viernes, mayo 02, 2025

ENTENDER LA VACUIDAD

COSAS DE GELY

 

Escuché por primera vez la palabra "vacuidad" en una charla sobre budismo. Me pareció un término raro, como si se hablara de la nada o de que todo es vacío en un sentido negativo. Pero con el tiempo comprendí que no se trataba de eso. En el budismo, especialmente en la escuela Gelugpa del Tíbet, vacuidad significa otra cosa: que nada existe por sí mismo, de forma independiente.

No quiere decir que las cosas no existan. Las cosas sí existen, pero no de manera separada o sólida. Existen en relación con otras cosas. Todo lo que vemos o experimentamos depende de causas, de condiciones, de partes y también de cómo lo entendemos con la mente.

Por ejemplo, una flor. No aparece sola. Para que una flor exista hacen falta una semilla, tierra, agua, sol, tiempo. También tiene partes: pétalos, tallo, hojas. Y la llamamos “flor” porque le damos ese nombre. Si le quitamos esas condiciones, ya no hay flor. Así pasa con todo.
 
Imagina una ola en el mar. A simple vista, parece tener su forma propia, su principio y su fin. Pero si intentas aislarla, te das cuenta de que no puedes separarla del mar, del viento, de las condiciones que la hacen surgir. Una ola no existe de forma independiente: depende del agua, del clima, del movimiento. Es real, pero no tiene una existencia sólida en sí misma.

También con nosotros mismos. Lo que llamamos “yo” está hecho de recuerdos, emociones, pensamientos, cuerpo, nombre. No hay un “yo” fijo e independiente dentro de nosotros. Esa idea de que hay algo sólido que somos, es una costumbre mental. Y cuando creemos que ese “yo” es real y permanente, sufrimos. Nos aferramos, tememos perderlo, nos enojamos cuando lo sentimos amenazado.

Comprender esto da alivio. Nos ayuda a soltar muchas preocupaciones y a vivir con más sencillez. También despierta compasión. Si todos estamos atrapados en ideas equivocadas sobre nosotros y los demás, es natural querer ayudarnos mutuamente a ver con más claridad.

La vacuidad, entonces, no es una idea para discutir. Es una manera de mirar, de entender la realidad sin cargarla de ilusiones. Cuando uno empieza a ver así, la vida se vuelve más ligera. No porque sea perfecta, sino porque dejamos de luchar contra lo que no es real.
 
Así descubrí que la vacuidad no es la nada. Es más bien el espacio abierto y flexible que nos permite vivir con mayor claridad, humildad y amor. Comprender que nada existe de forma rígida es, paradójicamente, lo que nos permite soltar el miedo y comenzar a vivir con una mente libre y un corazón despierto.
 

 

 


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