viernes, diciembre 12, 2025

FELICES FIESTAS Y OJALA ENCUENTRES MOTIVOS PARA SONREIR

COSAS DE GELY



 
FELICES FIESTAS Y OJALA ENCUENTRES MOTIVOS PARA SONREIR 
 
Que estos días traigan calma, luz y compañía a vuestras vidas. Gracias por pasar por aquí.

Os deseo unas fiestas tranquilas, cálidas y llenas de momentos que valgan la pena.

Ojalá encontréis en estas fechas motivos para sonreír y para seguir adelante con buena energía.

Gracias por visitar este espacio. Que estas fiestas os regalen cariño, salud y buenos recuerdos.

Que el nuevo año llegue suave, amable y con oportunidades bonitas para todos.
 



 

jueves, diciembre 11, 2025

EL FASCISMO NO DESTRUYE SOLO VIDAS TAMBIÉN EL ALMA Y LA LIBERTAD DE LOS PUEBLOS

COSAS DE GELY 

 

EL FASCISMO NO DESTRUYE SOLO VIDAS TAMBIÉN  EL ALMA Y LA  LIBERTAD DE LOS PUEBLOS

En muy poco tiempo, casi desde que figuras como Donald Trump irrumpieron con su prepotencia en el escenario internacional, el mundo parece haber entrado en un periodo de inquietud profunda. Todo aquello que con sus defectos, funcionaba más o menos bien, comenzó a tensarse. Este egolatra presuntuoso, con sus discursos —a menudo impulsivos contradictorios y cargados de confrontación— ha contribuido a que la política global se sumerja en un clima de confusión e inseguridad. No deja de sorprender, que alguien que públicamente ha expresado aspiraciones como la de recibir el Nobel de la Paz, mantenga a la vez una retórica beligerante o un apoyo político explícito, a líderes tan polémicos como Benjamín Netanyahu o Vladimir Putin, cuyas decisiones han marcado profundamente los conflictos actuales.

Las consecuencias se sienten en todas partes. La llamada “guerra de los aranceles” promovida por Trump puso patas arriba relaciones económicas que llevaban décadas de estabilidad. Sus tensiones constantes con la Unión Europea, pese a ser el aliado histórico más cercano de Estados Unidos, han dejado perplejos a millones de ciudadanos en ambos continentes. Europa, con más de 450 millones de habitantes y miles de años de historia cultura y diversidad, ha visto cómo desde Los colonizados Estados Unidos de America —un país joven de apenas unos siglos y con 342 millones de habitantes— se le lanzaban reproches y presiones impropias de la relación que siempre los había unido.

Resulta paradójico, incluso simbólico, que un dirigente de origen europeo trate a Europa con semejante desdén.

Este deterioro en el estilo político global no es exclusivo de un líder. También encontramos ejemplos en mandatarios como Jair Bolsonaro en Brasil o Viktor Orbán en Hungría, donde el populismo, el desprecio por la prensa crítica o la erosión paulatina de las instituciones democráticas han encendido alarmas internacionales. Muchos ciudadanos del mundo sienten que la falta de honradez y la ambición personal de demasiados políticos —de derechas, de izquierdas y de todo el espectro— han generado un cansancio que se vuelve insoportable.

Pero ese cansancio es peligroso. Porque la historia nos enseña que cuando la población se harta de la corrupción, la mentira o la incompetencia, algunos pueden volverse vulnerables a los discursos autoritarios que prometen soluciones rápidas, orden, fuerza o “mano dura”. Y así comenzaron las tragedias del pasado.

No podemos olvidar que el ascenso de Adolf Hitler en Alemania, de Benito Mussolini en Italia o de Francisco Franco en España no empezó con guerras totales ni con crímenes masivos desde el primer día. Empezó lentamente, con un clima de crispación política, con el desprecio hacia el adversario, con la normalización del odio, con la idea de que la democracia era un obstáculo para “salvar la nación”. Y cuando las sociedades quisieron reaccionar, ya era demasiado tarde.

El fascismo destruye no solo vidas, sino también el alma de los pueblos: arranca libertades, mata la convivencia, aplasta la diversidad y convierte la ciudadanía en obediencia. Los errores de una democracia pueden corregirse; los errores del fascismo dejan cicatrices para generaciones.

Por eso, incluso en tiempos de hartazgo, es fundamental votar con memoria, con conciencia, con responsabilidad. Recordar lo que ya ocurrió, lo que la humanidad pagó tan caro, y lo que puede volver a ocurrir si dejamos que la apatía o la ira abran la puerta a proyectos autoritarios disfrazados de soluciones milagrosas.

En un mundo convulso, con líderes impulsivos, decisiones agresivas y nublada claridad moral, defender la democracia —con sus imperfecciones, sí, pero también con su humanidad— es un acto de amor por el futuro. La libertad no se pierde de golpe: se pierde cuando dejamos de cuidarla. 


jueves, diciembre 04, 2025

LA NAVIDAD - LAS SATURNALES - LA RESURRECCIÓN Y LA VIRGINIDAD DE MARÍA

COSAS DE GELY 

LA NAVIDAD - LAS SATURNALES - LA RESURRECCIÓN Y LA VIRGINIDAD DE MARÍA

A lo largo de los siglos, la humanidad ha aceptado sin pestañear historias que no nacieron de hechos verificables, sino de decisiones cuidadosamente tejidas para sostener estructuras de poder. La Navidad es quizá el ejemplo más evidente: una celebración que millones repiten cada año convencidos de que honra un acontecimiento concreto, cuando en realidad su fecha no surgió de ningún testimonio real sobre el nacimiento de Jesús. No hubo registro del día, del mes ni de la hora; nadie dejó constancia alguna. Fue solo cuando el Imperio romano necesitó unir a una población diversa bajo un mismo símbolo que se fijó el 25 de diciembre, una fecha ya cargada de festividades paganas. Lo que se presentó como una verdad espiritual no fue más que una maniobra política para absorber antiguos cultos y facilitar la aceptación de una nueva religión. Y durante siglos la gente lo celebró —y aún lo celebra— creyendo que responde a un hecho histórico, sin saber que fue una construcción destinada a controlar y cohesionar.

Algo similar ocurrió con la divinización de Jesús. La idea de que era Dios mismo no surgió de pruebas históricas, ni de experiencias directas verificables, sino de reuniones en las que líderes religiosos decidieron qué convenía enseñar. No se trataba de reconstruir hechos, sino de fijar una doctrina que eliminara disputas internas y diera autoridad absoluta al mensaje católico, que no cristiano, porque ser cristiano es algo bastante distinto que ser católico. Lo que para muchos se convirtió en una certeza espiritual empezó siendo un acuerdo político, sellado en documentos conciliares que reemplazaron la duda con dogmas, a pesar de que los dogmas y la verdad son incompatibles, la humanidad terminó aceptando que aquel predicador judío era una figura sobrenatural porque así se decretó, no porque la historia lo demostrara.

La virginidad de María siguió el mismo camino. No existe ningún registro contemporáneo que confirme un hecho biológico tan extraordinario, y sin embargo acabó imponiéndose como verdad indiscutible siglos después de los hechos. No fue la historia la que habló, sino la necesidad institucional de santificar la figura materna de Jesús para reforzar la devoción popular. Con el tiempo, millones de personas crecieron creyendo en una maternidad sin contacto humano, sin saber que esa creencia nació de debates teológicos tardíos, no de testimonios reales.

Y si hay un punto en el que la distancia entre fe y evidencia es más grande, es la resurrección. Nadie presenció el momento en que Jesús habría vuelto a la vida. No hubo ojos humanos que vieran el instante decisivo. Los relatos hablan de una tumba vacía, de apariciones posteriores, de interpretaciones hechas por seguidores que buscaban sentido después de la muerte de su líder. Nada más. No hay crónicas externas, no hay documentos contemporáneos que confirmen el suceso. Aun así, durante siglos se ha presentado como un hecho incuestionable, base de la religión y justificación de su autoridad. Pocas narraciones han tenido tanta influencia sobre tantos sin contar con pruebas materiales.

Lo impactante no es solo cómo nacieron estas ideas, sino cómo se mantuvieron. La humanidad entera terminó atrapada en relatos que se instalaron como verdades absolutas mientras se ocultaban sus raíces políticas. Miles de generaciones crecieron convencidas de que celebraban hechos reales, cuando en realidad reproducían tradiciones construidas para moldear su forma de pensar, su moral y su visión del mundo. La manipulación no fue un acto puntual, fue un proceso lento, persistente y efectivo que convirtió decisiones humanas en dogmas sagrados.

Y así, a pesar de que la historia muestra huecos, silencios y fabricaciones, hemos continuado transmitiendo estos relatos como si fueran hechos veridicos. Tal vez porque necesitamos creer en algo, tal vez porque tememos la incertidumbre, o quizá porque, durante demasiado tiempo, quienes escribían las reglas supieron utilizar los símbolos para gobernar no solo cuerpos, sino también conciencias. La Navidad que celebramos, la resurrección que se predica y la virginidad que se venera no son solo tradiciones: son el reflejo de cómo la humanidad puede ser guiada, moldeada y convencida de aceptar como verdad aquello que nació de estrategias humanas más que de hechos reales. Y lo más inquietante es que, incluso sabiendo esto, seguimos repitiendo las mismas historias, como si el simple paso del tiempo pudiera convertir una mentira en una verdad.

A pesar de todo lo que la historia y sus tergiversadores, hayan podido moldear o distorsionar, queda algo profundamente luminoso en la figura de Jesús, igual que en la de Buda: ambos fueron seres que caminaron la tierra con una mirada de compasión capaz de transformar a quienes los rodeaban. Más allá de dogmas, concilios y relatos añadidos con el tiempo, lo que permanece es la huella de su humanidad: la sencillez de unos hombres que hablaban de perdón, de amor al prójimo y de una vida más justa, y la serenidad de quienes enseñaban a liberarse del sufrimiento a través de la comprensión, la compasión y la bondad. Ambos invitaron a ver al otro como un hermano, a renunciar a la violencia, a construir paz desde gestos pequeños. Si algo verdadero dejaron —algo que no depende de instituciones ni de doctrinas— fue esa llamada a tratarnos con respeto, a vivir con empatía y a recordar que el mundo podría ser distinto si cada uno de nosotros eligiera actuar con el mismo amor que ellos enseñaron. Ese mensaje, tan simple y tan inmenso, sigue siendo el puente más hermoso entre todos los seres que habitan la Tierra. 



 

 


miércoles, noviembre 26, 2025

CUANDO LA MALDAD LA AMBICIÓN Y EL ODIO LLEGAN AL PODER

COSAS DE GELY
 
CUANDO LA MALDAD  LA AMBICIÓN Y EL ODIO LLEGAN AL PODER   
Cuando el mundo pierde el rumbo: una reflexión humana inspirada sobre el libro Narrar el abismo, de Patricia Simón

Hay momentos en los que resulta inevitable preguntarse cómo hemos llegado hasta aquí. Cómo han podido alcanzar tanto poder personas movidas por el odio, la ambición o el deseo de dominio. Cómo figuras como Donald Trump, Vladímir Putin o Benjamín Netanyahu —con discursos agresivos, decisiones deshumanizadoras y un profundo desprecio por el dolor ajeno— han llegado a condicionar el destino de tantos seres humanos.

Narrar el abismo, de Patricia Simón, ayuda a comprenderlo. No porque ofrezca respuestas simples, sino porque obliga a mirar el mundo sin apartar la vista. Y en esa mirada, dolorosa pero necesaria, surge la comprensión de que estos líderes no florecen en sociedades sanas: brotan donde hay desigualdad, miedo, desinformación y un cansancio emocional profundo, en lugares donde las personas están agotadas de sentirse inseguras, invisibles o abandonadas.

Simón escribe desde la herida abierta, desde lo que ha visto en zonas de conflicto, campos de refugiados y ciudades donde la violencia política se ha vuelto rutina. Desde ahí explica que el autoritarismo crece cuando la población empieza a buscar salvadores en vez de gobernantes; certezas en vez de preguntas; enemigos en vez de vecinos.

El miedo, ese veneno silencioso

El miedo es la herramienta política más poderosa, y estos líderes lo saben. Lo alimentan con discursos que señalan a grupos vulnerables, exageran amenazas o inventan peligros.

Con ello consiguen que parte de la sociedad crea que solo ellos —con su agresividad, su puño en alto, su rigidez— pueden protegerla.

Pero lo que protegen, en realidad, son sus intereses, sus alianzas económicas, sus posiciones de poder.

Y mientras tanto, las personas comunes viven más asustadas, más divididas y más sometidas.

La fabricación del enemigo

Una de las advertencias más claras que atraviesa Narrar el abismo es esta:

cuando un gobierno necesita un enemigo para justificar su poder, es porque ya ha perdido su compromiso democrático.

El enemigo puede ser una minoría religiosa.

Un territorio que se desea controlar.

Periodistas que hacen preguntas incómodas.

Inmigrantes que huyen desesperados.

Al convertirlos en amenaza, el poder obtiene permiso para casi todo: bombardear, expulsar, encarcelar, mentir, destruir.

Silenciar la verdad: el ataque a la prensa

La democracia se debilita cuando la prensa es atacada.

Muchos gobiernos autoritarios lo saben y actúan en consecuencia: compran medios, manipulan narrativas, difunden mentiras, ridiculizan a periodistas, los ponen en peligro.

Así, poco a poco, la sociedad queda desorientada.

A oscuras.

Dependiente de la voz más fuerte, no de la más honesta.

Intereses que pasan por encima de las personas

En el mundo actual domina a menudo la lógica del explotación:

la idea de que todo —territorio, naturaleza, incluso seres humanos— puede sacrificarse en nombre de una ganancia económica o geopolítica.

Simón lo explica con claridad:

cuando el poder se mueve por asegurar recursos estratégicos, las vidas humanas se vuelven prescindibles.

No hace falta enumerar cada caso concreto para entender el patrón general:

cuando el beneficio vale más que la dignidad, las poblaciones dejan de ser ciudadanía y se convierten en obstáculos.

La normalización de la crueldad

Una de las señales más alarmantes es cómo se ha normalizado la crueldad.

Imágenes de bombardeos convertidas en ruido de fondo.

Discursos de odio que ya no escandalizan.

Cifras de muertos que se leen como si fueran datos técnicos.

Esta indiferencia no surge por maldad, sino por agotamiento.

Pero precisamente ese agotamiento permite que los poderosos actúen sin freno.

Y mientras tanto, la gente sufre

Detrás de cada decisión política hay vidas reales:

niños que lloran, madres que huyen, ancianos que lo pierden todo, jóvenes que dejan de imaginar un futuro.

Simón insiste en que si dejamos de mirar a esas personas, perdemos nuestra humanidad.

Y cuando se pierde la humanidad, el fascismo asoma sus garras, y  es el único que gana

Una conclusión desde el corazón

La extrema derecha y los fachas no surgen de la nada: crecen en un clima social herido, desigual, cansado y manipulado.

Prosperan porque el miedo se hace más fuerte que la empatía.

Porque la mentira se vuelve más cómoda que la verdad.

Porque la crueldad se normaliza.

Pero existe una fuerza que todavía resiste: la capacidad de reconocer el dolor ajeno y decir esto no puede continuar así.

Es la capacidad que el libro reivindica: narrar el abismo para no caer en él. 

 






viernes, noviembre 21, 2025

AUNQUE LA VERDAD ESTE EN MINORÍA SIGUE SIENDO LA VERDAD

COSAS DE GELY 

 
AUNQUE LA VERDAD ESTE EN MINORÍA, SIGUE SIENDO LA VERDAD

En España, muchas personas tienen la impresión de que la justicia se ha ido alejando poco a poco de su esencia más noble: la búsqueda honesta de la verdad. Cada vez que aparece un caso en el que la sentencia parece no corresponderse con las pruebas presentadas, o cuando testimonios relevantes parecen ser ignorados sin una explicación convincente, crece en el ciudadano una sensación amarga de desamparo. No se trata solo del resultado final, sino del proceso, de la forma en que se percibe que la justicia se inclina más hacia equilibrios de poder que hacia los hechos, más hacia afinidades que hacia pruebas, más hacia mayorías internas que hacia la razón. En este clima, la justicia corre el riesgo de dejar de sentirse justa.

La frase de Mahatma Gandhi, “Aunque la verdad esté en minoría sigue siendo la verdad”, resuena con especial fuerza en situaciones así. Habla de esas ocasiones en las que, aunque todo parezca inclinarse hacia una dirección, aunque la mayoría dentro de un tribunal vea las cosas del mismo modo, aunque la versión minoritaria quede reducida casi al silencio, la verdad permanece intacta esperando ser reconocida. Lo verdaderamente doloroso es, cuando esa verdad minoritaria no encuentra espacio porque los jueces que deben valorarla, actúan dentro de una estructura en la que la independencia no está siempre garantizada. Cuando la composición de un tribunal está condicionada por criterios que no son estrictamente jurídicos, la verdad se convierte en una especie de náufrago en un océano de decisiones ya perfiladas antes incluso de escuchar los testimonios.

A la ciudadanía le afecta profundamente esta sensación. Todos sabemos que un sistema judicial perfecto no existe, pero sí esperamos que, al menos, funcione con la máxima honestidad posible. Cuando el ciudadano observa que ciertas decisiones generan dudas razonables, que testimonios presentados por profesionales, periodistas o expertos quedan archivados sin justificación clara, surge la pregunta que más daño hace: ¿Realmente hemos sido escuchados?. La justicia debería ser precisamente ese espacio donde cada voz cuenta, donde cada dato importa y donde cada testimonio se analiza con atención. Cuando esto no ocurre, incluso la persona que ha dicho la verdad con total integridad, siente que está sola frente a un sistema demasiado grande para ser cuestionado.

Esa soledad es devastadora. Es mirar a la justicia (una institución creada para proteger) y sentir que, en lugar de abrazar la verdad, la ha dejado caer por el peso de otros intereses. Y lo más triste es que no siempre hace falta que exista una intención maliciosa; basta con la falta de independencia, con estructuras envejecidas, con nombramientos discutidos, con presiones indirectas, con esa politización silenciosa que no se ve, pero se nota. Basta con pequeños gestos, actitudes, decisiones internas que orientan la balanza no hacia lo cierto, sino hacia lo conveniente.

Las consecuencias de este clima van más allá del caso concreto que lo origine. Se filtran en la confianza pública, en la credibilidad de las instituciones, en la tranquilidad de saber que, si un día necesitas justicia, serás tratado con imparcialidad. Y también en algo mucho más íntimo: en la fe en la verdad. Cuando una sociedad empieza a sospechar que la verdad ya no basta, que no importa cuánta gente la sostenga o cuántas pruebas la respalden, entonces esa sociedad empieza a perder algo esencial.

Por eso la frase de Gandhi sigue siendo imprescindible. Porque nos recuerda que la verdad no depende de cuántos la vean ni de cuántos la voten. La verdad no se somete a mayorías. La verdad existe, aunque esté sola. Lo que debería hacer la justicia es acercarse a ella con humildad y valentía, incluso cuando es incómoda, incluso cuando va contra la corriente. Cuando un tribunal no lo hace, cuando ignora voces relevantes o desoye testimonios que merecen ser valorados, la justicia deja de ser un refugio para convertirse en un laberinto del que cuesta salir.

España cuenta con profesionales honestos, jueces y fiscales que trabajan con rigor, pero ese compromiso individual no basta si la estructura se encuentra dañada por dinámicas que la desvían de su camino. Mientras la justicia no sea completamente independiente, mientras los nombramientos sigan teñidos de colores políticos, mientras se dé más importancia al alineamiento que al análisis, seguirá existiendo el riesgo de que decisiones cruciales se tomen sin escuchar plenamente a quienes sostienen la verdad, aunque sean minoría.

Y es en ese punto donde muchos ciudadanos sienten una mezcla de tristeza e indignación: porque la justicia que debería protegerlos parece, a veces, alejarse de ellos. Recuperar la confianza no será fácil, pero empieza por un principio sencillo y profundo: que la verdad, aunque esté en minoría, debe ser escuchada, respetada y protegida. Solo entonces la justicia volverá a ser lo que siempre debería haber sido: un lugar donde nadie está solo, donde no gana la mayoría, sino la verdad. 

 


 

viernes, noviembre 14, 2025

MENTIRAS DEL PASADO QUE SIRVIERON PARA JUSTIFICAR LAS INJUSTICIAS DEL FUTURO

COSAS DE GELY 

MENTIRAS DEL PASADO QUE SIRVIERON PARA  JUSTIFICAR LAS INJUSTICIAS DEL FUTURO

Llevo mucho tiempo observando como se desenvuelve la vida de los humanos en su planeta, y he llegado a la siguiente conclusión: es notorio que, desde que los terrícolas empezaron a levantar piedras y a mirar al cielo buscando respuestas, ha existido también el deseo de dominar y de someter. En lugares como Göbekli Tepe, hace más de once mil años, ya se levantaban templos antes incluso de que existieran los pueblos o los reyes. Aquello demuestra que las religiones y el poder nacieron juntos, que alguien comprendió muy pronto que quien controla lo que otros creen, controla también sus vidas. Desde entonces, la historia de los pobladores de la tierra, no ha sido más que una larga cadena de obediencias.

Con el paso de los siglos, surgieron las primeras ciudades y con ellas los reyes, los ejércitos, las clases sociales. Los hombres comenzaron a dividirse entre los que mandaban y los que obedecían. Y aunque todos eran iguales ante la naturaleza, unos se hicieron pasar por elegidos de los dioses, y superiores por derecho. A los demás les tocó aceptar su papel, trabajar, pagar tributos y tener fe. Así nació la desigualdad: no como una necesidad natural, sino como una construcción humana para mantener el poder de unos pocos.

La religión, que pudo haber sido una guía espiritual, terminó siendo una herramienta de control. Durante milenios, se utilizó para sembrar miedo, culpa y sumisión. Se enseñó que la vida terrenal debía ser sufrimiento y obediencia, y que el premio llegaría después de la muerte. Mientras tanto, los templos crecían en riqueza, y los hombres sencillos, los que labraban la tierra o amasaban el pan, seguían siendo los mismos esclavos que antes, solo que con otro nombre. La promesa del cielo sirvió para justificar la miseria en la tierra.

Después llegó la política, y con ella una nueva forma de manipulación. Ya no se hablaba en nombre de los dioses, sino del pueblo, de la justicia, de la libertad. Pero las promesas seguían vacías. Los poderosos cambiaron de traje, no de intención. Hoy la política es un juego sucio donde el engaño es costumbre, donde el que más miente es el que más gana, y donde la verdad no tiene espacio porque estorba. Los partidos se venden como productos y los votantes son clientes, no ciudadanos. les hacen creer que deciden, pero las decisiones reales se toman mucho más arriba, en lugares donde el dinero dicta lo que vale cada vida.

La justicia, que debería ser el equilibrio del mundo, ha sido siempre frágil. Se aplica de forma distinta según el bolsillo, la influencia o la apariencia. No todos tienen derecho a la verdad. No todos pueden defenderse. Y muchos inocentes cargan con culpas que no son suyas, mientras otros se libran porque su poder los protege. Así se perpetúa un sistema donde el crimen más grande no es robar, explotar o mentir, sino ser pobre y no poder defenderte.

A lo largo de la historia humana, el miedo ha sido la herramienta más eficaz de dominio. La burguesía acaudalada y los poderes indecentes, han elaborado las normas para que todos los pobladores del planeta fueran educados  en el miedo, inculcándoles el temor al castigo, a la pérdida, a la diferencia. A través del miedo se doblega la mente, se rompen las voluntades, se apagan los sueños. A quien tiene miedo se le puede ordenar, y a quien se siente culpable se le puede esclavizar sin cadenas. Por eso los poderosos siempre han sabido mezclar el miedo con la culpa: para que cada ser humano cargue con un peso invisible que lo mantenga dócil.

En el planeta Tierra, los seres que lo pueblan, ya no necesitan dioses castigadores: ahora tienen pantallas, publicidad, noticias que los manipulan cada día. Les llenan la cabeza con falsas urgencias, con deseos que no son suyos. Les enseñan a admirar a los ricos, a los famosos, (cantantes, fubolistas, etcétera) a competir sin descanso, a buscar reconocimiento en lugar de verdad. los distraen con miles de estímulos mientras el planeta se consume, mientras millones de personas viven sin agua, sin comida, sin esperanza. Y lo más triste es que muchos ya no se dan cuenta de ello. Han perdido la conciencia de lo que son: seres humanos, iguales, vulnerables, capaces de sentir y de cuidar.

Hoy el dinero se ha convertido en el nuevo dios. Quien lo tiene puede comprar justicia, poder, salud, incluso vidas. Y quiénes no lo tienen, deben aceptar su destino. La acumulación de riqueza ha destruido el sentido de comunidad; los ha vuelto a todos desconfiados, individualistas, fríos. La codicia ya no se disimula: se celebra. Los hombres más ricos del planeta poseen más que países enteros, mientras niños mueren de hambre en el mismo mundo. Y esa injusticia, tan gigantesca, parece ya una rutina que nadie cuestiona.

Las guerras, que deberían avergonzarlos como especie, siguen siendo el negocio más rentable. Se matan inocentes en nombre de la paz, se destruyen pueblos enteros en nombre de la libertad. Los medios repiten los discursos del poder mientras el sufrimiento se convierte en espectáculo. Y la humanidad, anestesiada por la rutina, apenas reacciona. Han normalizado la maldad, el hambre, la miseria.

Lo más doloroso es que todo esto no les fue impuesto de un día para otro. Lo han ido permitiendo poco a poco, generación tras generación. Se han dejado convencer, y  han ido aceptando que no hay otra forma de vivir, de que la injusticia es inevitable, de que el egoísmo es natural. Pero no lo es. Lo natural sería ayudarse, compartir, cuidar unos de otros y del planeta. Lo natural sería sentir compasión.

Han perdido la libertad exterior, porque desde hace mucho tiempo perdieron la interior. Les cuesta pensar por ellos mismos, cuestionar, detenerse. La verdadera libertad no es hacer lo que uno quiere, sino comprender lo que uno es. Y eso, el sistema no lo permite, porque una persona consciente ya no se deja manipular.

El mundo podría ser distinto, si los humanos que lo habitan recordaran algo que, olvidaron hace milenios, nadie es más que nadie. Que ninguna bandera, religión o ideología puede justificar el dolor humano. Que todos son de la misma tierra y forman parte de ella. Si entendieran eso, el poder dejaría de tener sentido, la codicia dejaría de tener valor y la justicia podría, por fin, ser justa. Pero para llegar ahí, tienen que mirar de frente la verdad: y darse cuenta de que han sido manipulados,  engañados, y se han dejado mangonear y ahora les toca despertar.

Tal vez no puedan cambiar la historia entera, pero quizás sí podrían recuperar la conciencia que les fue arrebatada. Y cuando eso ocurra, cuando vuelvan a sentir el valor de una vida, la dignidad de un gesto honesto y el amor por los demás, entonces, posiblemente la humanidad tendrá una oportunidad real de empezar de nuevo. No por miedo ni por obligación, sino por conciencia. Y esa, la conciencia, es la forma más profunda y auténtica de libertad que existe.






martes, noviembre 04, 2025

MAÑANA DE CARNAVAL por Zia Hyunsu Shin

COSAS DE GELY

 
MAÑANA DE CARNAVAL 
por Zia Hyunsu Shin 

La interpretación de Mañana de Carnaval por Zia Hyunsu Shin, basada en la inmortal melodía de Luiz Bonfá, es una experiencia que trasciende la simple ejecución musical. Es una caricia para el alma, un viaje a través de la melancolía y la esperanza que caracterizan esta pieza magistral.

En las manos de Zia Hyunsu Shin, 'Mañana de Carnaval' deja de ser solo una melodía para convertirse en un suspiro, un delicado lamento que se adentra en lo más profundo del corazón y se queda allí, resonando con una belleza que duele de puro gozo.

La violinista coreana no toca las notas; las siente. Cada vibración, cada matiz de su interpretación de Bonfá es un testimonio de su capacidad para conectar con el alma de la música, ofreciéndonos un momento de pura magia y vulnerabilidad.

Una interpretación que nos recuerda por qué la música es el lenguaje universal del alma. Zia Hyunsu Shin captura la esencia agridulce de 'Mañana de Carnaval' con una maestría que toca las fibras más íntimas de nuestro ser.

Es una interpretación que te transporta instantáneamente a un estado de contemplación, donde el tiempo se detiene y solo existe la pureza del sonido del violín, tejiendo una historia de sueños perdidos y amores recordados.

 


 

 

 




lunes, noviembre 03, 2025

VALENCIA LA DANA Y EL DILUVIO DE LAS MENTIRAS

COSAS DE GELY 

VALENCIA LA DANA Y EL DILUVIO DE LAS MENTIRAS

El Diluvio de las Mentiras: cuando el barro no fue lo peor

La DANA que azotó la Comunidad Valenciana en octubre de 2024 no fue solo una catástrofe meteorológica. Fue una tragedia humana, social y política. Las lluvias torrenciales arrasaron hogares, calles, cultivos y vidas. Pero lo más doloroso para miles de valencianos no fue el agua: fue el abandono. El abandono por parte de quienes debían protegerlos, asistirlos y decirles la verdad.

Las imágenes de casas sumergidas, familias atrapadas, campos devastados y vecinos sacando barro con sus propias manos dieron la vuelta al país. Y mientras tanto, dos figuras políticas —a quienes aquí llamaremos Pinochin y Morron— tejían una red de mentiras para salvar sus cargos, encubrir su negligencia y manipular el relato público.

Advertencias ignoradas

Las instituciones competentes —la AEMET, la Confederación Hidrográfica del Júcar, Protección Civil— alertaron con antelación del riesgo extremo. Se sabía lo que venía. Se podía haber actuado. Pero no se hizo. No se activaron los protocolos adecuados. No se movilizaron los recursos necesarios. No se protegió a la población.

Morron, responsable directo de la gestión territorial, ignoró las advertencias. Y cuando la tragedia se consumó, culpó a las mismas instituciones que habían dado la voz de alarma. Su respuesta fue errática, tardía y cobarde.

Ayuda rechazada, verdad negada

El Gobierno central ofreció ayuda física inmediata. Se aprobó un paquete de 8.000 millones de euros en ayudas, con otros 8.000 millones adicionales comprometidos para cuando se agotaran los primeros fondos. El Ministerio para la Transición Ecológica confirmó que no se rechazó ni una sola petición de ayuda y que la inversión superó los 1.200 millones de euros en reconstrucción.

Pero Pinochin y Morron negaron todo. Dijeron que “no ha llegado ni un euro”, que “nos han abandonado”, que “no tenemos medios”. Mintieron. Mintieron en ruedas de prensa, en entrevistas, en redes sociales. Cambiaron su relato una y otra vez, contradiciéndose entre sí y con los datos oficiales. La Generalitat llegó a acusar al Gobierno de “inflar cifras” mientras mantenía una deuda de 565 millones con las familias afectadas.

El sufrimiento de los damnificados

Las víctimas no solo perdieron sus casas. Perdieron su confianza en las instituciones. Fueron humilladas por la indiferencia, la manipulación y el cinismo. Organizaron más de una docena de manifestaciones exigiendo explicaciones, dimisiones y justicia. Lo que recibieron fueron evasivas, discursos vacíos y una guerra política que usó su dolor como escudo.

Muchos siguen esperando. Esperando ayudas que se prometieron y no llegaron. Esperando obras hidráulicas que podrían evitar otra tragedia. Esperando que alguien les mire a los ojos y les diga: “Fallamos. Lo sentimos. Vamos a reparar el daño.”

No merecemos esto

La ciudadanía no merece ser gobernada por personajes como Pinochin y Morron. No por sus nombres, sino por lo que representan: la mentira como estrategia, el encubrimiento como herramienta, y la falta de escrúpulos como norma. Porque cuando el barro se seca, lo que permanece es la memoria. Y en esa memoria, el pueblo valenciano recordará quién estuvo a su lado… y quién se escondió detrás de un micrófono.

Esta entrada no es solo una denuncia. Es un acto de memoria. Es un grito por justicia. Es un recordatorio de que la verdad importa, que la gestión pública tiene consecuencias, y que el dolor de las víctimas no puede ser silenciado por titulares manipulados.

 


 

 

 

sábado, noviembre 01, 2025

MÁS TERRIBLE QUE HALLOWEEN

COSAS DE GELY 

 MÁS TERRIBLE QUE HALLOWEEN 

En los últimos meses, tres nombres propios han copado titulares por su gestión de crisis que han marcado profundamente a la sociedad española: Isabel Díaz Ayuso, Carlos Mazón y Juan Manuel Moreno Bonilla. Tres líderes autonómicos pertenecientes al Partido Popular, tres contextos distintos, pero una misma constante: la polémica por la gestión de lo público en momentos de máxima vulnerabilidad.

Ayuso y las residencias de ancianos durante la pandemia Covid. La presidenta de la Comunidad de Madrid ha vuelto al centro del debate, tras conocerse que ya son 143 las causas judiciales archivadas relacionadas con los protocolos de derivación hospitalaria, durante la primera ola del COVID-19. Aunque la Audiencia Provincial ha considerado que “se hizo todo lo humanamente posible”, las cifras siguen siendo estremecedoras: más de 7.000 mayores fallecieron en residencias madrileñas entre marzo y mayo de 2020, muchos sin recibir atención médica adecuada. La sombra de los llamados “protocolos de la vergüenza” sigue proyectándose sobre la gestión de Ayuso, pese al cierre judicial de los casos.

Carlos Mazón y la DANA que arrasó Valencia Un año después de la devastadora DANA que dejó 229 muertos en la Comunidad Valenciana, el presidente Carlos Mazón enfrenta una creciente presión política y judicial. Las protestas ciudadanas no han cesado, y la oposición le acusa de falta de previsión y de no asumir responsabilidades. La jueza que investiga la tragedia ha solicitado incluso el listado de llamadas del presidente durante las horas críticas del desastre. Mientras tanto, Mazón ha reconocido que “hubo cosas que debieron funcionar mejor “, pero su gestión sigue siendo objeto de duras críticas.

Moreno Bonilla y el escándalo del cribado de cáncer de mama En Andalucía, la sanidad pública atraviesa una de sus mayores crisis tras revelarse fallos masivos en el sistema de cribado del cáncer de mama, que habrían afectado a más de 2.000 mujeres. La falta de comunicación de resultados sospechosos y los retrasos en las revisiones han generado una ola de indignación social. Miles de personas se han manifestado en Sevilla exigiendo la dimisión de Moreno Bonilla y una investigación a fondo. Sin embargo, el PP andaluz ha bloqueado la creación de una comisión parlamentaria para esclarecer los hechos.

Estos tres casos reflejan una preocupante tendencia: la gestión de las crisis desde el poder político no siempre va de la mano de la transparencia, la responsabilidad o la empatía. En un país donde la salud y la vida de los ciudadanos deberían ser la prioridad, la rendición de cuentas no puede quedar archivada.

 




miércoles, octubre 29, 2025

EL FASCISMO SUS RASGOS Y SUS CONSECUENCIAS

COSAS DE GELY

Este post va dirigido, a todos aquellos que sientan interés y se atrevan a mirar de frente temas tan complejos y delicados como este. A aquellos que quieran entender el funcionamiento del poder, sus sombras y sus consecuencias. Con este post, mi única intención es ayudar a ver con más claridad lo que hay detrás del fascismo. Si con esta entrada logro aclarar las ideas a alguien, escribir este texto habrá valido la pena.

AUDIOLIBRO- Fascismo por Madeleine Albright Resumen de 15 minutos

El fascismo no es solo una ideología del pasado, ni un recuerdo lejano de guerras y dictaduras. Es una amenaza que, aunque disfrazada de nuevas formas, sigue viva en discursos, partidos y movimientos que apelan al miedo, al odio y a la exclusión. Surgió en Europa tras la Primera Guerra Mundial, cuando el caos social y económico permitió que líderes como Benito Mussolini en Italia y Adolf Hitler en Alemania, impusieran regímenes totalitarios. Bajo su mando, millones de personas fueron perseguidas, encarceladas y asesinadas. El Holocausto, la Segunda Guerra Mundial y la represión brutal en países como España bajo el franquismo, son testimonio de lo que ocurre cuando el fascismo toma el poder. En España, el régimen de Francisco Franco instauró una dictadura que duró casi cuatro décadas, eliminando partidos políticos, censurando la prensa, persiguiendo a disidentes y reprimiendo a minorías culturales y lingüísticas.

  

DOCUMENTAL EL SILENCIO DE OTROS

Hoy, aunque pocos se autodenominan fascistas, existen partidos y grupos que comparten sus rasgos: ultranacionalismo, xenofobia, autoritarismo, negación de derechos civiles, odio hacia las minorías y desprecio por la diversidad. En España, Vox ha sido señalado por sectores académicos y sociales por promover ideas que recuerdan al franquismo, y últimamente, el PP parece seguir sus pasos. En Europa, partidos como Alternativa para Alemania (AfD), Jobbik en Hungría, Aurora Dorada en Grecia, el Frente Nacional (ahora Agrupación Nacional) en Francia, Liga en Italia, Demócratas de Suecia, el Partido Popular Danés, Vlaams Belang en Bélgica y el Partido Nacional Británico han sido acusados de fomentar discursos excluyentes y violentos. En América, grupos como Proud Boys, Oath Keepers y America First en Estados Unidos han sido vinculados al supremacismo blanco, el autoritarismo y la violencia política. El presidente Donald Trump ha sido acusado por diversos sectores de debilitar las instituciones democráticas, alentar el odio racial y socavar el Estado de derecho. Su reelección ha intensificado el debate sobre si Estados Unidos está transitando hacia una forma de fascismo moderno, caracterizado por el uso del poder judicial para blindar al líder, la represión de la oposición y la normalización del discurso de odio. 

En Argentina, el ascenso de Javier Milei ha sido interpretado por muchos analistas como parte de una nueva ola de extrema derecha en América Latina. Su discurso ultraliberal, su rechazo frontal a los derechos sociales conquistados, su negación del terrorismo de Estado durante la dictadura militar y su retórica agresiva contra sindicatos, feminismo y movimientos sociales, han despertado preocupaciones sobre una deriva autoritaria. Aunque Milei no se autodefine como fascista, su estilo confrontativo, su culto a la figura del líder y su desprecio por el consenso democrático, lo han acercado a lo que algunos llaman “neofascismo posmoderno”.

En Asia, el BJP en India ha sido acusado de nacionalismo religioso extremo, mientras que en Japón y Rusia existen movimientos que promueven revisionismo histórico y represión de la disidencia. Todos estos casos muestran cómo el fascismo ya no necesita uniformes ni marchas militares para avanzar. Hoy se disfraza de populismo, de “nueva política”, de “libertad económica”, pero su esencia sigue siendo la misma: deshumanizar al otro, destruir el pluralismo y concentrar el poder en manos de unos pocos.

Si el fascismo se propagara globalmente, las consecuencias serían devastadoras. Desaparecerían las democracias tal como las conocemos. Las elecciones libres, la prensa independiente, el derecho a disentir y a vivir con dignidad serían eliminados. Las minorías étnicas, religiosas, sexuales y políticas serían perseguidas, silenciadas o exterminadas. El pensamiento crítico sería sustituido por propaganda. La cultura se convertiría en herramienta de adoctrinamiento. La ciencia y la educación quedarían subordinadas a la ideología. La humanidad perdería su esencia y la capacidad de convivir en la diferencia, de construir desde el respeto, de avanzar desde la libertad.

El fascismo no solo mata cuerpos. Mata ideas, mata derechos, mata el alma colectiva de los pueblos. Por eso, recordar su historia no es un ejercicio académico, sino un acto de resistencia. Porque cuando olvidamos lo que el fascismo hizo, corremos el riesgo de permitir que lo vuelva a hacer. Y si lo hace, lo hará con nuevas máscaras, pero con el mismo objetivo: deshumanizar.

FASCISMO UNA ADVERTENCIA (Madeleine Albright - Ex secretaria de Estado de los Estados Unidos 

El fascismo ha sido uno de los fenómenos políticos más peligrosos y destructivos del siglo XX, dejando una huella imborrable en la historia mundial. Entender sus raíces, características y advertencias es fundamental para prevenir que ideas similares resurjan en el presente y en el futuro. En estos videos, podréis ver de manera detallada qué fue el fascismo, cómo se manifestó en diferentes países, cuáles fueron sus consecuencias y qué lecciones podemos aprender para fortalecer la democracia y los derechos humanos en nuestras sociedades.



sábado, octubre 25, 2025

BYUNG CHUL HAN (La lucidez silenciosa)

COSAS DE GELY


 

“BYUNG CHUL HAN (La lucidez silenciosa)”

Llevo años leyendo y escuchando a este hombre sencillo y lleno de humanidad, y con el transcurso del tiempo cada vez emocional y realmente me identifico más con sus pensamientos y planteamientos. Sus palabras me acompañan, me calman y me ayudan a mirar el mundo con otra profundidad, lejos del ruido y la prisa.

Hay personas que no gritan, pero su voz resuena más que cualquier ruido. Byung Chul Han es una de ellas. Habla despacio, con serenidad, con ese tipo de claridad que solo nace cuando uno mira el mundo sin miedo. Sus palabras no buscan impresionar; buscan despertar algo dormido en nosotros, algo que el capitalismo, con su brillo falso, ha querido apagar.

Vivimos en una época donde todo parece estar en venta: el tiempo, la atención, incluso el alma. Nos dicen que somos libres, pero esa libertad tiene forma de jaula. Una jaula luminosa, cómoda, donde todo está al alcance de un clic. Nos hacen creer que elegimos, cuando en realidad obedecemos a un sistema que se alimenta de nuestro cansancio y de nuestra necesidad de sentirnos valiosos. Han lo llama “la violencia de la positividad”: ese mandato invisible que nos exige estar siempre felices, productivos, disponibles, conectados.

El capitalismo liberal nos ha convertido en máquinas de rendimiento. Ya no necesitamos un amo que nos vigile; nosotros mismos llevamos la correa. Nos autoexplotamos con una sonrisa, creyendo que crecer, superarse o “optimizarse” es una forma de libertad. Pero detrás de todo eso hay una soledad inmensa, un vacío que ni el éxito ni el entretenimiento logran llenar. Han nos muestra que el sistema ha aprendido a manipular no solo nuestros cuerpos, sino también nuestros deseos, nuestras emociones, nuestra manera de amar.

Nos han robado el silencio, la lentitud, el aburrimiento. Nos han convencido de que descansar es perder el tiempo. Y así, entre pantallas y notificaciones, hemos olvidado el arte de simplemente estar. El capitalismo ha logrado que trabajemos incluso cuando creemos descansar, que nos mostremos incluso cuando necesitamos desaparecer. Todo se convierte en exposición, en mercancía, en ruido.

Pero Han, con su calma que parece venir de otro tiempo, nos invita a detenernos. A mirar el vacío sin miedo. A reconectar con lo invisible, con lo que no produce ni se vende: la contemplación, el amor sin utilidad, el contacto con la naturaleza, el silencio que cura. Nos recuerda que el ser humano no nació para competir, sino para cuidar; no para producir, sino para estar en el mundo con delicadeza.

Byung Chul Han no nos da respuestas fáciles, pero sí nos ofrece un refugio: el pensamiento. Pensar, dice, es resistir. Es negarse a ser arrastrado por la corriente del rendimiento. Es recordar que todavía hay belleza en lo simple, dignidad en lo lento, esperanza en el silencio.
Y tal vez ahí, en ese gesto tan pequeño y tan poderoso de detenerse, empiece la verdadera libertad.


 

 

 

miércoles, octubre 22, 2025

LO PÚBLICO ES DE TODOS - LO HEMOS PAGADO CON NUESTROS IMPUESTOS

COSAS DE GELY

 LO PÚBLICO ES DE TODOS, LO HEMOS PAGADO CON NUESTROS IMPUESTOS

 
Dicen que España es un país hecho de muchos paisajes, muchas voces y formas de pensar. Desde las montañas del norte hasta los olivares del sur, cada tierra tiene su manera de hablar, de vivir y de organizarse. Por eso, hace ya bastantes años, se decidió que cada región (a las que hoy se llaman Comunidades Autónomas) pudieran gobernarse en parte por sí mismas, “para cuidar mejor de sus gentes”.

Así nacieron diecisiete comunidades y dos ciudades autónomas, cada una con su propio gobierno, su presidente, sus leyes y sus responsabilidades. Pero todas forman parte del mismo país, y todas se sostienen con el dinero que ponemos entre todos cuando pagamos nuestros impuestos. Ese dinero se reparte: una parte la usa el Gobierno central y otra se transfiere a las comunidades para que puedan atender la sanidad, la educación, el medio ambiente, los servicios sociales y tantas otras cosas que hacen que la vida funcione.

En teoría, el sistema es hermoso: el Estado ayuda a cada comunidad según lo que necesita, para que todos tengamos lo mismo vivamos donde vivamos. Así, cuando un anciano se pone enfermo en Galicia o una niña empieza la escuela en Andalucía, ambos deberían tener las mismas oportunidades, los mismos derechos y la misma calidad en los servicios.

Pero en la práctica, la historia ha tomado otros caminos.

Con los años, exactamente desde cuando los partidos de derechas empezaron a gobernar dichas comunidades, todo empezó a cambiar, poniendo (cuando no vendiendo) la gestión de lo público en manos de empresas privadas, bajo la idea de que “lo privado gestiona mejor”. Así, poco a poco, lo que era de todos empezó a tener dueños, contratos, intereses y beneficios. Y cuando lo público se privatiza, los primeros en notarlo son siempre los más humildes.

Pienso en cómo era antes la sanidad. Los hospitales eran cien por cien públicos: con médicos, enfermeras y personal que dependía del Estado. Hoy, en algunas comunidades, una parte de esos servicios está en manos privadas. Eso significa que detrás hay empresas que buscan beneficios. Y cuando lo que se busca es ganar dinero, se ahorra donde más duele: en personal, en tiempo, en atención.

Han ocurrido cosas que duelen solo de pensarlas. Como el caso de las mujeres de las Comunidades Andaluza y Valenciana, (donde gobiernan Juan José Moreno Bonilla y Mazón, ambos del PP). Esas mujeres se hicieron una mamografía, y han pasado meses y años, sin recibir el resultado, e incluso es posible que muchas de ellas hallan muerto esperándolo. Y todo fue porque la gestión estaba externalizada y los informes se perdieron en los despachos. Familias que esperaron una operación que se retrasaba sin explicación, porque el hospital tenía conciertos con clínicas privadas que priorizaban a quien podía pagar. O profesionales de la salud agotados, porque faltan manos y recursos donde antes sobraba vocación.

En la educación sucede algo parecido. Los colegios públicos, que deberían ser el corazón de la igualdad, ven cómo se destinan más y más fondos a la enseñanza privada o concertada. A veces esos colegios privados reciben dinero público, pero no siempre aceptan a todos los niños: algunos piden cuotas, otros seleccionan según notas o circunstancias. ¿Y qué ocurre con los hijos de las familias más humildes? Van a escuelas con menos recursos, con aulas más llenas, con menos apoyo, mientras los demás estudian en mejores condiciones. Y así, lo que debería unir, termina separando. Y todo esto siempre ocurre en las comunidades gobernadas por el Partido Popular o conjuntamente con Vox

La historia se repite también en otros ámbitos. En el medio ambiente, por ejemplo. Durante los incendios del último verano, hubo lugares donde los montes ardieron sin control, y no porque faltaran manos solidarias, sino porque las brigadas forestales estaban gestionadas por empresas privadas con pocos medios y contratos temporales, y que casualidad, todos esos sitios estaban gobernados por gente del PP, Mañueco en Castilla y León, Rueda en Galicia, María Guardiola en Extremadura. Su modus operandi de actuar siempre es el mismo, menos prevención, menos vigilancia, menos inversión pública y más privatización. El resultado: bosques perdidos, animales muertos, familias evacuadas y un paisaje herido que tardará años en curarse.

Cuando lo público se privatiza, se debilita la red que protege a todos, sobre todo a quienes menos tienen. Porque el dinero público deja de ser una herramienta de justicia y se convierte en un negocio. Las familias humildes son las que más sufren, porque no pueden pagar seguros médicos privados, ni colegios de pago, ni tratamientos especiales. Se quedan con un sistema público cada vez más pobre, más lento, más desigual.

Y sin embargo, lo público no es un regalo del Estado: es algo que hemos pagado entre todos. Cada euro que se destina a una carretera, a un hospital o a una escuela viene de los impuestos que pagamos cuando compramos el pan, la luz o el gas. Por eso se dice que lo público es de todos. Y si es de todos, debería cuidarse como se cuida lo más valioso: con respeto, con transparencia y sin permitir que se convierta en un negocio para unos pocos.

Las Comunidades Autónomas tienen una gran responsabilidad: administrar bien ese dinero que les llega del Gobierno central. Algunas lo hacen, y la gente lo nota: hay hospitales que funcionan, escuelas que florecen, bosques que se protegen. Pero cuando ese dinero se usa para favorecer a lo privado o para hacer negocios disfrazados de gestión, el daño se siente en las calles, en los barrios y en la vida cotidiana de las personas.

Y ahí está el verdadero fondo de esta historia: lo público somos nosotros. No son los edificios ni los despachos. Son los niños que aprenden en una escuela gratuita, los mayores que reciben atención sin mirar su cuenta bancaria, las familias que encuentran en lo común una esperanza. Privatizar lo público es como vender los cimientos de una casa mientras la seguimos habitando: al principio no se nota, pero poco a poco se agrietan las paredes.

Por eso este cuento no es un cuento inventado, sino una advertencia real. No habla de fantasías, sino de hechos. Y su mensaje es claro: lo público se defiende porque nos iguala, porque nos cuida, porque sin ello los más débiles quedan a merced del mercado.

España no será un país justo si sus comunidades no ponen la vida de las personas por encima del negocio. Porque un aula vacía, un hospital sin personal o un bosque quemado no se reconstruyen con palabras, sino con compromiso.

Así que la próxima vez que alguien diga que lo público no funciona, recordemos que lo público funciona cuando se cuida y falla cuando se abandona. Y que no hay mejor inversión que aquella que protege a todos, especialmente a los que menos tienen.

Porque al final, lo público no es de nadie, es de todos. Porque  lo hemos pagado con nuestro trabajo, con nuestros impuestos y con nuestra esperanza.

En España, cuando un partido de derechas entra a gobernar en una comunidad autónoma, lo desmantela todo aunque funcione, después lo privatiza, y todo deja de funcionar. Solo hay que recordar para darse cuenta de ello, los hechos ocurridos trás las últimas elecciones, Dana de Valencia, Incendios en Castilla León, Galicia, Extremadura,  y mujeres aterradas en Andalucía por la desaparición de miles de mamografías.  
 
 

 
 
 
 

jueves, octubre 16, 2025

EL UNIVERSO - EL TEJIDO INVISIBLE DEL SER

COSAS DE GELY

 EL UNIVERSO EL TEJIDO INVISIBLE DEL SER

El Universo: El Tejido Invisible del Ser

Una contemplación del cosmos desde la mirada del Dharma

Desde la perspectiva budista, el universo no es una realidad separada o ajena al ser humano, sino una manifestación interconectada de la existencia, donde todo forma parte de un mismo tejido cósmico. Esta visión surge del entendimiento profundo de que nada existe de manera independiente o aislada, sino que todo depende de causas y condiciones. En el budismo, esta ley fundamental se conoce como "interdependencia" o "originación dependiente" (pratītyasamutpāda), y se aplica tanto al surgimiento de los pensamientos y emociones, como al fluir de los mundos, los planetas, las estrellas y los sistemas solares.

Lejos de una concepción meramente mecánica del cosmos, el budismo considera que el universo es el escenario de un proceso cíclico de nacimiento, existencia, disolución y renacimiento. Este ciclo se refleja tanto en la vida individual como en la existencia cósmica. Así como los seres nacen, viven y mueren, también los mundos surgen, existen durante un tiempo y finalmente desaparecen, para volver a surgir. Estos ciclos cósmicos, conocidos como kalpas, pueden extenderse durante eones inimaginables. En la cosmología budista, los kalpas marcan el tiempo en el que se crean universos, aparecen seres iluminados, enseñan el Dharma, y luego todo se disuelve para reiniciar el ciclo. Todo es impermanente, incluso las estrellas y galaxias, y esa impermanencia no es una tragedia, sino una oportunidad para comprender que nada puede ser poseído o fijado eternamente.

El cielo, con su infinita expansión y sus cuerpos celestes, es contemplado en el budismo como símbolo y recordatorio de esta vastedad de la existencia, y de la naturaleza despierta de la mente. En la tradición tibetana, la astrología y la astronomía están íntimamente ligadas al camino espiritual. No son usadas para predecir el futuro desde una superstición, sino como herramientas de comprensión del karma, del ritmo de la vida y del fluir del tiempo según las energías del universo. En este sentido, el calendario tibetano no sólo sirve para marcar fechas religiosas, sino que refleja una armonía con los movimientos del sol, la luna y los planetas, permitiendo comprender mejor los momentos propicios para la meditación, las ceremonias y las acciones cotidianas.

El sol, en muchas enseñanzas budistas, representa la sabiduría iluminada. Así como el sol disipa la oscuridad con su luz, la sabiduría disipa la ignorancia, que es la raíz de todo sufrimiento. De igual forma, la luna suele simbolizar la compasión, cuya luz suave y serena refresca el corazón de los seres. En algunos sutras, el Buda es descrito como el sol espiritual que aparece en el mundo para disipar la niebla de las pasiones y mostrar el camino hacia la liberación. También la luna llena ocupa un lugar importante en muchas celebraciones budistas, como el día de Vesak, en el cual se conmemoran el nacimiento, la iluminación y el paranirvana del Buda. Esto refleja la conexión directa entre los ritmos celestes y los acontecimientos espirituales.

Las constelaciones y estrellas, aunque no son adoradas, son entendidas en la astrología tibetana como manifestaciones energéticas que influyen en la configuración de la vida de los seres. Se considera que, al momento del nacimiento, las posiciones celestes pueden revelar ciertas tendencias kármicas o patrones de energía que uno deberá comprender y trabajar a lo largo de su vida. No como un destino fijo, sino como un mapa para navegar conscientemente. Así, la astrología budista se usa con fines prácticos y espirituales: para elegir los momentos más favorables para emprender acciones importantes, para sanar, para realizar rituales, o para armonizarse con las fuerzas sutiles del cosmos. Es una forma de estar en sintonía con el Dharma que no niega la ciencia, sino que la complementa con una visión espiritual.

En el budismo, el cosmos no es solo materia, sino también mente. Existe una relación directa entre la claridad de la conciencia y la percepción del universo. Las estrellas pueden verse como luces externas, pero también como reflejos de la luz interna que todos poseemos. Los mundos pueden ser físicos o mentales, y el samsara, ese ciclo de nacimiento y muerte en el que vagamos, no es solo una sucesión de vidas, sino un estado de conciencia condicionado por el deseo, el apego y la ignorancia. Alcanzar el Nirvana, en cambio, es despertar del sueño cósmico de la ilusión, y ver el universo tal como es: vacío de ego, pero lleno de interconexión y compasión.

Por eso, todo lo que existe en el universo, desde una estrella lejana hasta el suspiro de un insecto, guarda relación con el Dharma. El orden cósmico, aunque parezca caótico, responde a leyes profundas que pueden ser entendidas desde la mente despierta. El Dharma, en este contexto, no es solo una enseñanza, sino el principio que rige el equilibrio del cosmos, la sabiduría inherente al universo mismo. Practicar el Dharma es alinearse con esa verdad universal, vivir con conciencia de causa y efecto, cultivar la compasión hacia todos los seres y aceptar el fluir de los ciclos con ecuanimidad.

Así, el budismo nos invita a ver el universo no como algo ajeno que debemos conquistar, sino como un espejo de nuestra propia mente. Al observar los astros, no sólo vemos cuerpos lejanos de fuego y luz, sino recordatorios de que también dentro de nosotros habita la capacidad de iluminar, transformar y renacer. Todo en el universo enseña, si se lo contempla con sabiduría. El sol que sále cada día, la luna que cambia, las estaciones que giran, las estrellas que resplandecen en la noche... todo forma parte del gran mandála cósmico del despertar.