenzó a hablar con claridad. Denunció las injusticias sin miedo, tendió puentes entre culturas distintas y mostró que el liderazgo podía ser compasivo sin ser débil. Su pueblo, acostumbrado a sobrevivir entre huracanes y promesas rotas, la siguió con el corazón en la mano. Ella no usó ejércitos, sino ideas.


En los bosques húmedos de un continente desgastado por siglos de extracción, las comunidades originarias empezaron a reunirse. Sin micrófonos ni banderas, volvieron a levantar sus propias estructuras de gobierno, respetuosas con la tierra y con la historia que los tiranos habían intentado borrar. No necesitaban permiso para existir: su sola persistencia era un acto de resistencia.

Incluso en las grandes ciudades del Norte, donde el control mediático era casi absoluto, algo cambió. Antiguos aliados del poder comenzaron a hablar. Periodistas, científicos, jóvenes programadores, hasta algunas figuras públicas que antes habían callado por comodidad, decidieron que ya era suficiente. Publicaron filtraciones, formaron redes solidarias, protegieron a quienes eran perseguidos.

Y en las tierras congeladas de la Taiga, donde la vigilancia era omnipresente, una generación que ya no tenía miedo comenzó a moverse. Hackers desbarataban sistemas de propaganda. Estudiantes organizaban protestas digitales que burlaban la censura. Artistas dibujaban en las paredes el rostro de quienes ya no estaban, para que no fueran olvidados. Y madres —madres que lo habían perdido todo— se paraban en plazas silenciosas con fotografías colgadas del cuello, desafiando al régimen con una sola mirada.

Los tiranos respondieron como siempre: con violencia, con más mentiras, con más miedo. Pero ya no era suficiente. Algo se había encendido, y aunque intentaban apagarlo con todo su poder, la chispa ya estaba en el aire.

Otros líderes del planeta comenzaron a despertar también. Algunos por convicción, otros por presión popular. Se unieron para formar una alianza nueva, no perfecta, pero distinta. Una alianza que no giraba alrededor del comercio o el poder militar, sino de la defensa de los derechos, la reconstrucción de la verdad y la protección de los más vulnerables. Sus decisiones eran lentas, a veces contradictorias, pero algo esencial las guiaba: la conciencia de que el planeta ya no podía soportar más tiranos disfrazados de salvadores.

Los pueblos también entendieron algo: que la democracia no era un sistema que se hereda, sino un ejercicio que se cultiva. Que la libertad no llega sola, y que la paz no es la ausencia de conflicto, sino la presencia activa de justicia.

Nadie sabe con certeza cuándo caerán el Rey del Norte o el Zar de la Helada Taiga. Pero ahora, ya no están solos en su poder. Miles, millones, los observan. Los enfrentan. Los desenmascaran.

Y aunque aún falta, el viento ha cambiado de dirección.






jueves, abril 17, 2025

LA TIERRA EL PLANETA QUE NECESITABA RESPIRAR 1ª PARTE

COSAS DE GELY 

 LA TIERRA EL PLANETA QUE NECESITABA RESPIRAR

En un rincón del universo, existe un planeta llamado Tierra que, aunque hermoso por fuera, está lleno de heridas internas. Este mundo se encuentra fraccionado en países, estados y comunidades, cada uno con sus propias reglas, lenguas y luchas. A lo largo de los siglos, sus habitantes más o menos aprendieron a convivir —no siempre en paz, pero al menos con cierta cordura— hasta que llegaron dos figuras que alteraron el equilibrio de todo.

El primero es conocido como Trump, un hombre enloquecido y despiadado al que llamaremos el Rey del Norte, un líder cuya obsesión por su propio ego y la grandeza de su país, terminó por deshacer lo que muchos presidentes anteriores habían construido con gran esfuerzo. Bajo su mando, los muros no solo se alzaron en las fronteras, sino también en los corazones. Expulsó a quienes buscaban refugio, tratándolos como si fueran enemigos por haber nacido lejos. Subió los aranceles, estrangulando a pequeños productores en tierras lejanas, y desmanteló las protecciones que sus propios ciudadanos necesitaban para vivir dignamente. Educación, salud, derechos básicos: todo fue reducido, recortado, vendido al mejor postor o simplemente olvidado.

Pero lo más inquietante no fue lo que destruyó, sino cómo convenció a muchos de que lo hacía por su bien. Bajo su mandato, la verdad fue moldeada, distorsionada, hasta que solo quedaban ecos de lo que alguna vez fue una nación que aspiraba a la justicia.

Lejos, en las vastas extensiones heladas del continente oriental, gobernaba el cruel e impertérrito Putin al que daremos el nombre del Zar de la Helada Taiga. Su rostro apenas cambiaba, pues desde hacía décadas se mantenía en el poder como si el tiempo se hubiera detenido para él. Las elecciones eran solo una danza vacía, coreografiada para aparentar que el pueblo decidía algo, cuando en realidad nadie podía alzar la voz sin pagar un precio alto. Sus opositores desaparecían, eran encarcelados o silenciados y sus nombres se borraban como si nunca hubieran existido.

El Zar de la Helada Taiga, no solo sometía a su gente, también extendía su mano hacia otras tierras, invadiendo territorios con excusas huecas, arrasando pueblos y dejando a miles de personas sin hogar. No le bastaba con dominar su tierra y a sus sumisos compatriotas: también planea hacer sabotajes en Europa con atentados encubiertos, destrozar infraestructuras de cables submarinos, interferir en gobiernos ajenos, también sembraba confusión a través de pantallas y lanzar mentiras disfrazadas de noticias.

Pero un día, aquello que creíamos impensable ocurrió: el Rey del Norte y el Zar de la Helada Taiga, enemigos naturales por historia y discurso, encontraron en su desprecio "por el bien común una alianza tácita". Cada uno desde su trinchera, erosionaba las estructuras de cooperación mundial, atacaban la verdad, y alimentaban el miedo para mantenerse en el poder.





sábado, abril 12, 2025

RATA DE DOS PATAS (PAQUITA LA DEL BARRIO)

COSAS DE GELY

RATA DE DOS PATAS (PAQUITA LA DEL BARRIO)

LETRA

Rata inmunda
Animal rastrero
Escoria de la vida
Adefesio mal hecho
Infrahumano
Espectro del infierno
Maldita sabandija
Cuánto daño me has hecho
Alimaña
Culebra ponzoñosa
Deshecho de la vida
Te odio y te desprecio
Rata de dos patas
Te estoy hablando a ti
Porque un bicho rastrero
Aún siendo el más maldito
Comparado contigo
Se queda muy chiquito
Maldita sanguijuela
Maldita cucaracha
Que infectas donde picas
Que hieres y que matas
Alimaña
Culebra ponzoñosa
Deshecho de la vida
Te odio y te desprecio
Rata de dos patas
Te estoy hablando a ti
Porque un bicho rastrero
Aún siendo el más maldito
Comparado contigo
Se queda muy chiquito
Me estás oyendo inútil
Hiena del infierno
Cuánto te odio y te desprecio
Maldita sanguijuela
Maldita cucaracha
Que infectas donde picas
Que hieres y que matas
Alimaña
Culebra ponzoñosa
Deshecho de la vida
Te odio y te desprecio
Rata de dos patas
Te estoy hablando a ti
Porque un bicho rastrero
Aún siendo el más maldito
Comparado contigo
Se queda muy chiquito

Paquita la del Barrio enfrentó a Trump y defendió a los migrantes

En abril de 2017, durante el primer mandato de Trump, la intérprete de temas como Rata de dos patas estaba a pocos días de presentarse en el Microsoft Theater, en Los Ángeles, California. Con motivo de su show, dialogó con la agencia  EFE, a quien le concedió una entrevista vía telefónica.


 

ALEGORÍA AL EGÓLATRA DONALD TRUMP Y FAMILIA

COSAS DE GELY
 

ALEGORÍA AL EGÓLATRA  DONALD TRUMP Y FAMILIA

Alegoría de un ególatra monstruoso llamado Donald Trump y su familia. 

En un vasto reino, lleno de torres de cristal y muros de oro, existía un hombre llamado Donald, cuyo ego era tan grande que lo hacía caminar erguido como si desafiara las estrellas mismas. Este hombre, Donald Trump, vivía en un palacio rodeado de espejos, donde su rostro era el único que nunca dejaba de observar. Los espejos no reflejaban la realidad, sino la imagen que él deseaba ver, una figura omnipotente, invencible, cuya palabra era ley. Los que lo seguían, ciegos ante su aura de poder, aplaudían cada uno de sus gestos, aunque no entendieran realmente su significado. 

Donald no conocía la humildad ni la compasión. Su vida era una serie de victorias vacías y promesas rotas. Se encontraba rodeado de riquezas, pero su corazón estaba incrustado en un iceberg de hielo, incapaz de ver más allá de su propio reflejo. Cada vez que alguien osaba desafiarlo o cuestionar su grandeza, se levantaba con furia, como un volcán que escupe lava, sin importarle a quién destruyera en el camino. Los que le desafiaban eran llamados “enemigos”, y los que no se arrodillaban ante su figura eran llamados “traidores”. 
 
Su rencor no conocía límites. Cada derrota, por más pequeña que fuera, se guardaba en su memoria como un veneno que nunca dejaba de consumirlo. El rey de este reino, ya envejecido, temía que el reino se desmoronara bajo la tiranía de un hombre que pensaba que la tierra giraba solo a su alrededor.

Un día, Donald, en su eterna búsqueda de poder, subió a la cima de la Torre de Cristal para proclamarse como el líder indiscutido. Pero en su camino, vio reflejada una imagen de sí mismo, una versión más vacía, menos imponente. En ese instante, algo en su interior se resquebró, pero como siempre, eligió ignorarlo. Sus seguidores seguían aplaudiendo, cegados por el brillo de su oro, incapaces de ver la oscuridad que habitaba en su alma.

Donald, entonces, lanzó una palabra al viento. No era una palabra de paz ni una de reconciliación, sino una palabra que hería, que separaba, que construía muros entre los hombres. Los ecos de su voz resonaron en todos los rincones del reino, alimentando más y más su propia imagen. Cuanto más hería a otros, más se alimentaba su ego, pero a medida que lo hacía, la tierra temblaba bajo sus pies. Nadie en el reino se atrevió a cuestionar su reinado, pero la falta de amor y de unión comenzaba a consumirlo todo, desde la justicia hasta la esperanza.

Pero lo más trágico de su historia no fue solo su caída, sino cómo su familia, aquellos que debían ser sus guías, se convirtieron en cómplices de su ceguera y destrucción. En lugar de ser un faro de luz que le guiara fuera de la oscuridad de su ego, su familia se alineó tras él como una corte de sombras, refrendando cada palabra, aplaudiendo cada uno de sus gestos, aunque sabían que la marea de destrucción que dejaba a su paso ya había alcanzado las orillas del reino. 

Sus hijas, eran como princesas atrapadas en un castillo de oro, lo observaban desde lejos, pero en vez de cuestionar las grietas que comenzaban a formarse en la figura de su padre, preferían vivir en la ilusión de que todo marchaba bien, que él era infalible. Se apresuraban a reforzar sus discursos, a darle la razón en todo, como si hacerle ver sus errores fuera una traición a la sangre que los unía. Sin darse cuenta, contribuían a tejer la telaraña de su desesperación, permitiéndole creer que sus actos, por egoístas y destructivos que fueran, eran justificados.

Sus hijos, por otro lado, se mantenían en silencio, observando, pero sin atreverse a hablar. La figura de Donald imponía respeto y temor, y aunque los jóvenes veían las sombras del daño que se extendían por todo el reino, temían que cualquier palabra en contra de el podría hacerles perder su lugar al lado de su padre y, la seguridad que su apellido les brindaba. Así, callaban, como los demás, y le aplaudían, aunque no podían ignorar el profundo vacío que se extendía entre ellos, más grande cada día. 

La esposa de Donald, que alguna vez lo había amado con la esperanza de que su grandeza se transformara en algo más profundo y noble, ahora vivía en su propio laberinto de conformismo. En lugar de hablarle con la verdad, de enfrentarlo con amor y esperanza de redención, prefería vivir en la burbuja de su riqueza y su estatus, olvidando que el alma de su esposo se estaba consumiendo, que su corazón se secaba por la falta de compasión. Su apoyo no era un acto de amor, sino una aceptación pasiva de una existencia vacía, como si la vida real no tuviera cabida en el castillo de cristal. 
 
Y así, la familia de Donald, lejos de señalarle el daño que causaba a su entorno y a sí mismo, se mantenía en un círculo vicioso de aprobación ciega, viviendo en una comodidad ilusoria. Ellos también se habían convertido en prisioneros de la torre, incapaces de ver que el verdadero amor, el único que podría salvarlos, era aquel que les hubiera impulsado a desafiarse mutuamente, a abrir los ojos ante la destrucción que se gestaba. Pero, por miedo o por conveniencia, preferían ignorarlo, permitiendo que el ególatra siguiera arrastrándolos más y más hacia el abismo. 
 
El reino de Donald Trump, aunque resplandecía por fuera, se pudría por dentro. Nadie podía negar su dominio sobre la superficie, pero su alma, llena de rencor, egoísmo y furia, lo aislaba cada vez más de la verdad y la realidad que lo rodeaba. Nadie podría salvarlo, pues su propio ególatra rencor lo mantenía prisionero en su propia torre de cristal.

El tiempo, al final, esparciría las cenizas de su reino, recordando a todos que el poder sin amor, sin reflexión, no es más que una sombra que se desvanece con el viento.

Esta alegoría combina la figura monstruosa de Donald Trump con la inacción y complicidad de su familia, creando una imagen de aislamiento y autodestrucción que resulta de la falta de confrontación amorosa y de las consecuencias de un ego desmesurado. 

La Real Academia Española (RAE) define alegoría como la representación de ideas o hechos a través de personajes u objetos. Se trata de una figura retórica que utiliza metáforas sucesivas para expresar un sentido figurado.
 
 

martes, abril 08, 2025

EL ABUSO DE LA PUBLCIDAD EN NUESTRA VIDA DIARIA

COSAS DE GELY

EL ABUSO DE LA PUBLCIDAD EN NUESTRA VIDA DIARIA

El Abuso de la Publicidad: El Bombardeo que Nos Rodea y sus Efectos en Nuestra Vida Diaria

En el mundo actual, estamos constantemente rodeados por publicidad. No importa dónde miremos, ya sea en la calle, en nuestras pantallas, en la radio, la televisión, o incluso en nuestros teléfonos móviles; la publicidad está en todas partes. Cada día somos víctimas de un bombardeo publicitario implacable, un océano de mensajes que intentan vendernos productos, servicios y promesas que, en muchos casos, no son lo que parecen.

Es indiscutible que la publicidad es un motor económico para muchos sectores. Los medios de comunicación, tanto tradicionales como digitales, dependen en gran medida de los ingresos generados por los anuncios para seguir funcionando. Sin ella, muchas de nuestras fuentes de información y entretenimiento simplemente no existirían. Sin embargo, esto no debe ser una excusa para la manipulación y el abuso. Y lo cierto es que, en muchas ocasiones, los anuncios no solo exageran la realidad, sino que venden ilusiones y promesas vacías que perjudican a la sociedad.

La Publicidad y sus Efectos Negativos

Vivimos en una era en la que la publicidad ha traspasado los límites de lo tolerable. Las marcas y los anunciantes han perfeccionado su habilidad para infiltrarse en cada rincón de nuestra vida, desde los espacios más públicos hasta los más privados. En este mar de anuncios, los consumidores, sobre todo los más vulnerables, se ven atrapados por promesas que no siempre se cumplen.

Uno de los sectores más problemáticos es el de los productos de salud y belleza. Nos bombardean con anuncios de cremas antiarrugas que prometen la eterna juventud, de productos milagrosos que “derriten la grasa” o suplementos alimenticios que supuestamente mejoran nuestra salud en cuestión de días. ¿Cuántas veces hemos visto testimonios de personas que dicen haber obtenido resultados sorprendentes después de usar ciertos productos? Sin embargo, muchos de estos productos carecen de una base científica sólida, y su efectividad es más bien una ilusión creada por estrategias publicitarias que manipulan nuestras emociones y deseos.

Los Tratamientos Milagrosos: Realidad o Ficción

Lo que realmente genera preocupación es cómo estos productos están diseñados para tocar fibras emocionales. Las publicidades se enfocan en nuestra inseguridad, nuestra ansiedad por mejorar nuestra apariencia o salud. Pero la realidad es que muchos de estos tratamientos no ofrecen los resultados prometidos, e incluso pueden resultar dañinos a largo plazo. Sin mencionar que los efectos secundarios de algunos de estos productos nunca son revelados con la misma claridad con la que se presentan sus beneficios.

La industria de la salud y belleza está saturada de estos productos “milagrosos”, pero la verdad es que, a menudo, no hacen más que vaciar nuestros bolsillos sin ofrecer una verdadera solución a los problemas que prometen resolver.

Publicidad Engañosa en los Medios

No solo los productos de belleza y salud se benefician de este tipo de tácticas. La publicidad también se infiltra en los medios de comunicación a través de los anuncios políticos, las promociones de bebidas azucaradas, los anuncios de tabaco (en algunos países aún existe) y productos ultraprocesados que contribuyen a la creciente crisis de salud pública que enfrentamos. Es alarmante cómo algunas marcas eluden regulaciones, o emplean técnicas de publicidad encubierta, como los llamados “influencers” que promueven productos sin dejar claro que están siendo compensados por ello.

El abuso de la publicidad también se refleja en la cantidad de mensajes a los que estamos expuestos. En las plataformas de streaming, las redes sociales, la radio, la televisión y las páginas web, somos interrumpidos continuamente con anuncios. Cada vez es más difícil acceder a contenido de calidad sin que nos bombardeen con promociones de productos que no necesitamos. Es una invasión en nuestra vida cotidiana que afecta nuestra paz mental y nuestra capacidad de tomar decisiones informadas.

La Responsabilidad de los Anunciantes

Por supuesto, no toda la publicidad es negativa, y hay muchas marcas que operan de manera ética, ofreciendo productos y servicios que realmente pueden mejorar la vida de las personas. No obstante, la responsabilidad de los anunciantes es inmensa. En lugar de recurrir a estrategias manipuladoras o exageradas, deberían enfocarse en ser transparentes y honestos. La publicidad puede ser una herramienta poderosa para educar a los consumidores, pero también puede ser una espada de doble filo si se utiliza de manera irresponsable.


Es fundamental que los consumidores desarrollen una conciencia crítica y que los medios de comunicación se responsabilicen de ofrecer contenido que no dependa exclusivamente de los ingresos publicitarios. Los anunciantes deben poner el bienestar de los individuos por encima de sus intereses comerciales y evitar crear falsas expectativas.

El Futuro de la Publicidad: ¿Un Cambio Necesario?

La tendencia actual muestra que la publicidad no solo ha invadido todos los aspectos de nuestras vidas, sino que también se ha vuelto más sofisticada, personalizada y hasta invasiva. Los datos personales son utilizados para segmentar y crear campañas mucho más precisas, lo que hace que nos sintamos cada vez más vulnerables ante las estrategias comerciales. Este tipo de publicidad, que se siente casi como una invasión a nuestra privacidad, debe ser cuestionada y regulada con mayor severidad.

Es hora de que los consumidores se empoderen y exijan más transparencia, calidad y honestidad en los productos que se nos presentan. La publicidad puede ser una herramienta efectiva, pero no debe ser un medio para explotar nuestras emociones, inseguridades y deseos.

El bombardeo constante de publicidad que nos acompaña en todos los momentos de nuestra vida tiene efectos negativos, tanto en nuestra salud mental como en nuestra economía. Los productos milagrosos, los tratamientos que prometen lo imposible, y los anuncios que manipulan nuestras emociones son una constante en nuestro día a día. Si bien la publicidad es un motor económico necesario, debemos abogar por un cambio que impulse la responsabilidad, la ética y el respeto hacia los consumidores. Al final del día, todos merecemos la oportunidad de tomar decisiones informadas y basadas en la realidad, no en promesas vacías.

Este es un llamado a reflexionar sobre la publicidad que consumimos, sobre lo que nos venden y sobre lo que realmente necesitamos. En un mundo saturado de mensajes comerciales, la transparencia y la honestidad deberían ser los valores que prevalezcan. Solo así podremos empezar a liberarnos de este bombardeo constante y recuperar el control sobre nuestras decisiones.

En fin, considero que todo lo que expongo en este post, es un hecho evidente, podemos comprobarlo conectándonos a cualquier medio de comunicación. Considero que alguien debería poner remedio a esta lacra indecente, y al bombardeo constante de publicidad que nos acompaña. Pienso que si no hay nadie dispuesto a remediar este abuso, "falto de ética y moral", los consumidores tenemos a nuestro alcance solo dos soluciones: no mirar ni escuchar ningun medio de  comunicacion que nos machaque  continuamente con anuncios, y la otra, no comprar ningún artículo que se anuncie en esceso y se salga de los límites adecuados.



 

lunes, marzo 31, 2025

LA FILOSOFÍA OCCIDENTAL Y EL BUDISMO

COSAS DE GELY

LA FILOSOFÍA OCCIDENTAL Y EL BUDISMO

Filosofía Occidental y Budismo: Un Encuentro de Sabidurías

El mundo de la filosofía es un vasto terreno donde se exploran las preguntas más profundas sobre la vida, el sufrimiento, la felicidad y el sentido de la existencia. Desde la antigüedad, diferentes tradiciones han intentado desentrañar los misterios de la mente humana y el universo. Entre ellas, el budismo, nacido en las orillas del río Ganges hace más de 2,500 años, ha ofrecido una perspectiva única sobre la naturaleza del sufrimiento y la paz interior. En paralelo, en Occidente, corrientes filosóficas como el existencialismo, el estoicismo y el epicureísmo han buscado respuestas a preguntas similares, pero desde enfoques muy distintos. A pesar de las diferencias culturales y temporales, sorprendentemente, existen puntos de convergencia entre estas tradiciones.

El budismo, fundamentado en las enseñanzas de Buda, sostiene que el sufrimiento (dukkha) es una parte intrínseca de la vida humana, pero que puede superarse mediante el desapego, la meditación y el entendimiento profundo de la impermanencia de todas las cosas. La vida, según el budismo, no está destinada a ser simplemente soportada, sino transformada a través de una profunda sabiduría que nos permita liberarnos de las ataduras del deseo y la ignorancia. Este enfoque nos invita a cultivar la paz interior, la compasión y la equanimidad frente a los altibajos de la vida.

En el existencialismo, corriente filosófica de pensadores como Sartre, Kierkegaard o Camus, encontramos una preocupación similar por el sufrimiento, aunque desde una perspectiva más sombría. Los existencialistas sostienen que la vida, en su esencia, es absurda y carece de un sentido inherente. La existencia precede a la esencia, y corresponde al individuo encontrar su propio camino y significado en un mundo que, aparentemente, no ofrece respuestas. A diferencia del budismo, que busca la trascendencia del sufrimiento, el existencialismo no promete una "solución" final, sino una aceptación del vacío existencial y la responsabilidad de crear significado en nuestras vidas.

Por otro lado, el estoicismo, una escuela de pensamiento que se originó en la antigua Grecia con filósofos como Séneca, Epicteto y Marco Aurelio, comparte con el budismo la idea de que no podemos controlar los eventos externos, pero sí nuestra reacción ante ellos. Los estoicos enseñaban que la virtud es suficiente para alcanzar la felicidad, y que debemos cultivar una actitud de indiferencia ante lo que no depende de nosotros, aceptando lo que la vida nos ofrece con serenidad. La búsqueda del "ataraxia" (ausencia de perturbación) es un principio común tanto en el budismo como en el estoicismo, aunque, en el primero, esta paz se alcanza a través de la meditación y la práctica del desapego, mientras que en el estoicismo se logra mediante la racionalidad y el autocontrol.

Finalmente, el epicureísmo, una filosofía que surge en la antigua Grecia con Epicuro, también ofrece una visión del bienestar, aunque con un enfoque más centrado en el placer. Epicuro enseñaba que el placer (entendido como la ausencia de dolor y sufrimiento) es el bien supremo, pero no se refiere a una vida de excesos, sino a una vida de moderación, en la que se cultiva la amistad, el conocimiento y la serenidad mental. A diferencia del budismo, que promueve la renuncia a los placeres materiales como un medio para liberarse del sufrimiento, el epicureísmo se enfoca en encontrar la satisfacción y la paz a través de la reflexión y el disfrute simple de los placeres de la vida.

Aunque cada una de estas filosofías presenta su propio camino hacia el entendimiento y la paz, hay algo profundamente similar en todas ellas: la búsqueda de la liberación del sufrimiento y la búsqueda de una vida plena y consciente. El budismo, con su enfoque en la meditación y el desapego, invita a la superación interna. El estoicismo y el existencialismo, cada uno a su manera, nos desafían a aceptar la incertidumbre y la inevitabilidad del sufrimiento, mientras que el epicureísmo nos recuerda la importancia de encontrar placer en las cosas sencillas.

Si bien sus métodos y conclusiones pueden variar, todas estas tradiciones, tanto orientales como occidentales, comparten una búsqueda común: cómo vivir de manera más plena y consciente en un mundo lleno de contradicciones y desafíos.