martes, julio 15, 2025

¿ESTO ES EL PROGRESO?

COSAS DE GELY

¿ESTO ES EL PROGRESO? 

He llegado a la conclusión de que mi desvinculación de internet posiblemente sea definitiva. No es una decisión impulsiva ni un capricho. Tras mucha reflexión, siento que ya basta. Este mundo digital ha estado presente en mi vida durante años, pero me he dado cuenta de que, en vez de ofrecerme seguridad y tranquilidad, solo me genera ansiedad, inquietud y, sobre todo, me ha atrapado en un sinfín de cosas que no son reales.

El primer paso será comprarme un teléfono "normal", uno de esos sencillos, sin acceso a internet, solo para recibir y hacer llamadas. Porque eso es todo lo que necesito. He llegado a la conclusión de que las redes sociales y el resto de plataformas no son más que un caldo de cultivo para la desinformación, la inseguridad y el vacío. A lo largo de todo este tiempo, me he dado cuenta de que, aunque algunos insistan en que internet puede ser más seguro, la verdad es que nuestra intimidad ha quedado completamente expuesta, y los datos personales se han convertido en mercancía, en una moneda de cambio que ya ni siquiera controlamos.

¿Esto es progreso? Yo no lo veo así. De hecho, tengo muchas dudas sobre qué tipo de progreso estamos celebrando. Vivíamos mucho más tranquilos antes de toda esta vorágine digital. Había más contacto humano, más cercanía, más respeto por la privacidad y, sobre todo, no estábamos expuestos a la constante presión de un mundo que nos obliga a comprar cosas que no necesitamos. Esas empresas que nos acechan todo el tiempo, como Amazon, nos tratan como simples consumidores, como objetos de sus estrategias comerciales, manipulándonos en cada clic.

Lo peor es que todo esto está afectando a los comercios locales y familiares que, por generaciones, han sido el pilar de nuestras comunidades. Los pequeños comercios que siempre ofrecieron un trato personal y cercano están desapareciendo, barridos por el avance impetuoso de un sistema digital que no tiene espacio para lo humano. En ese sentido, yo también me doy cuenta de algo: antes de esta "era digital", vivíamos más felices, por lo menos más tranquilos, sin la constante preocupación por nuestra privacidad y seguridad.

Estoy decidida a desvincularme de todas estas "cosas irreales". Las redes sociales no son más que una fábrica de mentiras. Vivimos atrapados en esa mentira, y lo peor es que las redes sociales son solo la punta del iceberg de un sistema que nos está controlando a través de todo: desde la publicidad hasta las noticias falsas, pasando por los influencers, esos "ídolos" que, en muchos casos, no tienen ni la más mínima preparación para influir en la vida de las personas. Son, en su mayoría, personas que viven sin hacer nada relevante, y, sin embargo, tienen el poder de dictar tendencias y comportamientos, aunque no aporten nada real.

Pero si hay algo que me preocupa aún más, es la cuestión del trabajo. La automatización, la inteligencia artificial, y el desarrollo de las nuevas tecnologías están dejando a miles de personas sin empleo. Hay profesiones que desaparecerán. Lo que antes era un empleo estable y seguro, hoy se ve amenazado por máquinas que no necesitan descansos ni salarios. Y los que quedamos atrás, ¿qué vamos a hacer? ¿Dónde quedamos aquellos que nos hemos pasado toda la vida construyendo algo que ahora se desvanece con un solo clic?

Es cierto que muchos empleos desaparecerán, desde los agentes de viajes hasta los cocineros de comida rápida, pasando por los conductores, cajeros y, por supuesto, los teleoperadores. Pero lo que más me preocupa es cómo esto afectará a las generaciones que no estamos tan adaptadas a este ritmo frenético. A veces pienso en los miles de ancianos que luchan por adaptarse a un sistema que, en su mayoría, les resulta completamente ajeno. Y hablando de ancianos, ¿qué decir de los bancos y cajas de ahorros? Son otro enemigo en este sistema. Lo único que hacen es extorsionarnos, engañarnos y vivir de nuestros ahorros, nuestras pensiones y nuestras nóminas. Nos cobran comisiones por todo, por casi cualquier cosa, y se quedan con una buena parte de lo que nos pertenece. Se han convertido en nuestros enemigos. Y lo peor es que complican aún más la vida de los más vulnerables: los ancianos. Estos últimos, muchas veces, no tienen ni la menor idea de lo que está sucediendo con sus cuentas, con sus ahorros, con todo lo que creyeron que era suyo. La trampa está hecha, y hemos caído en ella. Nos hemos vinculado a una vida digital, irreal, que solo nos roba, nos complica y nos aleja de lo que realmente importa.

Y aunque la automatización y la inteligencia artificial seguirán adelante, me pregunto: ¿qué pasará con todas esas personas que pierdan su empleo? Los robots, los drones, las máquinas… todo esto reemplazará a cientos de miles de trabajadores. ¿Y qué quedará para nosotros?

Por último, me inquieta profundamente el impacto que todo esto tiene en la medicina. A medida que la tecnología avanza en este campo, veo más riesgos que beneficios. Las preocupaciones por la seguridad y privacidad de nuestros datos médicos, los posibles errores en los diagnósticos, el aumento de los costos, y lo que más me inquieta: la despersonalización de la atención. ¿Qué pasará cuando todo se gestione mediante algoritmos y sistemas automáticos? ¿Quién se hará responsable de los errores de la máquina?

El abuso de la tecnología también afecta a nuestros niños. El sedentarismo, la obesidad, la falta de interés por actividades fuera de las pantallas… El impacto está siendo terrible, y no solo en la salud, sino en el desarrollo emocional y social de nuestros hijos.

Y como si todo esto fuera poco, la realidad de los mayores es otra de las grandes preocupaciones. En España, las nuevas tecnologías, están afectando especialmente a los ancianos españoles que, irónicamente, son la mayoría de la población y el mundo digital las está dejando atrás. En nuestro tiempo, las relaciones humanas, el comercio cercano, el contacto directo con las personas, eran lo que nos daba vida. Ahora todo eso ha cambiado, y nos han dejado atrás, obligándonos a vivir en un mundo digital que no pedimos, ni entendemos. 

Las generaciones de personas mayores, que no crecimos con los avances tecnológicos que hoy dominan la sociedad, estamos sufriendo, sin quererlo ni haberlo pedido, una desconexión forzosa de todo lo que no hace mucho era nuestra realidad.


 

viernes, julio 04, 2025

DOCUMENTAL FILOSOFIA BUDISTA - SIDDHARTHA GAUTAMA

COSAS DE GELY

DOCUMENTAL FILOSOFIA BUDISTA - SIDDHARTHA GAUTAMA

Sumérgete en la profundidad de la Filosofía Budista con este documental, que presenta las vidas y enseñanzas de Siddhartha Gautama, El Buda con una claridad sin precedentes. Este viaje intelectual te llevará desde los orígenes del budismo, hasta sus manifestaciones contemporáneas, explorando principios fundamentales y conceptos clave que han moldeado el pensamiento y la práctica budista.

A través de análisis detallados y entrevistas esclarecedoras, este documental filosófico te invita a reflexionar sobre la iluminación, el vacío, y la meditación. No pierdas la oportunidad de explorar el mundo del budismo. 


 

 

martes, julio 01, 2025

LA CORRUPCIÓN EN LA POLÍTICA

COSAS DE GELY 

LA CORRUPCIÓN EN LA POLÍTICA

A quienes simpatizamos con un partido político, no solo nos mueve la afinidad con unas ideas, sino también la esperanza de ver una sociedad más justa, más humana, más digna. Por eso, cuando se destapan casos de corrupción dentro de nuestras propias filas, el golpe es doble: duele por lo que representa y duele aún más porque traiciona todo aquello en lo que creemos. En el caso del PSOE, partido que ha sido artífice de avances sociales decisivos en la historia de nuestro país (desde la sanidad pública hasta leyes de igualdad, derechos laborales, becas, dependencia y tantas otras conquistas), la decepción es especialmente profunda cuando algunos de los que se visten con sus siglas lo hacen no para servir, sino para servirse.

Ver cómo se infiltran personas sin escrúpulos, que llegan al poder con el único propósito de enriquecerse, es una traición que pesa. Porque esas personas no creen en la política como herramienta de transformación social; la ven como una vía rápida para acceder a influencias, contactos y favores que, una vez activados, acaban beneficiando a quienes pagan por debajo de la mesa. No es casualidad que detrás de muchos de estos escándalos aparezcan grandes empresas, contratistas o lobbies que no quieren competir limpiamente, sino asegurarse contratos públicos manipulando los concursos, desplazando a quienes realmente ofrecen mejores propuestas, más innovadoras o más baratas. En lugar de premiar el mérito, se premia la mordida.

Pero la corrupción no se explica solo por la existencia del corrupto. También está el corruptor. El que tienta, el que ofrece, el que busca abrirse camino no con talento ni esfuerzo, sino con cheques, regalos o favores. Ambos, corrupto y corruptor, son parte del mismo engranaje podrido que ensucia las instituciones y debilita la democracia. Y lo más injusto de todo es que quienes acaban pagando esta descomposición no son ellos. No. Somos los ciudadanos, los que cumplimos las normas, los que pagamos impuestos, los que confiamos en que la política es (o debería ser) un servicio público.

Ahora bien, no todos los que militan en los partidos son iguales. Sería profundamente injusto generalizar o caer en el discurso fácil de “todos son corruptos”, porque no es cierto. Hay muchas personas en el PSOE (como en otros partidos) que trabajan con honestidad, por convicción, por vocación de servicio, dedicando horas y esfuerzos sin recibir nada a cambio. Y es justo reconocer también que el PSOE, consciente del daño que puede causar un solo caso de corrupción, ha asumido mecanismos internos de control. Periódicamente realiza auditorías y revisiones, y cuando detecta irregularidades o conductas inapropiadas, actúa con rapidez: abre expediente, pide el acta y expulsa al implicado, sin titubeos ni protecciones. Porque la limpieza interna no es solo una cuestión de imagen: es una obligación ética.

Es imprescindible aplicar medidas más severas y efectivas en todo el sistema: más transparencia en los procesos de contratación pública, vigilancia ciudadana, protección a los denunciantes, incompatibilidades estrictas entre cargos públicos y sectores privados, y sobre todo, justicia rápida y ejemplar. No puede ser que quienes abusan del poder salgan impunes o con castigos simbólicos. Si la política ha de recuperar el respeto que merece, debe limpiarse por dentro. Y quienes militamos o simpatizamos con un partido honesto, también debemos alzar la voz cuando algo no está bien. Porque callar ante la corrupción, también es una forma de permitirla.

La política no puede convertirse en un refugio para oportunistas. Debe ser, siempre, un espacio para los que creen en el bien común. Lo contrario, lo que hoy vemos tantas veces, solo genera desilusión, rabia y una herida profunda en la confianza ciudadana.

Y cuando esa confianza se rompe, cuando la gente deja de creer en las instituciones y en los partidos, se abre una puerta peligrosa. La frustración y el desencanto pueden convertirse en caldo de cultivo para discursos de odio, autoritarios, extremistas. Ahí es donde la extrema derecha se presenta como salvadora, prometiendo limpieza y orden, mientras recorta derechos, ataca la diversidad y erosiona las libertades. Por eso, luchar contra la corrupción no es solo cuestión de justicia: es también una defensa activa de la democracia. Si no actuamos con firmeza, corremos el riesgo de perder no solo la ética pública, sino también el modelo de convivencia que tanto ha costado construir. La Democracia. 


 

 

 

 

viernes, junio 27, 2025

PSOE - CUANDO EL EGO SUPERA LOS IDEALES

COSAS DE GELY

PSOE - CUANDO EL EGO SUPERA LOS IDEALES

Los "tres traidores": Cuando el ego y la ambición superan los ideales

En toda organización política de largo recorrido, es inevitable que surjan voces disidentes, tensiones internas y desacuerdos estratégicos. Pero cuando estas diferencias se convierten en ataques personales y públicos hacia un compañero de partido, sobre todo si ese compañero es el presidente del Gobierno y secretario general del PSOE, una no puede evitar preguntarse: ¿qué está pasando realmente?

Eso es lo que muchos socialistas y simpatizantes del progresismo se preguntan al ver cómo tres figuras del PSOE, con trayectorias muy diferentes pero con algo en común (su oposición furibunda a Pedro Sánchez) han elegido el camino del enfrentamiento en lugar de la lealtad constructiva. Hablamos del expresidente del Gobierno Felipe González, del presidente de Castilla-La Mancha Emiliano García-Page y del expresidente de Aragón Javier Lambán. Tres nombres con peso, sí. Pero también, tres egos difícilmente reconciliables con la idea de partido como proyecto colectivo.

Felipe González: La envidia del pasado que no acepta el presente

Felipe González fue una figura clave en la historia del PSOE. Nadie puede ni debe negarlo. Pero su tiempo pasó. Lo que sí resulta difícil de entender (o quizá demasiado fácil) es por qué alguien que dirigió el país durante más de una década se siente con derecho a deslegitimar al líder actual, incluso cuando ese líder ha sido refrendado varias veces por las bases del partido y por el voto ciudadano.

El desprecio de González hacia Pedro Sánchez no parece solo político. Tiene un componente profundamente personal, alimentado por la envidia. Pedro Sánchez ha conseguido lo que muy pocos pensaban posible: mantenerse en el poder pese a los ataques internos y externos, y construir una mayoría progresista en uno de los momentos más complejos de la historia democrática reciente. Esa capacidad de resistencia y estrategia ha puesto de relieve la falta de generosidad de González, que en lugar de apoyar a su partido desde la veteranía, parece obsesionado con demostrar que sin él, el PSOE no sabe gobernar. Esa actitud no solo es injusta, sino profundamente arrogante.

García Page: El socialista que nunca lo fue

Emiliano García Page es presidente de Castilla La Mancha, sí. Pero, ¿socialista? Es una pregunta legítima. A lo largo de los años, ha demostrado una afinidad sospechosa con los discursos y posiciones de la derecha, sobre todo cuando se trata de Cataluña, el modelo de Estado o las alianzas parlamentarias del Gobierno.

Su estrategia es clara: sabe que su única forma de mantenerse en el poder en una comunidad tradicionalmente conservadora es ganarse el voto de la derecha más moderada. Y para eso, necesita diferenciarse de Pedro Sánchez, incluso a costa de parecer un portavoz del PP en vez de un dirigente del PSOE. Lo triste de esta maniobra es que refleja una concepción absolutamente utilitaria de la política: los principios se abandonan en cuanto dejan de ser útiles para mantener el sillón. García-Page no es un disidente ideológico, es un oportunista electoral. Y eso es más grave.

Javier Lambán: El resentimiento del que ya no tiene nada que perder

Javier Lambán fue presidente de Aragón. Y lo cierto es que su perfil político, gris y poco carismático, ya no tenía mucho que ofrecer al PSOE. En lugar de retirarse con dignidad o contribuir desde la discreción, ha elegido el camino del resentimiento. Se ha convertido en una voz habitual del discurso rancio y agresivo contra Pedro Sánchez, sin aportar ideas ni propuestas, solo reproches y desprecios.

Su discurso suena vacío, como el eco de una frustración personal más que de una reflexión política. Y eso es lo más triste: su crítica no busca construir, solo castigar. ¿A quién? A quien ha conseguido unir a la izquierda, avanzar en derechos sociales y representar con firmeza a un Gobierno progresista en Europa. ¿Con qué objetivo? Probablemente, con ninguno claro, salvo el de vengarse de su propia irrelevancia actual.

¿Por qué siguen en el PSOE?

Esa es otra pregunta clave. ¿Por qué estos tres personajes siguen vinculados a un partido al que ya no representan ni ideológica ni emocionalmente? La respuesta puede estar en la falta de mecanismos internos más claros de renovación, pero también en algo más simbólico: ellos siguen aferrados al carnet socialista como quien se aferra a un título que ya no significa nada para ellos, pero que todavía les da una mínima cuota de poder y visibilidad.

El PSOE de hoy no es el mismo que el de los 80, y eso es bueno. Es un partido más feminista, más diverso, más consciente del pluralismo territorial, más abierto a las alianzas. Es un PSOE que, con errores y aciertos, ha sabido sobrevivir y adaptarse. Y Pedro Sánchez, guste o no, ha sido el arquitecto de esa transformación.

EL SOCIALIMO DEL FUTURO NO NECESITA LASTRES DEL PASADO

Conclusión: el socialismo del futuro no necesita lastres del pasado

El odio hacia Pedro Sánchez por parte de González, García Page y Lambán no es ideológico: es personal, ególatra y profundamente reaccionario. No toleran que un hombre joven, independiente, valiente y respaldado por las bases haya tomado las riendas de un PSOE que ellos ya no comprenden. Lo triste es que, en vez de hacerse a un lado con dignidad, han optado por convertirse en armas de la derecha y en altavoces del rencor.

Pero el socialismo seguirá adelante. Con sus bases, con sus jóvenes, con sus mujeres, con sus luchas. Y lo hará dejando atrás a quienes solo miran por el retrovisor.
 


 

 

 

jueves, junio 26, 2025

LGBT DIA 28 DE JUNIO (La Caridad Debería Ser Aceptar - Respetar - Amar)

COSAS DE GELY

 
LGBT DIA 28 DE JUNIO (La Caridad Debería Ser Aceptar, Respetar, Amar) 

La Caridad Debería Ser Aceptar, Respetar, Amar...

La vida de cada persona está llena de momentos de descubrimiento, de aceptación y, a veces, de lucha. Vivir de acuerdo con lo que sentimos en lo más profundo de nuestro ser es un derecho fundamental, un derecho que no siempre ha sido fácil de abrazar. A lo largo de la historia, las personas que han sido "diferentes" en su forma de amar o ser, han sido vistas con desdén, condenadas, incluso perseguidas. Pero la verdad es que cada ser humano tiene una identidad única que se refleja en su corazón, su cuerpo y su alma, y esa identidad no debería ser algo por lo que se sienta vergüenza ni miedo.

El budismo, una filosofía de vida basada en la compasión, el entendimiento y la paz interior, no hace distinción sobre la naturaleza sexual de las personas. En su visión, todos los seres humanos son iguales y merecen ser tratados con dignidad y respeto, independientemente de su orientación sexual. Al fin y al cabo, el objetivo del budismo es aliviar el sufrimiento y cultivar el bienestar, por lo que todo acto que cause dolor o daño a otro ser está en desacuerdo con sus principios fundamentales. En este sentido, el amor y la aceptación, en todas sus formas, se ven como expresiones naturales de nuestra humanidad.

Es cierto que en otras tradiciones o instituciones, como la Iglesia Católica, a menudo se ha insistido en el rechazo hacia la homosexualidad, justificando ese rechazo con enseñanzas que, en muchos casos, no se han adaptado a las realidades y necesidades de las personas. La caridad, palabra que tanto se menciona en estos espacios, parece quedar en un segundo plano cuando se trata de aceptar a aquellos que, simplemente por ser quienes son, han sido objeto de juicios y persecuciones. En contraste, hemos sido testigos de la contradicción y el sufrimiento causado por instituciones que predican amor y compasión, pero cuyos actos de abuso y maltrato a los más vulnerables, como las víctimas de pederastia dentro de la Iglesia, siguen siendo una herida abierta. La caridad verdadera no puede ser selectiva, ni puede ignorar el sufrimiento infligido a miles de niños, a quienes se les ha arrebatado su dignidad en nombre de una fe que debería proteger a los inocentes. Este silencio, este doble estándar, nos recuerda lo fundamental que es actuar con coherencia entre lo que se predica y lo que se practica.

En muchos lugares, el camino de aquellos que han decidido "salir del armario" ha sido arduo y doloroso. Sin embargo, también es un acto de valentía, de abrazar la verdad personal y vivirla con dignidad. A pesar de los obstáculos, el amor y el respeto que estas personas buscan no deberían verse como algo fuera de lo común, sino como una expresión legítima del ser humano. Cuando una persona decide ser fiel a sí misma, cuando decide dar a conocer su verdad, está contribuyendo a una sociedad más justa, libre y humana.

 José Luis Rodríguez Zapatero y los derechos de las personas LGTB+

Afortunadamente, en tiempos recientes, hemos visto avances importantes, como los llevados acabo por el expresidente socialista José Luis Rodríguez Zapatero, quien, con su lucha por los derechos de las personas LGTB+, logró que muchas de esas voces fueran escuchadas, que muchas personas pudieran finalmente respirar con alivio y ser quienes realmente eran, sin miedo ni vergüenza. Estos avances no solo son un reflejo de un cambio legal, sino de un cambio en la mentalidad colectiva, de un paso hacia una sociedad que valora la libertad, el amor y el respeto, sin importar cómo se elija vivir o amar.

La realidad es que todos, independientemente de nuestra orientación o identidad, compartimos el mismo deseo: vivir en paz, ser aceptados tal como somos y encontrar nuestra felicidad. Vivir según nuestra intuición, nuestra verdad, sin hacer daño a los demás ni a nosotros mismos, es lo que verdaderamente importa. El amor y el respeto son las bases sobre las cuales debemos construir nuestras relaciones, y eso no depende de quién amemos, sino de cómo elegimos vivir y cómo elegimos tratar a los demás.

Es vital recordar que lo que hace mal a otro no es el amor, sino el odio, el miedo y el rechazo. La humanidad necesita más aceptación, más comprensión, más apertura. La verdadera caridad es amar al prójimo sin juzgar, entender sin condenar y aceptar sin cuestion. 

LA IGLESIA DEBERÍA PRACTICAR LO QUE PREDICA, PERO NO PUEDE, PORQUE ESTÁ POLITIZADA Y ES DE DERECHAS 

 

 

 

sábado, junio 21, 2025

DEBERÍA UN POLITICO ANTES DE IR EN UNA LISTA HACERSE UN EXAMEN PSQUIÁTRICO

COSAS DE GELY
  
DEBERÍA UN POLITICO ANTES DE IR EN UNA LISTA HACERSE UN EXAMEN PSQUIÁTRICO 
 
¿Deberían los políticos pasar un examen psiquiátrico antes de presentarse a elecciones?

Cada vez que escuchamos hablar de un escándalo de corrupción, de un político cuyo comportamiento deja mucho que desear o de aquellos que se aferran al poder a toda costa, muchos nos preguntamos si realmente las personas que ocupan cargos públicos están en las condiciones adecuadas para ejercer funciones de responsabilidad. Y es que, si algo está claro, es que un puesto público requiere de personas con cualidades humanas y emocionales estables, que sean capaces de tomar decisiones que afecten a millones de ciudadanos sin que sus intereses personales o su salud mental interfieran.

Imaginemos por un momento que, por ley, todos los partidos políticos tuvieran que someter a un exhaustivo examen psicológico y psiquiátrico a aquellos que deseen formar parte de sus listas electorales, ya sea a nivel nacional, autonómico, municipal o europeo. Exámenes que, además de evaluar la estabilidad emocional de los candidatos, también busquen determinar si tienen la capacidad para gestionar la presión, el poder y el bienestar colectivo. ¿No sería esto lo más lógico? Después de todo, ¿quién querría que alguien en un cargo de alto nivel, esté mentalmente inestable o manipulado por intereses oscuros?

Lo cierto es que, en muchos casos, parece que los partidos políticos priorizan el poder sobre las personas. Nos encontramos con figuras que, más allá de sus propuestas o cualidades políticas, terminan destacando por sus comportamientos, sus relaciones sospechosas o sus actitudes que rayan en lo inaceptable. Casos como los de Koldo, Ábalos o Cerdán, por ejemplo, han sido un claro reflejo de cómo el PSOE ha tomado cartas en el asunto. Cuando se descubrieron vínculos con la corrupción o comportamientos cuestionables, el PSOE no dudó en expulsarlos del partido y pedirles que abandonaran el acta de diputados. Sin embargo, esta actitud tan clara y firme en un partido, contrasta con la pasividad que vemos en otras formaciones, como el PP, que nunca actúa con la misma contundencia cuando se trata de sus propios miembros.

Tomemos como ejemplo al PP, uno de los partidos que, a menudo, exige altos estándares éticos a sus adversarios, como si ellos mismos estuvieran libres de manchas. Pero la realidad es otra. Este mismo partido ha estado rodeado de numerosos casos de corrupción, muchos de ellos judicialmente abiertos. La trama Gürtel, el caso Bárcenas o el caso Lezo, por citar solo algunos, son solo la punta del iceberg de una larga lista de escándalos que involucran a personajes de renombre dentro del PP. Si esto es asi.
¿Por qué entonces, no se aplican las mismas normas éticas y de transparencia que exigen al PSOE en el caso de Koldo y otros implicados?

Si el PP pide a gritos la dimisión de sus rivales por casos de corrupción, ¿no deberían ser igualmente rigurosos con sus propios miembros? La política debe ser, por encima de todo, un espacio para la honestidad, la responsabilidad y la transparencia. No es justo que se aplique una vara de medir diferente dependiendo del partido al que se pertenezca. Y esto esprecisamente, lo que el PP, injustamente lleva haciendo con sus adversarios, desde que existe como partido político. 
 
Por último, y para rematar el círculo de la hipocresía política, tenemos el caso de Alberto González Amador, el actual novio de Isabel Díaz Ayuso, presidenta de la Comunidad de Madrid. Este hombre está imputado por fraude fiscal, administración desleal, facturas falsas y corrupción en sus negocios. Y, sin embargo, parece que su vinculación con el entorno político madrileño no ha levantado las alarmas como debería. ¿Es que acaso los lazos familiares y sentimentales con figuras de poder pueden pasar desapercibidos o justificarse por encima de la ley?

La ética en la política debe ser universal, sin importar el partido ni las relaciones personales. Los ciudadanos merecen representantes que no solo estén capacitados intelectualmente, sino que también tengan la estabilidad emocional y ética para ejercer su cargo de manera ejemplar. Un examen psicológico y psiquiátrico para los candidatos no parece tan descabellado, si realmente queremos políticos con los pies en la tierra, que no solo representen sus intereses personales, sino el bien común.

Al final del día, la política debería ser un servicio público, no un trampolín para intereses personales o mafias encubiertas. El poder debe estar en manos de aquellos que realmente puedan gestionarlo de manera correcta, no en las de aquellos que lo ven como una forma de enriquecimiento o de juego.
 
 
La política debería ser transparente y justa, y si un partido tiene un discurso de ética y moralidad, debería demostrarlo también con sus propios miembros, no solo con los rivales. Lo que el PSOE hace con sus corruptos, el PP también debería hacerlo. Es cuestión de coherencia.

Esta reflexión debería ser un buen recordatorio, de que en la política, las acciones deben hablar más que las palabras, y es ahí, donde partidos como el PP, siguen fallando. 
 
El PP de Feijóo acumula actualmente 28 juicios abiertos por corrupción, con más de 150 cargos públicos implicados. Entre las macrocausas más mediáticas figuran Gürtel, Púnica, Lezo, Kitchen, Erial, Novo Carthago, el Campus de la Justicia de Madrid y la desaladora de Escombreras en Murcia, además de otros procedimientos menores. La magnitud de las tramas y la relevancia de los implicados -que incluyen a exministros, expresidentes autonómicos y altos cargos- sitúan al PP ante un escenario judicial sin precedentes. 
 




jueves, junio 19, 2025

PARA QUE NACIÓ EL BUDISMO

COSAS DE GELY

PARA QUE NACIÓ EL BUDISMO
 
El budismo no nació con la intención de convertirse en una doctrina política. Surgió, más bien, como una vía para comprender el sufrimiento y encontrar una forma de vida serena, lúcida y compasiva. Sin embargo, sus enseñanzas, centradas en la naturaleza de la mente, la ética y la interdependencia de todos los seres, han tenido consecuencias políticas profundas, incluso sin proponérselo.

Cuando el Buda enseñó que la causa del sufrimiento humano es el deseo egoísta, la aversión y la ignorancia, no hablaba solo del sufrimiento interior de cada individuo, sino también del sufrimiento que se manifiesta en las estructuras sociales: en la desigualdad, la injusticia, el abuso de poder. Sin proclamar revoluciones ni levantar banderas, el budismo ofreció una visión radicalmente diferente del poder: no como dominación, sino como responsabilidad ética. Desde esta perspectiva, gobernar no es imponerse sobre otros, sino actuar con sabiduría para aliviar el sufrimiento colectivo.

3En la tradición budista más antigua, la comunidad de monjes y monjas era guiada no por jerarquías rígidas, sino por el respeto mutuo, el debate consciente y el consenso. Las decisiones se tomaban en asambleas donde todos podían hablar, y el silencio no era ignorancia, sino parte del proceso de escucha. Este modelo, basado en la humildad y la claridad interior, ofrecía un ejemplo de cómo una comunidad puede organizarse sin caer en la lucha de egos ni en la imposición de unos sobre otros.

El budismo no promueve ningún sistema político específico, pero sus valores son claros. La compasión es prioritaria. La vida humana, y toda forma de vida, merece respeto. La violencia, aunque a veces inevitable en los procesos históricos, no es nunca deseable ni glorificada. El poder debe ejercerse con conciencia, no como privilegio, sino como deber de servicio. Estas ideas han inspirado a lo largo de la historia tanto a líderes como a pueblos.

Uno de los ejemplos más conocidos es el del emperador Ashoka, en la India antigua. Tras una sangrienta guerra, Ashoka se convirtió al budismo y dedicó el resto de su reinado a la construcción de hospitales, escuelas, caminos, y a la difusión de la paz como valor estatal. Sin abandonar su poder, lo transformó desde dentro, demostrando que una gobernanza basada en principios éticos era posible.

Con el paso de los siglos, el budismo se adaptó a muchas culturas y sistemas políticos. En algunos lugares se vinculó estrechamente al poder estatal, como en Tíbet o Tailandia. En otros, fue reprimido o marginado. Pero en todos los casos mantuvo una raíz común: la búsqueda de un mundo menos condicionado por el egoísmo y más guiado por la lucidez. En el siglo XX, esta raíz encontró nuevas expresiones. Surgió el budismo comprometido, una forma de práctica que no se limita a la meditación o al retiro, sino que se involucra en la transformación social. Monjes y laicos comenzaron a hablar de pobreza, opresión, violencia y medio ambiente, no desde la confrontación, sino desde el compromiso ético.

En India, millones de personas consideradas intocables encontraron en el budismo una salida digna a siglos de exclusión. En Vietnam, en medio de la guerra, monjes caminaron por campos devastados para alimentar a niños y consolar a los moribundos. En Occidente, surgieron voces que aplicaron los principios del Dharma a la política, la economía y la ecología. No como ideologías cerradas, sino como prácticas abiertas a la vida real.

La visión budista no divide el mundo en amigos y enemigos. Su noción de interdependencia nos recuerda que no somos islas, que toda acción tiene consecuencias, que no hay bienestar personal posible si el entorno colectivo está en sufrimiento. Por eso, una política inspirada en el budismo no puede ser partidista, ni excluyente, ni basada en el miedo o en el odio. Es una política que parte de la compasión, del deseo sincero de que todos los seres encuentren paz y libertad.
 
En tiempos como los actuales, en los que las sociedades parecen desgarrarse entre el ruido, el conflicto y la prisa, el budismo no propone soluciones técnicas, pero sí ofrece una dirección clara: actuar desde el silencio interior, desde la observación atenta, desde la renuncia al yo como centro. Esa orientación puede aplicarse tanto en la vida personal como en la vida pública.

Una política basada en el budismo sería menos espectacular y más cuidadosa. Sería una política sin gritos, sin enemigos inventados, sin promesas vacías. Sería una forma de gobernar que busca el bien común sin olvidar el respeto por la individualidad, que protege la tierra sin explotarla, que pone la sabiduría por encima de la astucia, y la compasión por encima del poder.

Y quizás lo más importante: no se trataría solo de transformar los sistemas, sino de transformarse a uno mismo. Porque, como enseñó el Buda, no hay paz duradera fuera si no nace primero en el corazón de cada ser humano. Y desde ese corazón tranquilo, es desde donde puede surgir, de forma natural y humilde, una nueva forma de convivencia. 
 

 
 
 
 
 

miércoles, junio 11, 2025

LA ERA DEL ANTROPOCENO Y EL PERMAFROST

COSAS DE GELY

LA ERA DEL ANTROPOCENO Y EL PERMAFROST

Nos estamos quedando sin tiempo

A veces me pregunto si el ser humano se ha creído el dueño del mundo. Si, en algún momento de nuestra historia, olvidamos que la Tierra no nos pertenece, sino que somos nosotros quienes pertenecemos a ella
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Durante siglos, hemos arrancado del suelo todo lo que hemos querido. Carbón, petróleo, gas… como si el planeta no tuviera límite, como si fuera una mina infinita dispuesta a darnos sin cesar. Y ahora, con las manos manchadas de humo y la conciencia dormida, seguimos como si nada pasara. Seguimos defendiendo las mismas energías que nos han traído hasta el borde del abismo. Políticos como Donald Trump en Estados Unidos o Alberto Núñez Feijóo en España insisten en mirar hacia atrás, abrazando las energías fósiles y la nuclear, mientras el mundo arde, se inunda, se rompe. Ellos van a lo suyo como si no lo supieran. Como si no lo vieran.

Pero no es ignorancia. Es irresponsabilidad. Es cobardía. Es una rendición disfrazada de liderazgo.

Los polos, esos gigantes blancos que durante millones de años regularon el equilibrio del clima, se están derritiendo. Ya no es una predicción, es un hecho. Cada año se pierde más hielo, y con él, desaparecen especies, sube el nivel del mar, y se altera el delicado latido de la Tierra. Hay poblaciones costeras que ya están viendo cómo el océano avanza, cómo la sal devora los cultivos, cómo sus casas se llenan de agua. No es ciencia ficción. Es real. Está pasando ahora mismo.
EL PERMAFROST EL ENEMIGO SILENCIOSO

Y hay algo más peligroso, más silencioso, más olvidado: el permafrost. Esa capa de tierra helada que durante milenios ha estado congelada en las regiones más frías del planeta. Allí dentro duerme algo que no entendemos del todo. Virus antiguos, desconocidos para la ciencia, atrapados desde hace miles de años. Algunos tan antiguos que nuestro sistema inmunológico nunca ha tenido que enfrentarse a algo parecido. Si ese hielo se derrite (y ya ha empezado a hacerlo) no sabemos qué puede pasar. Nadie lo sabe. Y aun así seguimos actuando como si el tiempo no importara.
FELIX RODRIGUEZ DE LA FUENTE Y EL ANTROPOCENO

Este es el mundo del Antropoceno, una era en la que el ser humano se ha convertido en la mayor fuerza geológica del planeta. Una era marcada por la huella devastadora de nuestra especie: incendios, huracanes cada vez más intensos, extinción masiva de animales, contaminación de mares y cielos… todo porque decidimos que era más importante el crecimiento económico que la vida misma. Pero el planeta no necesita de nuestra economía para sobrevivir. Nosotros sí necesitamos de un planeta sano para vivir.

Me duele ver cómo algunos líderes, con pleno conocimiento de la gravedad de la situación, siguen negando lo evidente. ¿Qué clase de personas pueden mirar a sus hijos, a sus nietos, y continuar firmando acuerdos que alimentan el colapso climático? ¿Qué futuro les están dejando?

Este no es un problema del futuro. Es el presente. Es ahora. Y lo que hagamos (o dejemos de hacer) en esta década determinará si aún queda una oportunidad.


No podemos seguir esperando que los poderosos actúen por conciencia, porque muchos de ellos ya han demostrado que no la tienen. Pero sí podemos alzar la voz, exigir, no callarnos. Porque aún hay tiempo de frenar lo peor. Aún hay tiempo de cambiar, pero se está acabando.
 
A esos gobernantes que siguen apostando por la destrucción disfrazada de progreso, quiero decirles: serán recordados no por lo que prometieron, sino por lo que destruyeron. No habrá historia que los absuelva. La Tierra tiene memoria, y también la tendrán quienes hereden el desastre que ustedes ayudaron a crear.



 
 
 
 

jueves, junio 05, 2025

QUIZÁS NO NECESITAMOS TANTO

COSAS DE GELY 

QUIZÁS NO NECESITAMOS TANTO

Quizás no necesitamos tanto

A lo largo de la vida, muchas personas terminan rodeadas de cosas que en realidad no necesitan.
Objetos, pantallas, hábitos, aparatos… cosas que han ido acumulando con la idea de que son indispensables para vivir bien, para estar al día, para no quedarse atrás. Pero cuando se mira con calma, cuando se baja el volumen del mundo y se observa con sinceridad, se empieza a notar que muchas de esas cosas no solo son innecesarias, sino que también hacen daño.

Una de las más comunes es el teléfono móvil.
Durante años se ha convertido en una extensión de la mano. Se usa para casi todo: comunicarse, entretenerse, informarse, escapar. Pero ese mismo aparato que parece útil, también puede robar presencia y descanso. Estar pendiente de mensajes o notificaciones todo el día genera ansiedad, fatiga y una constante sensación de estar “a medio camino” entre lo que se hace y lo que se espera.


Las redes sociales son otra fuente silenciosa de agotamiento. 
Al principio parecen inofensivas, incluso alegres. Pero el constante desfile de vidas aparentemente perfectas, logros, fiestas, cuerpos ideales y sonrisas sin pausa, termina generando comparación, insatisfacción y hasta tristeza. Se olvida que lo que se muestra no es la vida real, sino una versión editada. A muchas personas les cuesta recordarlo, y eso las deja con la sensación de que su vida no es suficiente.


La televisión también tiene su lugar en esta historia.
Encendida todo el día, muchas veces solo llena el espacio. Pero gran parte de su contenido está hecho para generar preocupación, para vender, para mantener la atención mediante el miedo o la exageración. Escuchar malas noticias constantemente, o dejarse arrastrar por programas vacíos, deja el ánimo por el suelo y la mente sobrecargada.

En los hogares también se acumulan objetos que ya no tienen sentido: ropa que no se usa, cosas guardadas “por si acaso”, regalos que se conservan por compromiso. Todo eso ocupa espacio físico y mental. Vivir rodeado de cosas que ya no se necesitan genera cansancio, confusión y una sensación de desorden interior. Cuando se empieza a soltar, a regalar, a tirar o a dejar ir, se descubre que menos es más.

También están las compras impulsivas. Muchas veces no se hacen por necesidad, sino por ansiedad, por costumbre o por una sensación de vacío difícil de explicar. Se compra algo para sentirse mejor, pero el alivio dura poco, y el objeto termina en una estantería sin uso. Las compras no solucionan lo que le duele al alma. Lo que se necesita cuando uno se siente solo o triste, rara vez está en una tienda.

Hoy en día también hay una aplicación o un aparato para todo: para dormir, para respirar, para caminar, para pensar. La tecnología puede ser útil, claro. Pero cuando se depende demasiado de ella, se olvida que el cuerpo y la mente ya saben hacer muchas de esas cosas sin ayuda. Caminar sin medir los pasos, dormir sin una app, respirar sin un recordatorio. Volver a lo simple puede ser más sano que seguir añadiendo dispositivos a la vida.

Y hay algo que tal vez es lo más importante de todo:
Estar siempre conectados no significa estar presentes.
Muchas veces, mientras se mira el teléfono, se pierde una conversación. Mientras se ve una pantalla, se olvida de escuchar al que está al lado. La conexión constante nos aleja de lo que ocurre aquí y ahora. Comer con atención, hablar sin distracciones, sentarse en silencio… eso también es vivir.


Con el paso del tiempo, muchas personas se dan cuenta de que lo que necesitan para estar bien no es una larga lista de cosas, sino algunas pocas y verdaderas:
tranquilidad, tiempo sin interrupciones, vínculos sinceros, momentos simples.
Y eso no se compra, no se descarga, no se actualiza.


Quizás no necesitamos tanto.
Quizás lo que hace falta no es llenar, sino soltar.
No sumar más objetos, sino recuperar lo que de verdad importa: la calma, la presencia, la vida sin apuro.

Y nunca es tarde para empezar a hacerlo.